Era un día soleado en la ciudad, y el equipo de fútbol del Barcelona se preparaba para un nuevo entrenamiento en las instalaciones del club. Pau Cubarsí, con su característica sonrisa, estaba conversando animadamente con algunos compañeros, como Ferran Torres y Marc Casadó. La energía del grupo era palpable; los chistes y risas resonaban en el aire. Sin embargo, todo cambió en un instante cuando Héctor Fort apareció como si tuviera un detector que le indicara la cercanía de Pau con otros.—¡Eh, cuidado que Pau tiene un novio celoso, eh! —gritó Ferran, riendo mientras veía a Héctor acercarse con una expresión decidida.
Héctor se acercó rápidamente, rodeando la cintura de Pau con su brazo en un gesto posesivo, pero al mismo tiempo cariñoso.
—Lo siento, chicos, pero necesito a Pau para algo —dijo Héctor, con un tono que dejaba claro que no aceptaría ninguna objeción.
Pau se sonrojó un poco ante la atención, disfrutando de cómo su novio demostraba su afecto.
—¿Vas a necesitar ayuda para atarte los zapatos, Héctor? —bromeó Marc, mientras el resto del equipo estallaba en risas.
—No, no, esto es asunto de dos —respondió Héctor, con un guiño a Pau antes de comenzar a alejarse con él.
Mientras se alejaban, los gritos de sus compañeros continuaron resonando.
—¡No te vayas muy lejos, Pau! ¡No querrás que Héctor se ponga celoso! —gritó Alejandro Balde, riendo a carcajadas.
Héctor, manteniendo su mano en la cintura de Pau, lo guió hacia una esquina del campo de entrenamiento donde podían hablar sin ser interrumpidos. La cercanía entre ellos era evidente, y Pau no podía evitar sentirse protegido por esa intimidad, algo que le encantaba.
Una vez que llegaron a su rincón, Pau se volvió hacia Héctor, que lo miraba con una mezcla de seriedad y ternura.
—¿Qué pasa, Héctor? —preguntó Pau, sintiendo cómo el corazón le latía más rápido.
—Nada, solo quería asegurarme de que no te alejaras de mí. —Héctor pasó su otra mano por la espalda de Pau, bajando un poco la mirada, lo que hizo que Pau sonriera.
—No te preocupes, estoy aquí contigo. —Pau lo miró a los ojos, intentando tranquilizarlo.
Héctor dejó escapar una risita nerviosa y se inclinó un poco hacia Pau.
—Me encanta que me digan celoso, pero no puedo evitarlo. Solo quiero protegerte.
A medida que se alejaban nuevamente hacia el grupo, Pau no pudo evitar sentirse feliz. Las bromas de sus amigos no le molestaban; al contrario, lo hacían sentir especial. Sin embargo, las actitudes de Héctor a veces llevaban las cosas a un nuevo nivel.
Más tarde, durante un ejercicio de equipo, Pau estaba entrenando con otros jugadores cuando Héctor apareció, claramente en modo “protección”. Un compañero de Pau, el nuevo fichaje del equipo, se acercó a charlar con él.
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