Capítulo 4

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Pov Lisa 🖤

—¿Rosé? —respondí al tercer timbre de mi celular.

—¡Ah, gracias a Dios! ¡Estaba preocupada! ¿Dónde estás?

—En casa. Rosé, mis reuniones...

—¡Eso! ¡Tienes a cinco caballeros ya esperando en tu oficina hace una hora!

—Vas a hacer esas reuniones.

—¿Qué?

—Me oíste. Lo harás en mi lugar. No estoy dispuesta a ir hasta allí —Rosé se quedó en silencio por algún tiempo.

—Sra. Manoban, sólo soy...

—Una secretaria, lo sé. Pero en el momento, te estoy dando el poder de decidir todo por mí. Ambas sabemos que tomas en cuenta esa empresa mucho mejor que yo. En consecuencia, sabes mejor lo que es bueno o mal para ella.

—Pero...

—Estoy contando contigo, Rosé. Sé que va a salir muy bien.

Ella vaciló.

—Está bien. Voy a hacer lo mejor.

—Gracias.

Y colgó.

Mierda. Estaba en entrando en depresión de nuevo. Mi falta de ánimo había mejorado en los últimos días, pero parecía volver con fuerza total.

Me quedaría en aquella cama todo el día. Es posible que encienda el televisor cuando me canse de mirar el techo. Quizá durmiera de nuevo. No importaba. Sólo sabía que no quería levantarme.

Pero el hambre llegó con más rapidez de lo que pensaba. Cociné macarrones y fui a comer a la cama, viendo el noticiero. El día había sido increíblemente monótono. Vacío. Dos, tres, cinco horas pasaron sin que yo hiciera absolutamente nada.

Decidí checar mis e-mails para leer algunos contratos y adelantar un poco del trabajo que me esperaba al día siguiente. Uno de los correos electrónicos era de Rosé, diciendo que las reuniones habían ido bien y que gran parte de los problemas se estaban resolviendo.

—Santa Rosé —murmuré.

Leí nueve o diez contratos sin mucho interés, con la esperanza de que la noche llegara. Incluso sin interés, perdí la noción del tiempo y la noche llegó.

Cuando me di cuenta, ya eran las 11:30 y como un niño a punto de viajar al Polo Norte en Navidad, me vestí para ir a The Hills.

[...]

Llegué al recinto, el ambiente estaba un poco más lleno de lo normal. Claro, esa era la hora donde más clientes se iban a divertir.

Caminé por el salón, buscando a Jennie. En vez de eso, me encontré a CL cerca del bar.

—Hola —saludé.

—¡Lisa, querida! ¿Dónde estuviste ayer? ¿Por qué no viniste?

Había venido, pero la única persona que me vio fue Sana. Como no quería dar muchas explicaciones, mentí.

—Estaba muy ocupada ayer.

—Me alegra que no lo estés hoy. ¿Ya elegiste a tu acompañante?

—Jennie. ¿Dónde está?

—Oh, Jennie ya tiene un cliente...

—¡Pero qué mierda!

CL me miró con curiosidad. Traté de recomponerme, pasando la mano por mi cabello.

My Sweet Prostitute | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora