5 ; el lugar de romeo

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tercera persona

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tercera persona

DELFINA SALIÓ CORRIENDO TRAS VER SU PRESENTACIÓN. Casi huyendo. La expresión en su rostro había sido difícil de leer: ¿molesta? ¿conmovida? ¿indiferente? No estaba segura, pero algo no cuadraba.

Se quedó mirando el lugar por donde había salido, una incómoda sensación en el estómago. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para procesarlo, porque de inmediato comenzaron a sonar los murmullos y risas de los demás. Era hora del almuerzo, y el bullicio habitual del Hangar regresaba como si nada hubiera pasado.

—¡A comer, chicos! —anunció uno de los asistentes, mientras varios platos comenzaban a salir desde la cocina.

Mora se levantó del escenario, aún con la mente divagando entre lo que acababa de suceder y el extraño comportamiento de Delfina.

Los chicos del Hangar se empezaron a acomodar en las mesas improvisadas que habían colocado cerca del escenario. La conversación se mezclaba con risas y comentarios sobre las presentaciones. A pesar de la pequeña fuga de Delfina, el ambiente estaba relajado.

—Che, que venga la comida, que me estoy muriendo de hambre —dijo Santiago, frotándose las manos.

Aunque no era vegetariana ni vegana, siempre prefería evitar la carne cuando podía, y sabía que el menú del Hangar solía tener opciones interesantes. Hoy, sin embargo, algo más ocupaba su mente. 

Desde hacía rato, no había visto a Romeo en ningún lado. Durante la presentación, había sentido su ausencia, pero entre los nervios y la presión, apenas había tenido tiempo de preocuparse por ello. 

Ahora, la idea la carcomía.

A Zeki, ya que era vegane, le habían dado un plato repleto de falafel. A Sasha una cantidad exorbitante de proteína, y a Única pollo al curry. 

—Che, ¿alguien vio a Romeo? —preguntó, intentando sonar casual mientras acomodaba su silla.

Nadie pareció escucharla, porque en ese momento Merlín soltó un bufido y empujó su plato hacia las manos de una moza con una expresión de desagrado. Le habían dado un plato lleno de verde, algo que no le había gustado para nada, pidiendo cambiarlo al instante. 

Mora, por su parte, se vio ante un plato que la hizo sonreír. Un risotto cremoso de hongos y espárragos, adornado con finas tiras de zanahoria asada y un toque de queso parmesano rallado.

—¡Qué buena pinta tiene eso! —exclamó Daisy, mirando el plato de Mora con envidia—. ¡Te dieron lo mejor!

Dejó escapar un suspiro, volviendo a escanear la sala con la mirada en busca de Romeo. No estaba en ningún lado, y eso la preocupaba. Sabía que a veces Romeo necesitaba escapar del bullicio para estar solo, pero normalmente le avisaba a alguien o se quedaba cerca. Y ahora, simplemente no estaba.

𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐯𝐨𝐬, rey (margarita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora