[]----Hecbasí

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En el vestuario del Barcelona, la atmósfera siempre era relajada y llena de camaradería, pero había algo especial entre Héctor Fort y Pau Cubarsí que todos notaban

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En el vestuario del Barcelona, la atmósfera siempre era relajada y llena de camaradería, pero había algo especial entre Héctor Fort y Pau Cubarsí que todos notaban. Desde hacía meses, Héctor había desarrollado una costumbre que nadie podía ignorar: abrazar a Pau por la cintura, de frente o por detrás, cada vez que tenía la oportunidad. Lo hacía de una manera tan natural que hasta parecía que llevaban siendo pareja desde hacía años.

Era una tarde después del entrenamiento cuando todo comenzó. Pau estaba distraído, revisando su teléfono, cuando Héctor se acercó sigilosamente y lo abrazó por detrás, posando las manos en su cintura. Pau, acostumbrado a ese tipo de gestos, sonrió tímidamente y levantó los brazos para rodear el cuello de Héctor, descansando su cabeza contra el pecho de su amigo.

"Ahí están mis papis otra vez," bromeó Alejandro Balde desde el otro lado del vestuario, haciendo que todos se rieran.

"¿Cuándo se casan?" agregó Ansu Fati, burlándose mientras Pau se sonrojaba intensamente.

"Dejen a mi princesa en paz," respondió Héctor con una sonrisa traviesa, apretando a Pau un poco más cerca.

Pau sintió su corazón dar un vuelco. Aunque estaba acostumbrado a los apodos de Héctor, siempre le hacían sentir una mezcla de nervios y algo más que no se atrevía a reconocer del todo. 'Princesa', 'mi amor', 'lindo'... Héctor lo llamaba de tantas maneras cariñosas que cada vez que lo hacía, Pau se ponía rojo como un tomate, lo que solo aumentaba las bromas de sus compañeros.

Unos días después, estaban en el gimnasio, entrenando. Héctor, aprovechando que Pau estaba descansando, se acercó y lo abrazó por delante, colocándole las manos firmemente en la cintura, como de costumbre.

"Vamos, Pau, ¿cuánto más vas a hacerme esperar?" dijo Héctor en broma, con una sonrisa pícara.

"¿Esperar qué?" preguntó Pau, levantando una ceja pero sabiendo perfectamente a qué se refería. Lo había escuchado mil veces antes.

"La boda, obvio," respondió Héctor, riendo. Pau dejó escapar una risa nerviosa mientras envolvía los brazos alrededor del cuello de Héctor, como siempre lo hacía cuando lo abrazaba. Estar así, tan cerca de Héctor, era una sensación a la que no sabía cómo ponerle nombre, pero que le encantaba. Lo hacía sentir seguro, en paz, y a la vez, su corazón latía rápido.

"Son insoportables, ¿cuándo nos invitan a la luna de miel?" gritó Ferran Torres desde la máquina de pesas, haciendo que todos estallaran en carcajadas.

Pau no dijo nada, solo enterró su rostro en el cuello de Héctor, tratando de ocultar su creciente rubor. Sin embargo, el abrazo de Héctor se volvió más cálido, y el silencio entre ellos se sintió diferente, más íntimo.

Esa noche, después de la cena en la residencia del equipo, Héctor y Pau se encontraron caminando solos por los jardines del lugar. La luna brillaba sobre sus cabezas, y el aire fresco hacía que todo se sintiera más calmado, más real. Héctor, como era de esperarse, no tardó en tomar a Pau por la cintura nuevamente, pero esta vez el gesto no fue seguido por bromas. No hubo risas ni comentarios de sus amigos; solo estaban ellos dos.

"Pau..." Héctor comenzó, su voz más suave de lo habitual, casi seria.

"¿Qué pasa, Héctor?" preguntó Pau, volviéndose hacia él, sus manos encontrando instintivamente el cuello de Héctor.

Héctor lo miró con una intensidad que hizo que el corazón de Pau comenzara a latir desbocado. "Es que... hace mucho que quiero decirte algo."

Pau tragó saliva, sintiendo cómo su estómago se revolvía. "¿Qué cosa?" murmuró, sus ojos buscando los de Héctor.

Héctor tomó aire y, sin apartar la vista de Pau, le acarició la mejilla con una ternura que Pau no había experimentado antes. "Me encanta abrazarte, bromear contigo... pero la verdad es que todo eso lo hago porque siento algo más por ti."

El mundo pareció detenerse en ese momento. Pau sintió un calor subirle desde el pecho hasta la cara, dejándolo completamente paralizado.

"Pau, me gustas. No sé desde cuándo, pero no puedo dejar de pensar en ti. Cuando te abrazo, cuando te llamo mi amor o princesa, lo hago porque lo siento de verdad. No es solo una broma. Quiero que seas mi pareja."

Pau no sabía qué decir. Su corazón estaba a mil por hora, y su mente trataba de procesar lo que acababa de escuchar. ¿Héctor... estaba confesándole su amor?

Tomando aire profundamente, Pau lo miró a los ojos. "Héctor... yo..." Se detuvo, su voz temblaba un poco, pero al ver la mirada sincera de Héctor, supo que no podía seguir ocultando lo que sentía. "Yo también siento lo mismo. Me haces feliz, más de lo que imaginaba."

La sonrisa que se formó en el rostro de Héctor fue de pura alegría. Sin esperar más, lo abrazó de nuevo, esta vez con más fuerza, y Pau, con el corazón latiendo como loco, lo rodeó por el cuello como siempre lo hacía, pero esta vez sintiendo que todo tenía más sentido.

"Entonces, ¿eres mi pareja ahora?" preguntó Héctor en un susurro.

Pau, aún sonrojado, asintió suavemente, con una sonrisa que no podía ocultar. "Sí, Héctor, soy tu pareja."

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