20. Protección silenciosa.

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#Escorpión

La gente creía que podía hacerme cambiar de opinión, que podían trabajar en mi mente, intentar que yo actuara diferente, que pensara diferente.

Necios, idiotas, inútiles, hipócritas.

Estaba acostumbrado a tener que soportar la constante verborrea insoportable de la gente que acostumbra a romantizar la vida en sí; ni siquiera serían capaces de imaginar por dónde me paso sus estupideces vanales.

Nuevamente: la gente vive mejor en la mentira de creer que el mundo es rosa, blanco o negro, etc.

Es una jodida mentira, el mundo está bien avastecido por gente de mierda, gente que serían capaz de despellejar a otras como si fueran cerdos y hacerse un abrigo con su piel.

La gente ni siquiera quería pensar que existían restaurantes canívales en el puto y retorcido mundo, pero se creían con el derecho de señalar a cualquiera que decidiera vivir a parte de sus mierdas, de sus reglas sociales, de sus estereotipos.

Honestamente, pueden comerme los huevos, ellos y Mia también, por tener la repugnante manía de querer ver lo bueno en todo el mundo.

¿Cuánta mierda tendría que comer antes de ver que la gente no es buena? No una gran mayoría al menos.

Seguro que en su mente, su querida mamita sólo estaba enferma, y no era naturalmente una pedazo de basura.

En su mente su papi aún era un héroe, no el monstruo que atropelló a una mujer estando borracho; que le puso los cuernos a su madre sumido en la depresión y acabó arruinando la vida de su propia hija en un círculo vicioso de mentiras.


Romanticemos la vida, es lo mejor al parecer.

Y una mierda.

—¿Crees que en verdad fue bueno que ella viera eso, hermano? —Blass comenzó con su intento de héroe.

Probemos a contar hacia atrás antes de atizarle un jodido golpe.

No estaba en mi mejor estado en este momento para tolerar su estupidez.

Había venido al bosque por algo, estaba paseando en soledad por algo, ¿por qué era tan difícil de entender para éste idiota?

Me giré bruscamente, mirándolo, esperando que fuera suficiente para que se largue, notando que no quería compañía.

Vestía pantalones deportivos que caían por su cintura desvergonzadamente, mostrando sus calzoncillos Calvin Klein y estaba aún sin camisa.

Podía ver en sus ojos la duda florecer, sabía que en otras circunstancias, ya se hubiera largado, pero claro, tenía que hacerse el héroe.

—Puedes ir a pedirle a Mia una puta mamada como el cabrón de Drake si quieres una igual. —Le muestro el fierro caliente que aún sostenía en mi mano.

—Jodido psicópata, baja esa porquería, ¿a quién cojones le importa un poquito de fuego en la piel?

Enmarco una ceja y sonrío de lado, divertido, tirándole el fierro que esquiva en un ágil movimiento que lo llevó a perder el equilibrio con una rama del suelo, cayendo delante de mi.

Miró detrás de nosotros, hasta donde llegó el hierro y giró para mirarme a mi con odio en los ojos.

—¿Por qué fue eso hijo de puta? —Le ofrezco la mano para que se levante y la toma con fuerza, poniéndose en pie.

Me divertía provocando los botoncitos de Blass.

—Dijiste que no era nada, pero te vi huyendo como lo hace una puta de la policia. —Me reí.

Chaos Monster.© #1 The Monster's Series (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora