Narra Izuku:
Sentía que en cualquier momento iba a sucumbir ante el temblor que sacudía mi cuerpo. Mis oídos tapados no ayudaban, y mis piernas estaban entumecidas. A pesar de todo, el insistente golpeteo en la puerta me mantenía atrapado en un bucle de incertidumbre. ¿Se habrá dado cuenta de algo y por eso está en la entrada? ¿O simplemente busca consuelo?
- ¡Maldita sea Deku, ábrame! - la desesperación en su voz era palpable, y el frenesí se sentía en el ambiente, como si su emoción estuviera llamando a la puerta
Poco a poco mis piernas reaccionaron junto con mis brazos, tomé el pomo y el chillido de la puerta no tardó en aparecer, así como la increíble fuerza del aura de Katsuki.
- ¿Qué te costaba abrirme a tiempo? juro que estoy a nada de orinarme encima - dijo, avanzando desde el recibidor hasta la puerta del baño sin la menor vergüenza.
- Una disculpa, estaba con mil cosas en mi mente y no reaccioné a tiempo - mi lengua fue rápida y hábil, lo cual agradezco ya que mis ojos seguían abiertos en par en par y mi cuerpo yacía plantado en el piso de mi recibidor.
Escuché el tintineo de una cremallera y el sonido del agua abriéndose. No pasó mucho tiempo antes de que viera nuevamente el cabello rubio de Katsuki iluminado por la luz de la sala. Sus ojos ardían, pero no era yo quien lo había encolerizado; había algo más detrás de su furia. Sentí una gran ola de alivio al ver su presencia, y me acerqué para abrazarlo.
No duró mucho el contacto, pues Katsuki no tardó en contarme lo sucedido, varias emociones cruzaban su mirada pero la que más tardó en desaparecer en su relato fue la furia desmedida. Sabía que yo era el responsable por darle la señal a Uraraka para que llegara por la mercancía antes que él, interrumpiendo el robo del rubio cenizo, fue una pérdida mediana pero, la estrategia que se me fue comentada, no fue tan poco pensada.
Entre mis insistencias de la pedida de su calma y su cansancio, al fin nos pudimos sentar en el sillón más cercano de la sala.
- Es que de verdad no entiendo quién pudo enterarse de la mercancía que traía el camión, según Mina, la información no pudo ser tan volátil - ahora el de ojos rojos se encontraba recostado en las piernas de Izuku.
- Sabes que no eres el único en tener intereses en los robos, pudo haber sido cualquiera en estos tiempos - le respondí, tratando de mantener la calma.
- Pero es mi territorio - interrumpió con su voz llena de frustración.
- Puede ser que alguien se enteró antes que tú - intenté sugerir, tratando de cerrar el tema.
- Puede ser...dejemos el tema de lado, estoy harto de esto - dijo, enterrando más su rostro entre mis piernas como un gesto de consuelo.
- Claro.
- Los chicos me mencionaron que hay una fiesta el viernes, ¿quieres ir? - que cambio tan radical de tema.
- Me encantaría, pero tengo trabajo por la noche y el sábado por la mañana debo llevar a mi mamá a sus sesiones de quimioterapia.
Sentí su cuerpo tensarse y un suspiró se le escapó de decepción.
- Entiendo Deku, pero de mí el domingo no te salvas.
Comencé a temblar involuntariamente, mis manos sudaban de alivio mientras las resonancias de mis acciones pasadas seguían golpeando mi conciencia. Y el sonido comenzó a retumbar de nuevo.
Bip, bip, bip...
Mis manos no paran de escribir y agradezco eso.
kai kai