Era una tarde soleada en la Ciutat Esportiva Joan Gamper, y el equipo del Barça estaba en pleno entrenamiento. Los jugadores se preparaban para hacer un ejercicio de resistencia, utilizando una banda elástica que unía a dos compañeros mientras uno intentaba correr y el otro debía resistir.
Pedri y Ferran estaban asignados juntos, compartiendo el elástico. Como siempre, Ferran aprovechaba cualquier oportunidad para bromear con su compañero, y esa no sería la excepción.
Mientras ajustaban el elástico alrededor de sus cinturas, Ferran se inclinó hacia Pedri con una sonrisa pícara y, sin previo aviso, le dio un beso en el cuello.
-Para, pesao, que hay cámaras -murmuró Pedri, mirando de reojo las cámaras que grababan el entrenamiento, mientras intentaba mantener la compostura.
Ferran, divertido por la reacción de Pedri, se inclinó un poco más y, con tono de broma, respondió:
-Perdona, mi amor.
El rostro de Pedri se encendió de inmediato, volviéndose de un rojo intenso mientras intentaba mirar hacia otro lado para que no notaran lo afectado que estaba. Sentía que el rubor le delataba mucho más de lo que le gustaría. Intentando concentrarse en el ejercicio, comenzó a correr hacia adelante con más fuerza de la necesaria, pero Ferran no podía dejar de reírse.
Después del entrenamiento, Ferran y Pedri caminaron tranquilamente hacia la habitación de Ferran, aunque cualquiera que los conociera podría decir que bien podría ser la habitación de Pedri también. No solo tenía su cepillo de dientes, sino que también parte de su ropa se encontraba en el armario del más alto. Pedri pasaba tanto tiempo allí que el espacio se sentía como una extensión de su propia habitación, y, para ser honestos, él prefería estar allí.
Al llegar, Ferran se metió a la ducha, y Pedri no dudó en tirarse sobre la cama de su compañero. Había algo en esa cama que le fascinaba, quizá la comodidad de las sábanas, pero lo que realmente lo tranquilizaba era el olor. El aroma de Ferran impregnaba cada rincón, y aunque Pedri no lo quería admitir, eso lo calmaba, lo hacía sentir seguro. Dormir ahí se había convertido en una costumbre, y más cuando Ferran dormía a su lado. Todo el club bromeaba con que parecían una pareja, y aunque Pedri solía reírse y desmentirlo, una parte de él disfrutaba de esa cercanía.
Pedri cerró los ojos por un momento, disfrutando del silencio, pero cuando escuchó la puerta del baño abrirse, se giró en la cama y se encontró cara a cara con Ferran, que salía del baño con solo un short, sin camiseta. Su torso firme y musculoso brillaba por la humedad, y su pelo aún mojado caía despreocupadamente sobre su frente. Ferran le dedicó una mirada divertida, claramente consciente del impacto que causaba en su amigo.
-¿Te gusta la vista, mi amor? -preguntó Ferran, guiñándole un ojo con una sonrisa traviesa.
Pedri sintió cómo su rostro se encendía instantáneamente. Se tapó la cara con las manos, intentando ocultar lo que sabía que era un rubor intenso.
-¡Cállate, tonto! -murmuró con nerviosismo-. Vete a cambiar.
Pero Ferran, siempre jugando, ignoró la sugerencia y se lanzó a la cama, envolviendo a Pedri en sus brazos. El menor intentó protestar, pero solo logró sonrojarse aún más. Ahora estaba completamente atrapado entre los brazos fornidos de Ferran, quien se reía divertido por la expresión de incomodidad de su amigo.
-¡Ferran, quita! -se quejó Pedri, sintiendo el calor de la piel desnuda de Ferran contra su propia camiseta.
-¿De verdad quieres que me quite, Pedri? -bromeó Ferran con un tono más bajo, haciéndolo sonrojar aún más, mientras le daba un pequeño apretón.
Pedri no respondió, simplemente enterró la cara en el pecho de Ferran, incapaz de soportar la vergüenza. El corazón le latía con fuerza, y aunque su mente le gritaba que debía apartarse, su cuerpo no se movía. Al contrario, sin siquiera pensarlo, se acurrucó más contra el mayor, buscando el calor de su cuerpo. El silencio que siguió fue breve, pero suficiente para que Ferran se sorprendiera por el gesto inesperado. Sin embargo, lejos de apartarlo, dejó que Pedri se quedara allí, disfrutando de ese pequeño momento de cercanía.
-Vaya, qué mimado te has puesto ahora -dijo Ferran en tono bajo, mientras una sonrisa suave se asomaba en sus labios.
Pedri seguía sin decir nada, pero su respiración se había calmado, y aunque no lo admitiría en voz alta, estar entre los brazos de Ferran lo hacía sentir increíblemente seguro. Tal vez era la comodidad de la cama, o tal vez el hecho de que el olor a Ferran siempre le tranquilizaba más de lo que quisiera admitir.
Después de unos minutos de estar así, ambos se levantaron, sabiendo que debían bajar al comedor. Pero antes de salir, Ferran le revolvió el pelo a Pedri.
-Vamos, amorcito, que si no llegamos pronto nos van a hacer más bromas todavía.
-¡Cállate, Ferran! -respondió Pedri, medio sonriendo y medio avergonzado.
Una vez en el comedor, las bromas comenzaron desde el momento en que cruzaron la puerta. Como era de esperar, sus compañeros ya habían visto el video del entrenamiento.
-¡Mira quién llegó, el romántico del Barça! -gritó Gavi desde su asiento, señalando a Pedri con una sonrisa traviesa.
-Ferran, ¿le vas a dar otro besito a tu amor? -bromeó Raphinha, provocando una carcajada general.
Pedri se quedó quieto, sintiendo cómo la vergüenza le recorría el cuerpo nuevamente. Sabía que se estaba poniendo rojo, pero lo que más le molestaba era no poder evitarlo. Ferran, por otro lado, estaba disfrutando de todo el espectáculo.
-Tío, ¡mira cómo lo tienes! -exclamó Eric García, señalando la cara de Pedri, que estaba más roja que nunca.
Ferran no paraba de reírse. Parecía estar en su salsa, divirtiéndose a costa de Pedri.
-Lo siento, chicos, no puedo evitarlo. ¡Pedri es irresistible! -dijo Ferran, guiñándole un ojo al menor.
Pedri intentó responder, pero las palabras no le salían. Lo único que pudo hacer fue lanzarle una mirada de advertencia a Ferran, que solo lo hizo reír más.
-Tranquilos, tranquilos -dijo Frenkie, tratando de calmar las risas-. Vamos a dejar que el pobre Pedri se recupere, ¿no veis que ya parece un tomate?
-Ya, ya, mejor no lo pongamos más nervioso -añadió Gavi con una sonrisa-, o Ferran se lo va a llevar corriendo otra vez a su cuarto.
-¡Joder! -murmuró Pedri, llevándose las manos a la cara.
A pesar de las bromas, todos sabían que Ferran y Pedri eran inseparables. Y aunque Pedri intentara fingir indiferencia, la sonrisa que se asomaba en sus labios decía lo contrario.
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Aca tienen el video:
https://vm.tiktok.com/ZMhAsU1du/
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Fiksi Penggemarboludeces que escribo para leer yo misma, si quieren lean y si les gustan recuerden votar 🙌