---Desde que Rocky, el labrador negro de Héctor, empezó a acompañarlo al club, todos notaban que el perro tenía una predilección por dos personas: su dueño Héctor y, sorprendentemente, Pau Cubarsí. Los demás jugadores se divertían cada vez que veían las ocurrencias de Rocky, quien dejaba claro que, para él, ellos dos eran su “familia”.
La bienvenida exclusiva para “su familia”
Cada vez que llegaban al club, Rocky no podía evitar hacer una escena: apenas veía a Pau y a Héctor juntos, corría hacia ellos, saltando alrededor con el entusiasmo de un cachorro. Los demás jugadores se daban cuenta de que el perro tenía ojos solo para ellos.
—Rocky, ¿quieres saludar a tus “papás”? —bromeó Ferran, levantando las cejas y cruzándose de brazos.
—No sabía que éramos tan importantes —comentó Pau, riendo mientras se inclinaba para acariciar a Rocky, quien le lamió la cara con emoción.
Héctor, divertido, miró a Pau y le dio una palmadita en el hombro. —¿Ves? Yo soy su “papá,” pero creo que tú eres su favorito.
—Eso es porque soy más divertido que tú —replicó Pau, sonriendo mientras Rocky le daba su atención exclusiva, ignorando incluso a Héctor por un momento.
El “guardián” en el vestuario
Un día, Pau estaba en el vestuario, buscando su botín, cuando sintió algo contra su pierna. Al mirar hacia abajo, ahí estaba Rocky, sentado junto a él como un fiel guardián, observando cada uno de sus movimientos.
—¿Qué haces, Rocky? —le dijo Pau, acariciándole la cabeza, aunque estaba claro que el perro no planeaba irse.
Al ver esto, Balde comenzó a reírse. —Héctor, tu perro está jugando a ser guardaespaldas de Pau. ¡Ni lo deja moverse!
—Es que Rocky sabe reconocer a las personas importantes, ¿verdad, amigo? —comentó Héctor, acercándose y dándole una rascada a su perro, quien miró hacia Pau, asegurándose de que todo estaba en orden.
—Ya lo veo, Rocky. Yo también me siento seguro contigo —bromeó Pau, intentando ignorar las risas de sus compañeros, que ya lo molestaban diciéndole que Rocky lo estaba “protegiendo.”
Una siesta en equipo
En una tarde de descanso, mientras el equipo se relajaba en la sala común, Héctor y Pau decidieron tumbarse en el suelo alfombrado. Apenas lo hicieron, Rocky se les acercó y, sin dudarlo, se acomodó encima de ellos, estirando sus patas y dejándose caer con todo su peso sobre ambos.
—¿Acaso este perro no sabe lo pesado que es? —se quejó Pau, riéndose mientras intentaba moverse sin éxito.
—Parece que solo quiere estar cerca de sus “papás” —dijo Ferran con una sonrisa pícara, mientras algunos de los chicos sacaban sus teléfonos para capturar el momento.
Rocky, al escuchar la risa de todos, movió la cola y acomodó la cabeza sobre el pecho de Héctor, mirando con ternura a Pau como si también esperara que él se recostara cómodamente.
—Creo que Rocky es el más feliz aquí —bromeó Héctor, dándole una palmada en la espalda al perro.
Pau sonrió, sin poder ocultar su gusto por la situación. —Parece que a este pequeño le gusta la familia.
—Sí, pero él te prefiere a ti, “mamá” —dijo Héctor, guiñándole un ojo mientras Pau intentaba no sonrojarse.
La carrera inesperada
Durante uno de los entrenamientos, Rocky estaba sentado pacientemente a un lado del campo, observando cómo Héctor y Pau practicaban juntos. De repente, cuando ambos comenzaron a correr lado a lado en una carrera amistosa, Rocky se levantó y salió corriendo hacia ellos, como si quisiera unirse.
—¡Miren a Rocky! ¡Ni siquiera va con Héctor, sino con Pau! —gritó Ferran, mientras todos observaban al perro corriendo junto a Pau, siguiéndolo con lealtad.
Pau, sin poder evitar reír, trató de alcanzarlo, y Rocky se detuvo justo al lado de él, mirándolo con la lengua afuera y moviendo la cola.
—Creo que tienes un nuevo entrenador personal —dijo Héctor, acercándose y sonriendo, mientras Rocky esperaba al lado de Pau con total atención.
Los chicos, viendo esta escena, estallaron en risas. —Definitivamente, Héctor, creo que tu perro tiene una “preferencia,” —añadió Balde, divertido.
La foto familiar
Antes de marcharse, los compañeros insistieron en tomar una foto “familiar” de Héctor, Pau y Rocky. Los tres se acomodaron en un banco, y cuando Rocky se subió sobre ellos y puso una pata sobre cada uno, la escena fue perfecta.
—¡Digan “familia”! —gritó uno de los chicos, y justo en ese momento Rocky lamió la mejilla de Pau, haciendo que todos rieran aún más.
—Este perro tiene claro a quién quiere, ¿eh? —comentó Marc, capturando el momento en una foto que todos sabían que quedaría para el recuerdo.
Así, Héctor y Pau se despidieron del club ese día, sabiendo que el vínculo con Rocky no solo los hacía reír, sino que también los unía de una manera especial, dejando en claro que, de alguna forma, ya formaban una pequeña “familia.”
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