Chapitre quatorze

30 5 0
                                        

Un terrible dolor de cabeza, disminución del apetito, mareos constantes, la baja repentina de mi presión sanguínea y sueños terriblemente realistas que terminaban cumpliéndose... así fue como mi adolescencia se presentó.

Mi Gen-X se activó un día cualquiera a mis trece años, recibiendo así una de las mayores bendiciones y maldiciones conocidas por la humanidad: ver el futuro.

Aunque esto vino con un costo, uno realmente bajo: una mala salud.

Aquel día, poco antes de que mi padre fuera a una misión para los X-men, saliendo de la nueva escuela para mutantes "Jean Grey", mi presión sanguínea disminuyó de golpe, lo cual me hizo desmayar mientras papá y yo comprábamos ropa para mis muñecas.

Papá, en cuanto se percató de mi estado, me cargó como una princesa y yo me aferré a su cuello en medio de mi inconsciencia.

Estuve inconsciente un par de horas, y desperté finalmente en mi hogar, donde Hank McCoy le decía a mi padre algo que nunca olvidaría —Una salud precaria a cambio de saber lo que ocurrirá, es un precio bajo—Fue lo que dijo.

Mi padre, cuando notó que estaba despierta, se sentó para explicarme lo que me ocurría, y básicamente era que en climas fríos, me costaría menos trabajo atrapar un resfriado que a un enfermo de neumonía tener problemas por el clima.

Se volvió común para mí enfermarme después de estar en la nieve sólo un par de minutos: resfriados, gripe, infecciones de garganta, tos, toda enfermedad era común para mí en aquella época.

Sin embargo, podía ver el futuro, prevenir a mi padre y a todos de cualquier amenaza que se avecinara, y gracias a eso, después de lo ocurrido en San Francisco y al día M, cuyos hechos no quiero recordar, nació Utopía, la nación mutante.

Mamá y la Fuerza Fénix volvieron a aparecer, y pronto ella volvió a irse; pero en su lugar fue papá quien me dio su apoyo, quien me cuidó y protegió de todo lo que podía... lo adoraba con el alma, y atesoraba a mi madre en mi corazón, guardando las caracolas que conseguimos en la playa juntas.

Logan tampoco me dejó sola, y fue él quien me dijo que siguiera mis sueños, como mi madre lo hubiera querido, que siguiera adelante atesorando su recuerdo siempre.

Mis estudios académicos fueron avanzando más en San Francisco, cuando empecé una carrera en busca de la paz humano-mutante, y donde me rechazaban en la escuela por el simple y sencillo hecho de ser mutante: me golpeaban, me robaban mis útiles, y ningún profesor se detuvo a ayudarme aunque sea un poco.

Gracias a mi poder para ver el futuro, podía saber dónde dejaban lo que me robaban, para mi padre y los demás X-Men no era un secreto lo que me hacían, pero no hacíamos nada por los estúpidos centinelas que nos vigilaban a todo momento.

—¡Es un mutante! ¡Un mutante!—Eran algunas de las cosas que gritaban los alumnos en cuanto me veían en la Universidad.

Sin embargo, las cosas cambiaron, y un día, debido a mi precaria salud y a una onda de calor que azotó al país, terminé desmayándome en medio de la calle.

Estaba en un paseo común y sencillo por Nueva York cuando pasó, y por fortuna, fui rescatada por Spider-Man, quien ignoró mi identidad mutante y se ofreció a ayudarme en lo que pudiera, conociendo así a mi buen amigo y vecino: Peter Parker.

Presenté a Peter ante mi padre, y fue cuando supe cuán celoso podía llegar a ser.

—El día que aparezca alguien verdaderamente digno, entonces aceptaré que tengas novio, Andrómeda, pero a él no lo acepto—.

Lo dijo enfrente de Peter, y ambos nos pusimos tan rojos como el traje de Spider-Man, que tuvo que explicar, con lujo de detalle, que él era novio de Kitty Pryde, y que nos conocimos por mero accidente.

Sin embargo, más tragedias llegaron a nosotros, y me fui de los Estados Unidos junto a muchos otros mutantes cuando se fundó una nación mutante en la que pude, finalmente, estar en paz junto a mi familia.

Fue poco después del ataque Centinela a la isla que descubrí mi poder para ver y viajar entre dimensiones...

En un desesperado intento por salvar a algunos mutantes de los centinelas, corrí deseando que pudiéramos aparecer en el edificio más seguro de la ciudad, y entonces una visión llegó a mí.

Se trataba de alguien, un héroe desconocido, vestía un traje azul con una capa roja, y se acercaba a mí preguntando —¿Quién eres?—.

Al observar mi entorno, noté que estábamos en un callejón vacío y sucio en pleno invierno, y que el hombre estaba flotando, parecía estar volando en realidad.

La visión se fue casi tan rápido como llegó, y entonces vi mi futuro: si hacía lo que me decía la visión, moriría salvando a los mutantes.

Mi presión bajó de golpe debido al miedo, y me desmayé mientras cubría al grupo de mutantes con mi cuerpo, por suerte, alguien llegó justo a tiempo para salvarnos a todos.

Me desperté escuchando una conversación entre mi padre y Storm.

—Mi hija es la más hermosa, supera incluso a los personajes de cuentos de hadas, no, ella es un cuento de hadas—Dijo mi padre, en un timbre bastante alegre.

—Eres un padre demasiado protector y consentidor, Scott—Dijo Storm, en un tono serio, pero no preocupado, sino más bien, consternado.

—Eso lo sé, Ororo, pero no puedes culparme, ella es todo lo que tengo en el mundo, no puedo perderla o me volveré loco... además, mírala, es tan linda y pura, tan buena... demasiado buena para el mundo—Dijo mi padre, como lamentando algo.

Escuché un suspiro de mi padre —En el mundo no la aceptan pese a que ella nunca les hizo nada, y en cambio ellos la han hecho sufrir, la han hecho llorar... por eso quiero tu ayuda, Ororo—Dijo mi padre, serio.

—Ororo, lamento tener que pedirte esto, pero por favor ¿Podrías ayudar a mi hija?—Fue lo que dijo mi padre.

Ororo escuchó atentamente su petición, mientras yo me levantaba de la cama en silencio, escuchando atentamente la petición de mi padre —Sabes que a Andy le hace daño estar en climas fríos, y se acerca la temporada de lluvias... temo por ella—Dijo.

Ororo siguió en silencio un rato antes de hablar —¿Quieres que mantenga la isla cálida?—Dijo ella y mi padre lo negó —No, no la isla, a Andy—Dijo mi padre.

—Deja una parte de la isla con clima cálido, y que Andy viva allí—Dijo mi padre antes de que yo tocara la puerta, llamando la atención de Ororo y mi padre.

Mi padre, al notar mi presencia, se acercó a mí y me cubrió con la chaqueta que llevaba puesta.

Notó por mi expresión que había escuchado su conversación, así que se limitó a abrazarme mientras volvíamos a la sala —Es mejor para ti que permanezcas en climas cálidos, Andy... no quiero que te pase nada—Dijo mi padre, preocupado.

Yo no refuté, porque no podía hacerlo, ciertamente era mejor para mí permanecer en un lugar cálido... eso aliviaría una preocupación de papá —Es normal que te enfermes en esta época, recuerda que tu salud no es la mejor—Me dijo papá, y yo asentí.

Semanas después, una lluvia terrible llegó a la isla, y el aire frío y húmedo me tumbó en la cama con 38° de temperatura corporal, tos, y dolor corporal.

Llamé a mi padre para decirle que no podría ir a cenar, y en cuanto le pedí que viniera a casa, se rió levemente porque me avergonzaba pedirle ayuda.

—Oh, te resfriaste de nuevo, no te preocupes, no es molestia cuidar de ti, soy tu padre después de todo—Dijo y regresó a casa de prisa.

Cuando empezó a cuidar de mí toda aquella semana, me deprimí bastante al recordar a Cable —Lamento que tengas que cuidar de mí... cuando ni siquiera soy tu hija—Dije.

Mi padre detuvo sus manos, que estaban picando algunas verduras para comer, antes de sonreír y girarse para mirarme —Eres mi preciosa hija, Andrómeda... puede que no vengas de mi sangre, pero mi corazón te ha reconocido como tal, y no voy a permitir que nadie piense lo contrario—Dijo mi padre, muy seguro de sus palabras.

—Dime papá... ¿Cómo se encuentra mi tío Logan?—Le pregunté y papá sonrió aún más alegre —Oh, bien, ya lo conoces, dice que vendrá a verte este fin de semana—Dijo y yo sonreí —Qué bien...—Dije, dejándome consentir por mi padre.

An "M" between heroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora