10 ; lo que queremos y lo que necesitamos

2.8K 278 24
                                    

tercera persona

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

tercera persona

—¿VOS PENSAS QUE LAS NUBES FORMAN FORMAS PARA ENTRETENERNOS A NOSOTROS, O ES NUESTRA PERCEPCIÓN? ¡Capaz lo hacen para entretenerse entre ellos y nosotros nos estamos apropiando de su diversión!

Mora estaba boca arriba, con las manos detrás de la cabeza, completamente absorta en la danza suave y cambiante de las nubes. Había algo en esa calma que siempre la había fascinado; era como si el cielo supiera algo que el resto del mundo no.

Mei soltó una carcajada, girando la cabeza para mirarla, llevando una mano a su frente para taparse del sol. El día prometía ser más caluroso de lo habitual, pero la brisa que corría por la mañana lo hacía soportable.

—¿Qué decís, Mora? 

—Es que, pensalo, Mei —insistió, señalando con el dedo una nube en particular—. Esa por ejemplo: tiene forma de perro, pero ¿y si las nubes juegan entre ellas como nosotros hacemos cuando se corta la luz? A mí me encanta hacer la forma contra la vela de un cocodrilo.  

—Te hizo mal besarte con Rey, Mora. Ahora te volviste loca —bromeó, tapándose la cara por completo. 

Mora frunció el ceño, apretando los labios en forma de pico, simulando enojo pero sin poder evitar que una sonrisa traviesa se filtrara por las comisuras de su boca.

—Ay, basta —le respondió, dándole un suave codazo en las costillas a su amiga, aunque no dejó de mirar al cielo, intentando cambiar de tema—. Mejor mirá esa nube, parece un dragón.

Pero la mención de Rey la había dejado inquieta. ¡Dios! Ni siquiera ella sabía cómo se sentía al respecto. 

No lo entendía del todo, pero cada vez que su imagen volvía a su mente, una calidez, casi como un cosquilleo, le recorría el cuerpo. Y lo peor era que él parecía disfrutar de todo eso, de su confusión, de su nerviosismo, de esa tensión innegable que se había formado entre ellos. No era posible que alguien fuera tan arrogante y encantador al mismo tiempo.

Al ver el silencio que había dejado caer sobre Mora, Mei la pinchó con un dedo en la mejilla, sonriendo con malicia.

—Estás pensando en él, ¿no?

—No —la respuesta de Mora fue inmediata, casi instintiva, demasiado rápida para ser verdad. Se levantó un poco, apoyando los codos sobre la manta para disimular su repentina rapidez—. Estoy mirando las nubes.

Su amiga soltó un resoplido, dándole un pequeño empujón en el hombro.

—Sí, claro, las nubes. Y yo soy la reina de Inglaterra. Dale, Mora, ¿cuándo te vas a animar a admitir que te gusta?

—Yo nunca negué que me gustara; dije que me parece un idiota, cosa que le digo hasta a él —aclaró.

—¡Ah, entonces te re gusta! —dijo Mei, una sonrisa grande—. Todos están hablando de eso acá en el Hangar. 

𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐯𝐨𝐬, rey (margarita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora