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Año 1485 reino del fuego.


- Traigan a la doctora TRÁIGANLA YA.

- Ayúdenme por favor, duele mucho.

- Su majestad pronto pasará respire profundo y puje, puje fuerte, LA DOCTORA ¡YA!

Los gritos resonaban en cada esquina del palacio cuando una mujer entro a la habitación dando portazos para poder ponerse entre las piernas de aquella joven de 14 años cuyas horquillas del peinado se le encajaban en la cabeza, el largo vestido se le pega a la piel por el sudor frío mientras su enorme panza resaltaba con obviedad. La reina estaba en trabajo de parto.

Mientras tanto el rey caminaba en círculos frente a la puerta de su esposa angustiado por los gritos, la desesperación de ir a consolarla ante sus súplicas de ayuda le provocaba picor en las manos, mientras a lo lejos se veían las luces de las velas que el pueblo entero había encendido a las afueras del palacio como plegaria a las hadas por la llegada de un heredero varón.

En la habitación la reina lloraba desesperada, la doctora le había puesto un trozo de cuero en su boca para que pudiera morderlo y sobrellevar mejor el dolor, pero aun así sus gemidos desesperados no disminuían, él bebe se negaba a salir de su vientre por más que ella se esforzaba, las piedras de fuego de su pecho empezaban a perder brillo, su vida se le escurría entre las manos.

- Me duele, me duele demasiado, ya no aguanto más, por favor llamen a mi mamá, quiero ver a mi mamá NECESITO VERLA POR FAVOR.

- Un poco más mi reina, siga pujando, luche por su hijo o morirá, puje PUJE.

- Mamá, mami por favor ven, no me dejes sola que siento que la vida se me va, te necesito, esto duele demasiado AYUDA POR FAVOR SE LOS SUPLICO AYÚDENME.

Nuevas contracciones provocaban que la reina llorara a gritos mientras abrazaba con fuerzas un pequeño muñeco que la había acompañado gran parte de su infancia, era lo único que le habían permitido conservar cuando a los 12 años le anunciaron que sería mujer, su peluche fue su único acompañante en los embarazos fallidos, en los bebes nacidos muertos, y ahora, en este nuevo parto, el más doloroso de todos ya que fue el único que logro alcanzar las 10 lunas.

- Mi reina despierte, ayude a su bebe a nacer o va a morir despierte.

Una de las doctoras en su afán de despertarla intentó arrancarle el muñeco a la joven provocando que ella reaccionara aferrándose al muñeco mientras ponía todas sus fuerzas en sacar el bebe de su interior.

- No se lo lleven, el señor Chispas no molesta, no me lo quiten, no me lo qui...

Un nuevo grito por parte de la reina le impidió poder seguir hablando, un grito coreado por el pequeño recién nacido que por fin había abandonado su cuerpo.

Demasiado débil para seguir la reina se desmayó en la cama, pálida, sudorosa, con el rostro manchado de llanto y su pequeño juguete en el suelo el cual calló al mismo tiempo que el bebe nació.

Ambas doctoras dedicaron su atención de lleno en el bebe, una de ellas buscaba arena mientras la otra elevaba una oración a las hadas agradeciendo la nueva vida, las sirvientas salieron de la habitación gritando emocionadas que era una niña.

Apenas las puertas se abrieron el rey entró corriendo en dirección a su esposa apartando a las personas que le mostraban a la bebe, la niña estaba rodeada de manos que la atendieran, pero su esposa, su niña, su mujer, su amada, se encontraba inconsciente en la cama completamente sola.

El hombre después de comprobar que estuviera viva recostó el cuerpo de su amada sobre el suyo propio mientras recibía en sus brazos a su primera hija viva.

- Claennis, ese será tu nombre, porque serás luz y tranquilidad para todos los que te rodeen, espíritu puro y bondadoso, o mi pequeña, Claennis será tu nombre.

Clamaba el rey mientras con un brazo arrullaba a su niña y con el otro acariciaba el cuerpo débil de su esposa.

- Traían a una nodriza, la reina ni siquiera pudo desarrollar sus pechos, es imposible que de leche.

Le susurró discretamente una de las doctoras a la otra.

- ¿El sangrado no paró?

La otra responde negando con sutileza.

- Eso nunca me había sucedido en un parto... algo salió mal.

La conversación se vio interrumpida cuando poco a poco la reina empezó a recobrar la conciencia pidiendo ver a su hijo.

- Está muy sana, que las hadas la bendigan y pueda vivir mucho tiempo con sus padres.

Abrumada y confundida la reina revisa al bebe envuelto en mantas en sus brazos, horrorizada al comprobar que no es un niño.

- Llévensela, esta no es mi bebe, tráiganme a mi hijo, los cambiaron, esta niña no es mi bebe ¡Tráiganme a mi hijo por favor!

- Mi reina, esta es su hija, nadie ha cambiado nada.

Horrorizada la reina abraza el brazo de su esposo mientras vuelve a llorar desconsolada.

- Me disculpo mi reí, perdóneme por dar a luz a una niña, hice todo lo posible para que fuera un varón, lo prometo, hice todos los rezos, cánticos y rituales, le suplico me perdone, amor mío.

- Mi amada, los niños y las niñas son iguales para mí, seremos bendecidos con más hijos, ya verás que me darás muchos herederos, ahora tranquilízate, no habrá ninguna represalia contra ti por tener una niña.

- ¿La quiere mi señor?

- ¿Y cómo no quererla? Ella es sangre de mi sangre, fruto de la mujer que nació para mí, es fruto de nuestra unión.

Mientras el rey consolaba a su esposa el reino apagaba las velas embravecidos, decepcionados por la falta de un heredero, si el rey moría, la dinastía terminaría por culpa de esa niñita infértil, incapaz de tener hijos, debió de haber muerto en el parto, una reina que trae niñas es la mayor deshonra y vergüenza.

Villanos de una historia mal contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora