Capítulo XXIV: El príncipe del ego inflado

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Blair

Imbécil 🥱: voy a pasarte a buscar mañana. Acuérdate que tengo partido contra UCLA y debes acompañarme como la buena novia que eres.

Yo: ni lo sueñes. Tengo que avanzar con un proyecto.

Imbécil 🥱: te ayudaré si quieres, deja de llorar. Todos van a estar esperando que hagamos aparición juntos. Nadie nos creerá si no es así.

Yo: me caes muy mal.

Imbécil 🥱: no es algo nuevo. ¡Nos vemos, querida! 🥰

Esos fueron los mensajes que me llegaron el día de ayer en la noche antes de dormirme y levantarme con el pie izquierdo. Era mi segundo día fingiendo ser novia de Hayes y a pesar de la atención y los artículos que salieron sobre nosotros en el periódico de la universidad, como si fuera magia o algo por el estilo, Reed no se me había aparecido.

Bueno, quizás contribuyó a que lo había bloqueado de todas mis redes sociales, pero ni siquiera deambuló por los pasillos de la facultad como siempre lo hacía. Quizás después de todo, fingir con Hayes no era tan malo. Además solo era por un tiempo hasta que todo esto se calmara. De igual manera, no podía mentir. Me sentía segura a su lado aunque fuera irónico.

Salimos de la clase de diseño arquitectónico más ajetreados y estresados que nunca. Ethan a mi lado seguía anotando unas cosas en su tablet cuando salimos del salón con respecto al proyecto y yo memorizaba los consejos que me había dado la profesora sobre mi escultura.

—¿Vas a ir a ver a tu novio al partido? —me preguntó Lara, sacándome de mis pensamientos mientras nos dirigíamos a las taquillas.

Suspiré, resignada.

—Por desgracia, tengo que —murmuré, encogiéndome de hombros.

Y luego agregué:

—Supongo que me acompañarán en esta tragedia —abrí mi taquilla mientras guardaba mi bolso de materiales— aún no me acostumbro a que la gente se fije en cada cosa que hago.

—Voy a ver a mi marido, así que si —murmuró Ethan, alzando su vista de su tablet con un brillo especial en sus ojos.

Sonreí al escucharlo. Ethan y Mike cada vez estaban más cerca y estaba segura que estos dos estaban generando sentimientos de por medio. Me sentía muy feliz por ellos. Algo bueno que saliera de este año tan caótico.

—Yo iré para que no pasen vergüenza —mencionó Lara, divertida— tengo que supervisarlos.

—Que graciosa —medio la empujé y ella me abrazó por los hombros— de igual forma tengo que asegurarme que el pendejo de Reed no ande merodeando por ahí como un cuervo.

Tan solo escuchar que lo nombraran mi piel se erizó al instante. Mi estómago empezó a revolverse.

—No creo que tenga el descaro de ir al partido del novio —remarcó Ethan— de la chica de la cual está obsesionado. Es como si quisiera ser el centro de burlas después de todo lo que se dijo en el periódico. No creo que tenga tan poco amor propio para hacer eso.

Me relajé un poco al escuchar su seguridad, aunque en el fondo una pequeña parte de mí aún temía que Reed fuera capaz de cualquier cosa con tal de perturbar mi vida. Traté de convencerme de que él tenía razón. Sin embargo, la imagen de Reed rondando, observando desde las sombras, se negaba a abandonarme.

—No hablemos de él, por favor —dije, intentando sonar despreocupada mientras cerraba la taquilla con un golpe suave.

Mis amigos me dieron una sonrisa de disculpa y cambiaron el rumbo de la conversación.

Bad BehaviorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora