EL LOCO DE LOS MIL MUNDOS

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Campos de concentración

Reino del viento 1528

- AYUDA POR FAVOR, QUE ALGUIEN ME AYUDE A SACARLO DE AQUÍ.

Nurbanu gritaba y gritaba mientras desataba a Kosair del techo y su cuerpo caía de golpe al suelo inevitablemente, incluso después de haber perdido varios kilos Kosair seguía siendo muy pesado para ella, el hombre intentaba ponerse de pie para poder salir pero ni con todas sus fuerzas podía lograrlo, en su desesperación Nurbanu lo acomodo boca arriba y empezó a jalarlo por los brazos para arrastrarlo fuera de ese lugar, Kosair solo se mordía los labios por el dolor conteniendo los gritos que no servirían de nada.

Los elfos del viento aunque los veían y Nurbanu seguía pidiéndoles ayuda nadie los ayudaba, en medio de la desesperación lo único que importa es salvarse a uno mismo, además ¿quién quería ayudar a un elfo del fuego después de lo que les habían hecho? Incluso al ver al hombre que arrastraba molido a golpes nadie se detenía.

Toussaint estaba en la puerta ayudando a los más débiles a salir, los más fuertes llevaban a algunas personas heridas en los brazos, a esos les daba las indicaciones de la cueva para que los llevaran para haya y curarlos, la mayoría le hacía caso al reconocer la máscara que llevaba puesta pero al ver que no salía Nurbanu empezó a impacientarse, no podían tardar tanto o llegaría el maldito ángel caído del gobernante con sus tropas y los volverían a encarcelar, más a ella por traidora.

Sin más remedio entro al campo buscándola, la encontró en la entrada de los calabozos subterráneos arrastrando a Kosair y gritando por ayuda, al verla llamo a dos hombres que se veían relativamente sanos y por petición del enmascarado por fin ayudaron a Nurbanu con Kosair, los hombres lo agarraron por brazos y piernas cargándolo en dirección a la cueva, por suerte el elfo había perdido la conciencia por el dolor y ya no se le veía la mueca de agonía en su rostro sucio. Mientras los dos hombres corrían Toussaint agarró a Nurbanu sosteniendo su cuerpo mientras ella pasaba su brazo por encima de sus hombros y ambos se dirigían a la cueva.

La gruta resultó ser más grande de lo que parecía al principio, la pared del fondo en realidad era una roca inmensa que se había derrumbado la cual Toussaint logro mover lo suficiente para permitir el paso de una persona a la vez, dando entrada a un pasaje subterráneo muchísimo más amplio y oscuro, los elfos del viento se ocultaban en la oscuridad aterrados pensando que los iban a matar, nadie podía ver nada y el miedo de no saber que se encontraba en la oscuridad de la cueva los ponía nerviosos.

Cuando Nurbanu llego a la gruta empezó a arrancarse pequeños trozos luminosos de su cuerpo con los que alumbro algunos puntos de la cueva, la piedra de lava no producía humo por lo que el aire no se contaminaba y la luz aunque era tenue por la poca cantidad de piedras para toda ese espacio por lo menos ya brindaba la seguridad a los elfos de saber que era lo que tenían enfrente. Toussaint les explicó a los elfos rescatados quienes eran los dos extranjeros brevemente para que no se rebelaran contra la mujer, después empezó a repartir plantas medicinales para los enfermos a las personas que habían decidido quedarse en la cueva y no escapar.

Cerraron la entrada de la gruta por prevención y a los minutos empezaron a escuchar el galopar de las tropas de la reina que llegaron al campo ahora vacío, se escuchaban claramente los gritos del gobernador furioso al encontrar su campo en ese estado, no paso mucho tiempo cuando se escucharon las órdenes de fusilamiento para los guardias que quedaban vivos en el lugar. Como el sonido pasaba para adentro de la cueva ningún elfo fugitivo habló ante el temor de ser descubiertos. Nurbanu con su cabello encendido en fuego que no producía humo se encontraba en el punto más alejado de la entrada brindando más luz para los enfermos que necesitaban que les cocieran la piel o que necesitaran que les reacomodaran los huesos para que estos soldaran correctamente.

Villanos de una historia mal contadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora