Capítulo 43

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Octavo mes.

Pov Lisa🖤

—Mañana va a dar la primera clase a Jennie. Yo estaré allí. Así que decidimos mejor las cosas —mi madre habló animada.

Estábamos en el primer día del octavo mes de embarazo, sentadas en la sala de nuestra casa. Era domingo.

—Bien. ¿A qué horas será? —pregunté.

—Su horario libre va de las 6 a las 8.

—Salgo a las 8 del trabajo —argumenté— Llego a casa alrededor de las 08:30.

—¿Y qué tiene? —Jennie preguntó, un poco confusa.

¿Qué tenía? Nada. No vería cómo era el tipo. No vería si tenía pinta de violador o asesino. Pero, por supuesto, no estaban preocupadas por ello. Siempre que el profesor gustos-latinos-seductor se presentara en trajes de baño con aquella mierda de sonrisa-latino-irritante (que nunca había visto, pero ya odiaba), estaba todo bien.

Fui a trabajar al día siguiente muy enojada de la vida, y tal vez fuera incluso inmadurez, pero el hecho era que no me gustaba dejar a mi mujer embarazada, hermosa y con las hormonas en fuera en una piscina con un tipo que probablemente tenía aquel acento propio de películas eróticas. Ella era todo pequeña y frágil, y él probablemente era el doble de mí. Si él intentaba algo... aquel fuego que ese tipo de hombres tenía... esa sangre burbujeando de voluntad de...

—¿Quieres cerrar la boca de mierda, carajo? —hablé alto conmigo misma, y la Sra. Parker, mi secretaria, una señora viuda con 60 años de edad, se asustó con las palabras y salió de mi oficina inmediatamente, pareciendo horrorizada.

Excelente. Ser tachada de loca era todo lo que necesitaba. Conseguí el brillante hecho de no concentrarme durante todo el día a causa de eso. Cuando fui corriendo a casa, con el objetivo de tal vez conseguir la cara del sujeto, él ya se había ido. En vez de eso, encontré a Jennie dentro de la piscina y mi madre sentada en un banco fuera de ella, las dos charlando y riendo como niñas. La empleada ya se había ido.

—Buenas noches, cariño —mi madre dijo, levantándose— Por poco no llegas antes de que se vaya Rodrigo.

—Está bien —mentí, pretendiendo no darle importancia a que, en el fondo, era mi objetivo— ¿Cómo estuvo la clase?

—Excelente —Jennie respondió sonriendo, apoyada en uno de los bordes.

—No estás casada, ¿verdad? Recuerda lo que el médico dijo. No puedes exagerar con los ejercicios.

—No estoy cansada. Es más difícil cansarse en el agua.

Me giré a mi madre, que ya estaba de pie a mi lado.

—¿Qué opinas? —pregunté.

—Bien. Él es muy responsable, y trae todo el equipo. Aquellas tablas de isopor y cosas de espumas... Es muy cuidadoso. En cada nuevo ejercicio le pregunta cómo se siente.

—¿Cuántos años tiene él?

Ella me miró como quien ve a un niño haciendo berrinche.

—No lo sé, no pregunté.

—¿Aproximadamente?

—Tal vez unos 27.

Qué bien. Un profesor de hidroginástica latino, musculoso, seductor y JOVEN.

—Mamá, dijiste que él era experimentado —hablé pausadamente, cerrando los ojos— ¿Cómo puede ser experimentado teniendo 27 años?

—Lisa —Oí la voz de Jennie repentinamente a mi lado y abrí los ojos— Necesitas parar con ese prejuicio con profesionales jóvenes.

My Sweet Prostitute | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora