CAPÍTULO 13

131 29 0
                                    

Después de dar su declaración a la policía enseguida se dirigió a la casa de su madre, en donde le comentó lo sucedido, permitiéndose llorar como realmente quería, ella por su parte, lo consoló como si nuevamente fuera un niño. Akkun no merecía morir de ese modo. Dolía. Dolía como una mierda porque él nunca fue una mala persona. Si recordaba bien, su sueño siempre fue ser un reconocido estilista famoso, entonces... ¿Cómo terminó siendo uno de los altos mandos de la Tokyo Manji?

Eso... es algo que por más que le dé vueltas e invente un millón de teorías, jamás podrá entender.

— Mami

— ¿Mmmm?

— ¿Por qué estás triste?

— Ven acá bebé — la sienta en sus piernas — veras... lo que pasa es que dos amigos muy importantes para mami se han ido al cielo

— ¿Y ya no los verás más?

— Exacto mi pedacito de sol, ya no los veré nunca más — la recuesta en su pecho y la aprieta un poco.

— La muerte es fea mami

— No mi amor, la muerte no es fea, ella puede ser muy hermosa, es solo que... a veces puede ser algo injusta, igual que la vida

— Mami, ¿cómo eran ellos?

— Hinata era una mujer fuerte, decidida y con carácter pero tenía una dulzura que te llenaba el corazón y Akkun era el amigo más confiable y leal que hubieras podido tener, siempre estaba dispuesto a defender y sacrificarse por sus amigos

— Me hubiera gustado conocerlos

— A mi igual, mi pedacito de sol

— Mami, tú nunca me dejaras sola, ¿verdad? — pregunta mirando fijamente a Takemichi.

— Pero por supuesto mi bebé, yo... lucharé con todas mis fuerzas para siempre estar contigo, porque tú... eres el motivo de mi vida

— ¿Y yo tampoco moriré ahora, verdad? 

— Jiji, no bebé, para eso falta muuuchos años, cuando estés viejita y arrugada como pasita — le hace cosquillas.

— Jajajaja, mami no, jajajajaj

Takemichi entonces, comienza a mecer a su niña y le canta un pequeño fragmento de esa hermosa canción que le recitaba de bebé y que hacía que logrará conciliar el sueño en las noches de pesadilla.


Hija mía, mi amor....

Deja ya de llorar....

Junto a ti, yo voy a estar y nunca más te han de hacer mal...

Tus ojitos de luz...

El llano no ha de nublar....

Como un sol, tú me das luz y das calor a mi vivir...

Hija de amor.

De mi amor.


— Mami, te amo mucho, de aquí a las estrellas

— Y yo te amo con toda la fuerza del sol

Los días siguientes, Takemichi le dedicó todo su tiempo y atención a su pequeña.

La llevo al parque, al acuario, le cumplió unos cuantos caprichos y hacía pijamadas divertidas, pero sobre todo, la llenaba de amor y mimos.

No sabe qué grandes cambios realice en el pasado, pero sin lugar a duda, se asegurará de salvar a sus amigos y salvaguardar un mejor futuro para su hija.

MI MOTIVO DE VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora