Jungkook se despertó de golpe, su respiración agitada y el corazón latiendo a mil por segundo. Había soñado nuevamente con el accidente, ese instante en que creyó que todo acababa. En su sueño, el resplandor de una mano sobre su corazón brillaba con una luz intensa, cegadora, pero reconfortante. Era Jimin. Siempre Jimin.— ¡Maldición! —se levantó bruscamente de la cama, pasándose una mano por el cabello. Su propio corazón latiendo frenéticamente lo enfurecía, le recordaba que no tenía el control. Todo ese torbellino de emociones nuevas lo desconcertaba y odiaba la idea de que Jimin, de todas las personas, fuera quien lo provocaba.
— Necesito aire —masculló mientras se vestía rápidamente y salía en dirección a su auto.
La universidad estaba como siempre, llena de gente, pero Jungkook sentía que su mente estaba a kilómetros de distancia. Al encontrarse con Namjoon y Yoongi, intentó actuar con normalidad, pero ellos lo conocían demasiado bien.
— ¿Qué te pasa últimamente? —preguntó Namjoon, frunciendo el ceño mientras lo estudiaba—. Estás raro.
— Sí —agregó Yoongi—. No eres el mismo.
Jungkook bufó, cruzándose de brazos.
— Estoy bien. No sé de qué están hablando.
Pero en su interior, sabía que no era cierto. Nada estaba bien desde que Jimin había aparecido en su vida. Se sentía perturbado, fuera de control, y eso lo irritaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Una chica se acercó coquetamente a Jungkook, sus ojos brillando con intenciones claras.
— Hola, Jungkook —dijo con una sonrisa sugerente—. ¿Nos vemos después de clases?
Jungkook le devolvió el coqueteo, manteniéndose en su papel habitual. Tenía su objetivo claro: llegar a las 500 mujeres antes de los 20. Mientras ella hablaba, él planeaba el próximo encuentro. Sin embargo, cuando su mirada se desvió hacia el pasillo, lo vio. Jimin estaba en su casillero, sacando libros y algunas hojas que parecían a punto de desparramarse.
Un pensamiento cruzó su mente: preguntarle si estaba bien. El recuerdo de la caída de Jimin la noche anterior, su dificultad para respirar, lo inquietaba. Pero eso solo le enfurecía más. ¿Por qué demonios le importaba?
— Maldita sea —murmuró entre dientes, decidiendo que lo mejor sería ignorarlo. Sin embargo, antes de que pudiera seguir su camino, vio cómo a Jimin se le caían los libros al suelo, desparramando las hojas por todas partes.
— ¡Maldita sea! —gruñó, girando sobre sus talones. Sin saber cómo ni por qué, sus piernas lo llevaron hacia él. Se agachó de mala gana, recogiendo las cosas de Jimin mientras su furia seguía ardiendo dentro.
— ¿Estás bien? —preguntó, pero su tono era tan frío como el hielo.
Jimin le sonrió, algo sorprendido. No era común que Jungkook ayudara a alguien, y mucho menos que le importara cómo estaba.
— Estoy bien, gracias por preguntar —respondió Jimin con amabilidad, aunque sabía que esa pregunta no venía del todo sincera.
— No pareces estar bien —soltó Jungkook, con tono cortante—. Lo de ayer... no puedes ni respirar bien. ¿Qué diablos te pasa?
Jimin lo observó con detenimiento, esa mezcla de frustración y preocupación en los ojos de Jungkook le resultaba fascinante. A pesar de su tono hostil, Jimin percibía que, en el fondo, Jungkook estaba genuinamente inquieto.
— Te dije que estoy bien, Jungkook. No necesitas preocuparte por mí.
— ¡No estoy preocupado! —respondió Jungkook inmediatamente, alzando la voz. Apretó los dientes, enfadado consigo mismo por haber dejado que algo se le escapara.
— Claro... —Jimin lo miró con una sonrisa suave, sin molestarse por la reacción de Jungkook.
Después de un silencio incómodo, ambos terminaron recogiendo las últimas hojas y se levantaron.
— Vamos, llegaremos tarde a clase —dijo Jimin, guardando los libros en su mochila.
Jungkook lo observó por un segundo más, su ira apenas contenida, y asintió con un bufido. Ambos caminaron hacia el salón, mientras las emociones de Jungkook seguían arremolinándose dentro, incomprensibles, indomables. ¿Cómo era posible que Jimin lo afectara tanto, incluso cuando parecía no estar haciendo nada? Lo odiaba por existir, pero al mismo tiempo... no podía dejar de pensar en él.
Después de la clase, Jungkook estaba en el pasillo cuando Namjoon y Yoongi se acercaron a él.
— Jungkook, hoy hay otra fiesta en la casa de Minho. ¿Vas a ir? — preguntó Namjoon con entusiasmo.
— Sí, claro. — Jungkook respondió sin pensarlo, ya acostumbrado a las fiestas. Su cumpleaños estaba a solo siete meses y aún le faltaban 129 mujeres para cumplir su objetivo.
Jimin, que estaba detrás de ellos, escuchó la conversación y se sintió frustrado. Cada vez que creía que había un pequeño cambio en Jungkook, este volvía a sus viejas costumbres. La misión estaba resultando mucho más difícil de lo que había imaginado, y el tiempo se estaba acabando.
— Jungkook, recuerdas que hoy acordamos ir a tu casa para terminar el proyecto, ¿verdad? — dijo Jimin, acercándose a él.
Jungkook suspiró pesadamente y siguió caminando, dando a entender que Jimin debía seguirlo. Sin decir una palabra más, se dirigieron hacia su auto.
— ¿Tus padres nunca están en casa? — preguntó Jimin con curiosidad mientras subían al vehículo.
— Vivo solo — respondió Jungkook, manteniendo la mirada en la carretera.
— ¿Solo? — Jimin estaba sorprendido. — Es una casa muy grande para una sola persona.
Jungkook se sorprendió aún más al ver que Jimin no sabía nada de él. Estaba acostumbrado a que todos conocieran su vida y a que los demás sintieran envidia. Pero Jimin parecía no estar impresionado ni interesado en lo que tenía. Sin embargo, decidió aclararle.
— No me gusta hablar sobre mi vida privada. — dijo Jungkook. — Prefiero mantener esas cosas para mí.
Jimin asintió, entendiendo la señal. — Está bien, lo respeto.
Llegaron a la casa de Jungkook y comenzaron a trabajar en el proyecto. A medida que pasaba el tiempo, Jimin trataba de concentrarse en la tarea, pero la frustración seguía presente. Había pasado tanto tiempo intentando conectar con Jungkook sin mucho éxito, y el plazo para cumplir su misión se acercaba rápidamente.
A pesar de la tensión en el aire, Jimin seguía esforzándose por ayudar a Jungkook, esperando que algún día lograra hacer una diferencia en su vida.
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Fallen Light - KOOKMIN
RomansJimin es un ser de luz, puro y lleno de amor, conocido por su amabilidad y su capacidad para traer paz a las almas perdidas. Durante siglos ha llevado a cabo misiones en diversos planetas, rescatando a aquellos que han perdido el rumbo y ayudándolos...