Golpe, dolor, golpe, dolor, golpe, dolor.
Solo han pasado unos minutos, dos cuánto mucho, pero siente que es una eternidad. El cuerpo le duele a horrores con cada patada y puñetazo que recibe, puede escuchar cómo sus huesos y los de sus amigos crujen y se rompen, quiere vomitar, pero sabe que si lo hace le irá mucho peor. Mentalmente maldice a Mazaru por haber metido a sus amigos y a él nuevamente en esta jodida situación y también se maldice a él mismo y a sus amigos por haber sido unos ingenuos estúpidos. Lo odiaba. Odiaba pasar por este calvario por segunda vez.
¿Formar una pandilla? ¿hacerse reconocidos, temidos y respetados? ¿dominar Tokio?; carajo, ¿en qué mierda estaban pensando sus amigos y él en este tiempo? ¿por qué razón quisieron formar una pandilla en primer lugar? y como si la respuesta literalmente le golpeara la cara (cosa que así fue por el tercer puñetazo que recibió), lo recordó.
De su grupo de amigos, solo Makoto era un varón puro, el resto de ellos eran donceles, por tanto, eran objetos de burlas en su salón de clases, señalados como anormales, deformes, fenómenos naturales. Les chiflaban como si fueran perros, les gritaban obscenidades y más de una vez quisieron propasarse con ellos. Cansados de todo fue que tomaron la decisión de convertirse en delincuentes, para demostrarles a todos esos idiotas lo equivocados que estaban y que ellos tenían igual o mejor valía que un varón genuino.
Sin embargo, ahora que estaba siendo nuevamente masacrado, la idea de ser delincuentes solo por demostrar su valía le parecía estúpida. Si algo le enseño el criar solo a su hija es que las personas nunca estarán contentas y conformes con tu persona. Siempre están a la expectativa de que cometas un error y recalcarlo las veces que quieran.
Muchas veces, escucho como los vecinos chismosos y sin escrúpulos hablaban de él a sus espaldas, el cómo lo criticaban por no haberse "cuidado" cuando "abrió las piernas", el cómo se "lamentaban" por el destino de su niña, ya que, según ellos, al ser joven y no terminar sus estudios, su bebé estaba destinada a una vida de miseria. Y así siguieron. Hablaron, hablaron y hablaron de él hasta el punto de que estaban pendientes hasta el más mínimo detalle de su vida.
Pero él, con sus acciones le cayó la boca a cada uno de ellos. Porque Hanabi era la niña más amable y educada de todo el conjunto, era responsable en sus estudios, nunca les faltaba el respeto a sus mayores, ayudaba a quien lo necesitara y amaba a los animales, tanto así que cuando cumplió 8 años les decía a todos esos metiches que de grande quería ser una veterinaria famosa y abriría muchos refugios para perritos y gatitos sin hogar.
Hanabi, su Hana, su pedacito de sol, era una niña buena, criada por él mismo, era su orgullo y no necesito demostrar nada porque ella con su actuar demostraba el buen trabajo de crianza que estaba realizando.
— Son casi tan cobardes como patéticos, ¿en verdad creyeron que unas simples perras deformes podrían hacerle frente a un verdadero hombre?, los docentes y los varones débiles como su amigo no tienen lo necesario para ser delincuentes — expresó Kiyomasa.
— ¡Escuchen, a partir de hoy serán soldados de la Tokyo Manji! — expresó otro.
Después de eso, recuerdos amargos invadieron su mente, el cómo sus amigos y él fueron los esclavos del séquito de Kiyomasa, como les obligaban a hacer sus compras, como los obligaban a pelear en peleas contra chicos mayores, el cómo los humillaban, los manoseaban y les recordaban los "pocos hombres que eran" solo por ser donceles. Finalmente, luego de que todo el séquito se fuera, con dificultad ayudó a sus amigos y a paso lento se fueron caminando hacia sus casas.
— ¡Ay! ay... ay... ay... ay
— ¿Estás bien Takuya?
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MI MOTIVO DE VIDA
FanfictionTakemichi Hanagaki es un doncel de 26 años, padre de una niña de 12 años. Al quedar embarazado, tuvo que huir y hacer muchos sacrificios para darle a su hija una vida y educación decente. Quizás no es la vida que se imaginó en su adolescencia, pero...