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Año 1490 reino del fuego.

Anastasia subió al carruaje llorando, triste porque se sentía expulsada de su hogar, despreciada por su padre, y abandonada por todos los que conocía.

En cambio, a Claennis la buscaban por todo el castillo sin resultados, nadie sospechaba que la niña se había escondido en una habitación bajo tierra que le habían enseñado los niños de la servidumbre, solo a la caída de la noche la pudieron encontrar cuando la luz de las piedras de fuego de su cuerpo la delataron.

Al llegar a la torre de hechicería la esperaba la institutriz Atice, una mujer de mediana edad recocida por su mal carácter, autoritaria y firme como su gran cabellera rizada y rubia la cual contrastaba con su piel morena, junto a ella estaba un esclavo mucho más viejo, era el que tenía más poder de toda la servidumbre ya que ejercía las labores de "la voz del rey" ejecutando la voluntad del soberano en su ausencia.

La chica llegó sucia por sus constantes intentos de escape, tenía el rostro arañado por las piedras del suelo. Al llegar a una habitación la princesa vio por primera vez la que sería la razón de sus tormentos por un largo tiempo, Atice la esperaba molesta.

La mujer tomó a la chica prácticamente arrancándole el vestido para poder examinar su cuerpo con detenimiento.

- No me toques ¡¿Quién diablos eres?! ¿Qué más quieren de mí?

Le reprochó a la mujer que ya la había sujetando pegando sus brazos a su cuerpo sosteniéndola por los codos.

- Así que la pequeña salvaje habla.

Dijo en tono de burla antes de que su voz se volviera amenazante.

- No me gusta repetir las cosas así que más te vale que entiendas muy bien esto, estás aquí para convertirte en la mujer que en algún momento tomara el puesto de tu madre, tu misión será servir a tu esposo y cuidar de tus hijos, que por las hadas espero que haya varios varones, si no eres capaz de hacerlo, tu hermana te remplazará y tú serás vendida a cualquier hombre que quiera casarse contigo.

- CALLATE, no sabes con quién estás hablando, soy la primera hija de los soberanos de este imperio y legítima heredera al trono, no necesito casarme con ningún machito que tome las decisiones por mí.

- ERES UNA MUJER, ASÚMELO DE UNA BUENA VEZ Y COMPÓRTATE MALDITA SALVAJE, no tienes ningún valor, si no eres capaz de cumplir con tu papel alguien más lo hará ENTIÉNDELO.

- La que no entiendes eres tú, no me compares contigo yo tengo mucho valor porque la sangre que corre por mis venas está conectada con el corazón del mundo, soy la prueba viviente del sagrado linaje real y eso nadie podrá quitármelo, nadie podrá venderme.

La mano de la mujer se levantó con intenciones de golpearla y cuando ya la princesa esperaba el golpe las risas de un hombre lo interrumpieron.

- Deberías aprender a medir tus palabras, efectivamente, la sangre real corre por el fuego que invade tu cuerpo entero, pero no olvides en donde estás, has venido a esta torre con el único objetivo de prepararte para el hombre que te desposara, estás en la torre de los hechiceros, en el purgatorio eterno.

El hombre empezó a acercarse a ella mientras la rodeaba y seguía hablando.

- Fuiste abandonada aquí porque tu sangre no es suficiente para salvarte, pero si eres inteligente y aprendes a emplear tu fuerza y belleza, quizás acabes mejor que tu madre. Debajo de cada pedazo de suelo que pisas hay un pozo sin fondo, el mundo de las miserias, quienes caen en este pozo sin fondo, son olvidados y abandonados. Sin importar lo que hagas terminarás casadas, pero de ti depende que sea con un nuevo rey que ponga una corona sobre tu cabeza, o con un campesino.

Villanos de una historia mal contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora