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Año 1493 torre de magos .

El paisaje a su alrededor era confuso, el chico jamás había visto un árbol y ahora estaba frente al único de todo el reino; el sol pasaba con delicadeza, su luz dorada entre sus ramas y abundantes hojas verdes, el color de los frutos amarillos y rojizos contrastaban colgando de las ramas, la brisa parecía silbar en melodías extrañas, a la distancia se escuchaba el río golpeando contra las piedras que lo habitaban, y en medio de todo estaba ella.

La chica parecía un miembro de la servidumbre, con su larga melena negra atada en un moño alto, su vestido manchado de tierra y cenizas de carbón como si se hubiera caído varias veces antes de llegar a donde estaba, subía con torpeza por las ramas del árbol con los pies descalzos intentando agarrar uno de los frutos amarillo brillante.

El chico se acercó en silencio a la chica, observando como poco a poco se acercaba más al fruto, una vez ella se sostuvo de una rama de la cual se sostenían 3 mangos Nóbrac le hablo al ver que había apoyado su peso en una rama muy delgada.

- Yo no podría mi pie hay si fuera tú.

La chica se volteó de golpe al notar que había sido descubierta rompiendo la rama que la aguantaba por la brusquedad cayéndole encima al muchacho con todo y mangos.

- TÚ ERES LOCO, por tu culpa casi me mato, inteligente asintomático, rata peluda, mecha trapo, negro desteñido.

- ¿Por mi culpa? Si la que estaba cual mono muerto de hambre montada en esa mata eras tú, yo ni te toqué rolo de chichón de piso lambucia.

- ¿Cómo llegaste aquí? ¿Quién eres tú? Espera, ¿DÓNDE ESTÁN MIS MANGOS?

La chica se levantó apresurada del cuerpo del chico volteando en todas direcciones hasta encontrar su preciado fruto y agarrarlo.

- Si muchas gracias yo también estoy bien no es como si me hubieras caído encima como de 6 metros de altura.

Refunfuño el pobre chico sobándose la espalda aún sentado en el suelo mirando a la chica que de repente se puso aún más pálida de lo que ya era.

- Por favor júrame que no le dirás a Atice, ni a ella ni a cualquiera de las otras ratas de dos patas.

- ¿Ratas de dos patas? No sé de qué me hablas, pero tampoco veo razón para culparte de nada, si me consigues ungüento para el golpazo que me comí por tu culpa cuentas con mi silencio.

- ¿Sabes qué hay detrás de estos muros, crees que pueda escapar si los trepo?

- ¿Por qué quieres escapar?

- Fui traída contra mi voluntad, me quieren casar con un machito que ni conozco solo para continuar con la corona, dicen que al hombre que seleccionaron para mí es horrible, que se comerá mi corazón y chupara mi alma hasta que solo quede como un títere que le dará acceso a la corona que me pertenece por derecho, aparte dicen que es horrible como un trol y aun así debo darle hijos.

- No es horrible.

- ¿Lo conoces? ¿es verdad que olfatea a las mujeres antes de hablar con ella como lo hacen los perros? Dicen que es el hijo de un guardia y que disfruta cortándole los dedos y las orejas a sus compañeros en el ejército; si les hace eso a ellos ¿qué me esperará a mí?

El pobre muchacho se quedó sin palabras, apenas acababa de llegar y ya lo habían pintado de trol, monstruo, agresivo, chupa almas y como si no fuera suficiente le había caído su futura esposa encima la cual pensaba que tenía intenciones de cortarle las orejas, la gente de la torre en verdad era creativa, todo eso sin contar que le dijeron negro desteñido, inteligente asintomático, rata peluda, mecha de trapo y aún no llevaba ni un día completo en ese lugar.

Villanos de una historia mal contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora