Capítulo XI : La misión ha llegado a su fin.

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El sol comenzaba a filtrarse por las cortinas de la habitación de Jungkook. Su cuerpo estaba pesado, el cansancio del día anterior aún lo arrastraba, pero, después de todo lo que había ocurrido, sabía lo que tenía que hacer. Decidido, se levantó de la cama, sus ojos cansados y mente aún confundida por los eventos recientes. Lo que pasó con Jimin tenía que quedar atrás. No podía permitir que ese chico continuara metiéndose en su vida, desordenando todo lo que él controlaba con tanta facilidad antes de su llegada.

Con ese pensamiento, Jungkook se alistó rápidamente. Se vistió con una de sus chaquetas caras, que siempre le daba la seguridad que tanto le gustaba proyectar, y se miró al espejo. "Hoy, vuelvo a ser yo", se dijo, respirando hondo, como si de alguna manera eso fuera suficiente para convencerlo. Y con esa determinación, salió de su casa.

Al llegar a la universidad, sintió el peso del día anterior todavía colgando sobre él, pero se prometió a sí mismo que lo ignoraría. Jimin no existía, Jimin no significaba nada. Con cada paso que daba por los pasillos, se obligaba a sí mismo a mantener esa fachada. Una sonrisa adornó sus labios cuando vio a Namjoon y Yoongi esperándolo en el lugar habitual.

—¡Ahí está el chico que conocemos! —dijo Namjoon, sonriendo ampliamente al ver que Jungkook se acercaba.

—Pensé que te habías perdido en tus pensamientos —bromeó Yoongi, levantando una ceja, claramente refiriéndose a la actitud extraña que Jungkook había mostrado últimamente.

—¡Por fin! —exclamó Namjoon, dándole una palmada en la espalda—. Estás de vuelta, Kook. Ya era hora.

Jungkook sonrió, aunque en el fondo algo dentro de él se sentía extraño. No podía dejar de pensar en la sensación de vacío que sentía cuando intentaba ignorar el caos en su interior. Pero sabía cómo esconderlo, era lo que mejor hacía.

—Ya sabes, necesitaba tomarme un tiempo para reflexionar —respondió Jungkook con una sonrisa torcida—. Pero ahora estoy bien. Así que, ¿a quién apuntamos hoy?

Namjoon se rio, sabiendo perfectamente a qué se refería.

—Ese es el Jungkook que conozco. ¡Finalmente! —rió Namjoon—. No puedo creer que te hayas tomado tantos días libres. Vamos, el campus está lleno de oportunidades. ¿A quién tienes en la mira esta vez?

Jungkook sonrió y, tras ver a Yunjin a lo lejos, dijo:

—Creo que ya tengo a alguien en mente.

—¿Yunjin otra vez? —comentó Yoongi, levantando una ceja—. ¿No te cansas de siempre lo mismo?

—¿Cansarme? —respondió Jungkook con confianza—. Ella siempre es un buen rato.

Namjoon y Yoongi se rieron mientras Jungkook se dirigía hacia Yunjin, quien lo vio venir y le devolvió una sonrisa coqueta. Cuando llegó junto a ella, la conversación fluyó con la familiaridad de quienes ya se conocían.

—Hey, Yunjin —la saludó Jungkook, inclinándose levemente para hablar más cerca de ella.

—Vaya, ¿quién te resucitó? —respondió ella con una sonrisa divertida—. Hace días que no te veía.

—He estado ocupado con cosas de la universidad —mintió él, restándole importancia—. Pero ahora tengo algo de tiempo libre... ¿Qué dices si lo pasamos juntos?

Yunjin lo miró, haciéndose la pensativa por un momento, pero sabían perfectamente cómo terminaría.

—¿Hoy en la noche? —preguntó ella, arqueando una ceja.

—Eso suena perfecto —dijo Jungkook, sonriendo con satisfacción—. Te paso a buscar.

—Hecho —respondió Yunjin, guiñándole un ojo antes de alejarse.

