Era una de esas noches en las que todos los jugadores jóvenes del Barça se reunían para relajarse y desconectar un poco de la presión del fútbol. Después de una larga semana de entrenamientos y partidos, habían decidido pasarla viendo películas en la habitación de Ansu y Ferran. El grupo, como siempre, estaba compuesto por Balde, Ferran, Marc Casadó, Marc Guiu, Gavi, Pedri, y, claro, Pau Cubarsí y Héctor Fort. Las luces estaban bajas, las mantas desparramadas por el enorme sillón y el suelo, y el ambiente lleno de risas y comentarios sobre la película.
Pau y Héctor, como siempre, se habían sentado juntos, aprovechando la cercanía que tanto disfrutaban sin levantar sospechas. Aunque eran pareja desde hacía tiempo, lo mantenían en secreto. Solo se permitían pequeñas muestras de cariño cuando estaban solos, como un abrazo rápido o un gesto que parecía más de amigos que de novios ante los demás. Esta noche no era diferente. Pau sentía la cálida presencia de Héctor a su lado, y aunque deseaba entrelazar su mano con la de él, se controlaba por las miradas ajenas.
En mitad de la segunda película, Pau decidió levantarse a buscar un vaso de agua. La habitación de Ansu y Ferran ya la conocía bien, ya que las habitaciones de todos eran prácticamente iguales, y había pasado por allí varias veces. Caminó con calma hacia la pequeña cocina y se sirvió agua, disfrutando del silencio por unos segundos. A lo lejos, escuchaba las risas suaves de los chicos y el murmullo de la película que continuaba.
Cuando regresó al sillón, su lugar al lado de Héctor había sido usurpado por Ansu, quien, sin siquiera notarlo, se había acomodado justo donde él estaba. Pau dudó un segundo, no queriendo causar una escena, pero tampoco queriendo sentarse en otro lugar lejos de Héctor. Algo dentro de él lo impulsó a hacer algo atrevido, algo que normalmente no haría delante de todos. Sin pensarlo dos veces, decidió que si no podía recuperar su lugar, simplemente se sentaría sobre Héctor.
Con movimientos casuales, se dejó caer sobre el regazo de Héctor, cruzando las piernas con naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo. Héctor lo miró, sorprendido, pero no dijo nada. En lugar de eso, sonrió con esa mirada que Pau tanto amaba y, sin dudar, le rodeó la cintura con los brazos, atrayéndolo hacia su pecho. Pau sintió el calor de Héctor a través de la delgada camiseta, y su corazón comenzó a latir un poco más rápido. Héctor, con su típica despreocupación, apoyó la barbilla en el hombro de Pau, mirando la pantalla como si nada extraño estuviera ocurriendo.
Pau, por otro lado, intentaba mantener la compostura, aunque la cercanía de Héctor lo hacía sentirse increíblemente consciente de cada uno de sus movimientos. La presión de las manos de Héctor en su cadera, el calor de su respiración en su cuello, todo lo hacía sentir como si estuvieran en una burbuja, apartados del resto del mundo. Los demás chicos seguían concentrados en la película, riéndose de vez en cuando, sin notar la posición algo íntima en la que estaban Pau y Héctor.
El tiempo pasó, y cuando la película estaba a punto de terminar, Ferran, siempre el más observador, se dio la vuelta. Al ver a Pau sentado encima de Héctor, con los brazos de este último alrededor suyo, no pudo evitar arquear una ceja y lanzar una pregunta que rompió el silencio en la habitación: "Chicos, ¿qué están haciendo así?"
De inmediato, todos los demás se giraron hacia ellos, mirándolos con curiosidad. Pau sintió el calor subirle al rostro, poniéndose completamente rojo, y no sabía qué decir. Héctor, en cambio, permaneció completamente tranquilo, sin soltar a Pau, como si no hubiera absolutamente nada extraño en la situación.
Pau intentó justificarse, tartamudeando por los nervios. "Ansu... me robó mi lugar... y no me quedó otra opción..." dijo, su voz apenas audible y cortada por la vergüenza.
Balde fue el primero en responder, con una sonrisa que dejaba claro que no se lo creía del todo. "Mmm, dudoso," comentó, divertido. "Se ven demasiado cómodos, si me preguntas."
Pau se retorció un poco, tratando de disimular su nerviosismo, mientras Héctor seguía impasible. "Es que Pau es muy abrazable, es como un peluche," dijo Héctor con una sonrisa traviesa, aumentando aún más la vergüenza de Pau.
"¡¿Qué?! ¡No soy un peluche!" protestó Pau, su rostro volviéndose aún más rojo, si es que eso era posible.
Ferran, que disfrutaba demasiado de la situación, se echó a reír, contagiando al resto del grupo. "Joder, Pau, ¡que vas a estallar!" dijo entre carcajadas, y pronto toda la habitación estaba llena de risas. Pau, escondiendo el rostro en las manos, no podía evitar sonreír a pesar de la vergüenza.
Héctor, por su parte, lo miraba con ternura. Le encantaba ver a Pau sonrojado, ese rubor que hacía que su rostro pareciera aún más dulce. Sin soltarlo, se inclinó un poco más cerca de su oído y susurró, lo suficientemente bajo como para que solo Pau lo escuchara: "Me encanta cuando te pones así de rojo, ¿lo sabías?"
Pau solo logró enrojecerse más, pero no dijo nada. Aunque le daba vergüenza que los demás los miraran, no podía evitar sentir una calidez agradable en el pecho por estar tan cerca de Héctor, rodeado por sus brazos. Era su lugar seguro, incluso cuando el resto del mundo estaba riendo.
Finalmente, la película terminó, y aunque las bromas continuaron durante unos minutos más, los chicos comenzaron a dispersarse, estirándose y desperezándose tras la larga noche de películas. Pau, todavía sentado sobre Héctor, se levantó con lentitud, sintiendo cómo su corazón seguía latiendo rápido. Mientras los demás recogían las cosas y comentaban entre risas lo ocurrido, Héctor le dedicó una última sonrisa a Pau, una sonrisa que le decía que todo estaba bien, que no importaba lo que dijeran los demás, ellos dos sabían lo que sentían.
Y así, entre risas y bromas, la noche terminó, pero el secreto de su relación seguía intacto, al menos por un poco más de tiempo.
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