Blair
El coro de Ride de Lana del Rey se escuchaba a todo volumen mientras miraba el techo acostada encima de mi cama con las manos sobre mi estómago. Desde que Lara me había dejado en casa, hace media hora, que había estado escuchando mi playlist favorita, tratando de apaciguar esta sensación amarga en el pecho que me perseguía.
Tarareé la canción tratando de distraer mis pensamientos y cerré mis ojos en un intento de concentrarme en la melodía, ignorando que mis ojos dolían y pesaban de tanto llorar.
«Debes volver a tu centro, Blair. No permitas que te hagan sentir vulnerable»
Solté una exhalación ruidosa que hizo arder mi pecho y oculté mi cabeza entre las almohadas. No fui consciente de cuánto tiempo estuve así, hasta que, la voz de Billie Eilish con Chihiro me hizo sobresaltar al mismo tiempo que daban tres golpes en la puerta.
Levanté mi cara de las almohadas y fruncí mi ceño. Mamá no tocaba. Ella solo entraba a menos que le pidiera mi espacio como lo hice hace un rato. Me levanté de la cama y le bajé el volumen a la música de mi computadora. Me acerqué lentamente a la puerta, poniendo mi oído en ella, pensando que mi oído o sentido supersónico podía adivinar quien estaba detrás de esta.
—Sé que tienes el oído pegado en la puerta, Blair —la voz de Hayes me hizo sobresaltar en el lugar— abre.
—¿Cómo sabe eso este idiota? —susurré con el corazón latiéndome a mil por hora por el susto.
—Porque eres demasiado predecible, aunque lo niegues —respondió Hayes del otro lado—. Ahora, ¿vas a abrir o tengo que seguir siendo más listo que tú toda la noche?
Me quedé paralizada un segundo. ¿Acaso estaba leyendo mi mente o solo tenía una puntería aterradora para saber lo que decía justo en ese momento? Fruncí los labios y, aunque dudé por un instante, me obligué a girar la perilla y abrir.
Ahí estaba él, apoyado contra el marco de la puerta, cruzado de brazos, con una ceja levantada. Un mechón cobrizo caía por su frente y sus ojos ámbar se centraron en los míos. Esa mirada siempre me desconcertaba, como si supiera algo que yo no. Era la primera vez que lo veía desde la fiesta, hace días, y mi corazón latió desbocado al verlo.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, cruzando mis brazos también, intentando imitar su pose defensiva.
Se enderezó lentamente analizándome por completo. Desde mi postura hasta mi rostro. Me reduje unos segundos en mi lugar. No me había dado cuenta que había abierto la puerta así. Con mis ojos hinchados de tanto llorar y el rostro rojo. Una oleada de vergüenza y vulnerabilidad cruzó nuevamente mi pecho. Mierda.
—Me enteré lo que pasó —dijo sin rodeos con una voz suave que nunca había utilizado conmigo en todos estos años.
—¿Quién te dejó entrar?
—Tu madre —respondió serio— estaba preocupada por ti.
Suspiré y aparté la mirada, sintiendo una punzada en el pecho al recordar la escena de esta tarde. Fue como si todo volviera a revivirse por un segundo y mi estómago se revolvió al recordar esa foto mía. Desnuda.
—Estoy bien —repliqué, pero mi voz no sonó tan convincente como hubiera querido.
Hayes soltó un leve resoplido, casi una risa, como si mi respuesta fuera la cosa más predecible del mundo.
—Blair, no tienes que fingir —declaró, su tono perdiendo la ironía— no conmigo. Ya te lo dije, eres demasiado predecible. Cuando dices algo, es completamente lo opuesto.
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Bad Behavior
Teen Fiction[+18] «La línea entre la atracción y el odio nunca había sido tan fina y tentadora» Hayes Seaton es el audaz y atractivo capitán del equipo de baloncesto de Horizon University, conocido por su carisma arrolladora y su gran destreza en la cancha com...