Jungkook regresó con Namjoon y Yoongi, y se unieron en carcajadas, sintiéndose en su ambiente nuevamente.

Por otro lado, Jimin observaba todo desde lejos. Su corazón dolía de una manera que nunca había sentido antes. No podía soportar ver cómo Jungkook volvía una y otra vez a la misma rutina destructiva. Sentía una desesperación que le quemaba por dentro, una tristeza profunda que nunca había experimentado. Jimin, por primera vez, sintió lágrimas rodar por sus mejillas. No podía entender por qué estaba experimentando emociones tan humanas, pero sabía que le dolía. Y mucho.

Con el corazón roto y sin saber qué más hacer, Jimin se alejó, sintiéndose impotente ante la situación. Jungkook estaba volviendo a caer en su vida habitual, y Jimin no podía hacer nada para evitarlo.

Durante los días siguientes, Jungkook se dedicó de lleno a su objetivo de alcanzar a las 500 mujeres. Jimin intentaba acercarse, pero cada vez que Jungkook lo veía, parecía ignorarlo, como si fuera invisible. El dolor de Jimin crecía más y más con cada día que pasaba, sintiéndose cada vez más desesperado, perdido en una misión que parecía imposible.



Jimin caminaba por la universidad con el corazón destrozado. Por primera vez en su existencia, sentía que no cumpliría con una misión. Le quedaban solo dos días para que Jungkook mostrara algún cambio, solo dos días para que la misión pudiera continuar. Si no lo hacía, todo terminaría, y Jimin tendría que regresar a su planeta habiendo fracasado. Algo que nunca había ocurrido.

Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, un gesto tan inusual para él, incapaz de contener el dolor y la desesperación. Justo en ese momento, un resplandor suave apareció detrás suyo. El guardián de los seres de luz, un ser imponente y lleno de autoridad, estaba allí. Jimin sintió su presencia y de inmediato hizo una pequeña reverencia, secando sus lágrimas apresuradamente antes de suspirar profundamente.

—Lamento no haber cumplido con mi misión —dijo Jimin, con la voz quebrada, sin atreverse a levantar la vista.

El guardián lo observaba en silencio por un momento, y su voz, seria y firme, rompió el silencio.

—Estoy sorprendido, Jimin. Jungkook está peor desde tu llegada. Parece haber perdido la cabeza por completo. —Su tono no contenía juicio, pero sí una verdad dolorosa.

Jimin alzó la mirada, con los ojos llenos de súplica.

—Por favor, denme más tiempo... solo un poco más. Estoy seguro de que puedo ayudarlo. Él... él puede cambiar. —Su voz temblaba, aferrándose a la poca esperanza que aún tenía.

El guardián negó con la cabeza, su expresión se mantuvo seria, casi fría.

—Si tú, el alma más pura y amorosa que tenemos, no has logrado cambiarlo, nadie podrá hacerlo. —Su tono era definitivo, una verdad que Jimin no quería aceptar, aunque sabía que en el fondo era cierta.

El corazón de Jimin se encogió aún más al escuchar esas palabras. Sentía como si el peso del fracaso lo aplastara. Se mordió el labio inferior, intentando contener las lágrimas que amenazaban con volver a salir.

—Solo... solo un poco más —insistió Jimin, con la voz apenas audible—. Por favor.

El guardián lo miró en silencio, antes de sacudir levemente la cabeza.

—Mañana podrás volver a Elysium. Te apreciamos mucho, Jimin, y valoramos tu esfuerzo. Pero esta misión ha llegado a su fin. Es tiempo de que regreses a casa.

Jimin sintió cómo su corazón se rompía un poco más con cada palabra que el guardián pronunciaba. No podía creerlo, no quería creerlo. Pero no tenía elección. Hizo una última reverencia, casi sin fuerzas, mientras las lágrimas volvían a correr por sus mejillas. El guardián desapareció con la misma suavidad con la que había llegado, dejándolo solo con el peso de su fracaso.

Jimin permaneció en el mismo lugar, sin saber qué hacer.

Fallen Light - KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora