EL LOCO DE LOS MIL MUNDOS

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Imperio de los mares 1528

- Alguien te espera.

Dijo la sultana mientras soltaba con rudeza el rostro del forestal, dándole la espalda en dirección a su trono. Tras estas palabras unas puertas se abrieron detrás de Sander.

- Él te acompañará al sanatorio, llegó poco después que ustedes buscándote, contestó con cierta sorna la mujer.

Luzbel apareció tras las puertas, con su imponente figura de ángel caído mientras a Sander un sudor frio le recorría la pierna al volverlo a ver y recordar su último encuentro, el como lo había encerrado en un círculo de piedras, con la sensación de terror y pánico volver a él, la ansiedad incontrolable que creía haber superado.

Tal fue su impresión al volverlo a ver qué incluso por un momento volvió a sentir los gusanos en su rostro al recordar como aquel hombre le había hundido la cabeza en un cadáver podrido.

- No esperaba encontrarte nuevamente, menos aquí.

- Nada hace reír tanto como la sorprendente discrepancia entre lo que esperamos que suceda y lo que vemos que sucede.

Volver a escuchar su voz fue un punto de quiebre, trayendo de nuevo los recuerdos infernales. Las imágenes se arremolinaron en su cabeza sin piedad; el hombre que intentó ayudarlo y fue asesinado, como Luzbel lo obligó a tener relaciones con aquel cadáver, como rompió los huesos de sus piernas golpeando con una piedra sin detenerse una y otra vez, el cómo tuvo que arrastrarse con sus brazos para escapar, cuando lo enterraron vivo bajo hielo y sal, y al despertar descubrir que Joas se había suicidado.

Toda esa información volvía a su cabeza mientras luchaba por mantenerse firme y sereno ante la mirada divertida de aquel hombre, que era como si se alegrara de verlo, como si realmente sintiera satisfacción de haberlo encontrado nuevamente después de que él se escapó de sus manos. La pequeña sonrisa que esbozó el ángel caído fue más que suficiente para hacerle sentir escalofríos por todo su cuerpo.

A primera vista podía parecer bastante educado ese gesto, incluso algo agradable, pero el borgoña de sus ojos solo transmitía el deseo de volver a repetir el infierno del círculo de piedras de nuevo.
El pobre muchacho apenas tuvo tiempo para procesarlo cuando una ondina ya lo estaba empujando en dirección a Luzbel.

El hombre parecía brillar bajo el agua irradiando confianza y tranquilidad para todos a su alrededor, parecía un ángel que había bajado a la tierra con autorización divina y tenía las puertas de su reino abiertas de par en par, pero solo Sander sabía que frente a ellos estaba un verdadero demonio, y de propia mano.

“La casa de los inocentes”, como se bautizaba el sanatorio, resulto ser una pequeña construcción dentro de una cueva submarina con cámaras de oxígeno. La edificación estaba iluminada por plantas azules que desprendían una tenue luz en medio de la neblina del lugar completamente blanco, el cual contrastaba con los uniformes negros de las enfermeras, criaturas de piel escamosa y grandes orejas que ya los estaban esperando en la entrada.

- Pensé que habías venido a dar una advertencia, no a rescatar a un miserable elfo.

- Ninguna criatura es miserable, además la advertencia ya la di, el problema es que no me creen.

- ¿Y qué esperabas? Si todos los gobernantes le hicieran caso al primero que vienen diciéndoles que hay peligro el mundo entero sería un caos ¿Crees que por ser un Elfo Forestal serías la excepción? Eres demasiado ingenuo, Sander.

- Bienvenidos al sanatorio –los interrumpió una de las enfermeras– Es curioso ver a tantas personas por aquí ¿podemos ayudarles en algo?

- Venimos buscando a un extranjero, exactamente a un elfo estrellado que fue internado en este lugar. Al parecer fue un error, hay que sacarlo de inmediato.

Villanos de una historia mal contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora