Adeline Rodman tiene un esposo con EPOC, decide entrar a los laboratorios GEN-SYS para encontrar la cura. cuando su padre avanza en Alzheimer, el trabajo presenta una falla y la vida de los hermanos cambia radicalmente al convertirse en protectores...
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—Vaya, hay cientos de ellos.
—Es como tu zoológico privado.
—Más bien una prisión.
—¿Ven televisión?
—Le llamaos actividad extracurricular— el hijo del dueño se divertía luciéndose frente a las chicas que llevó al recinto, claro que papá no estaba en el lugar o no se hubiera atrevido.
—Qué lindo, ¿cómo se llama?
—Se llama Cornelia, es una hembra.
—Casi me mata del susto— dijo luego de gritar.
—No te acerques mucho.
—Los chicos lo llaman Maurice.
—No es divertido— se quejó porque el orangután se dio la vuelta.
—Miren, les mostraré algo divertido. Miren esto— con su enorme sonrisa maniaca de oreja a oreja, tomó su vara eléctrica y la deslizó sobre el metal, lo cual desembocó en una corriente eléctrica que atravesó todas las jaulas y despertó a los simios. Las chicas gritaron del susto.
—No deberían estar aquí.
—Tú eres el próximo. Vámonos, paso demasiado tiempo aquí.
—Mira este simio.
—Se cree especial— informó a su amigo. César lo instó a acercarse.
—Ven acá— el amigo agitó la cerveza cerca de la abertura para ver si el simio la tomaba.
—Parece si pensara o algo así...— César lo tomó del cuello y lo jaló contra la reja, el chico estaba tan asustado que no había necesidad de usar la fuerza excesiva. El muchacho retiró a su amigo y, entre la furia y el susto, se dio cuenta de ello. César permaneció quieto, expectante a lo que le pudieran hacer, salvo que no se inmutaría
—Te dije que no te acercaras, amigo.
—Vamos, chicos, salgamos de aquí.
César volvió hacia la placa que les ponían de cama, ahí entraba mejor la luz, abrió la navaja para cerciorarse que sí era. Amarró la navaja a un par de varas que estuvo arrancando de las atracciones del patio de juegos. Logró abrir el pasadizo del techo y, con llave en mano, anduvo hasta afuera. Abrió la jaula del gorila, dormitaba cuando César tocó su hombro. Se golpeó el pecho para sacarlo, pensó un momento antes de dar el primer paso hacia afuera, incluso vio al simio, dudando de si era cierto que por fin podría salir. Retrocedió un par de pasos antes de correr, rugir y dar volteretas por todos lados, lanzando juguetes, paja y demás. Le agradeció con un movimiento y él hizo lo mismo. Ahora venía la mejor parte, lanzó popó al alfa, claro que este subió por el pasadizo y llegó afuera. César le pegó en la cabeza con un contenedor, el simio esperó otro golpe, pero su contrincante dejó caer el objeto. Buck, el gorila, golpeó el suelo e hizo un gesto para decirle al alfa que debía ofrecer disculpas o mostrar sumisión al nuevo alfa. Pensaba negarse, pero vio a todos los simios asomándose por las jaulas, así que extendió la mano y César aprobó con el roce de sus dedos. Así le enseñó su madre que se demostraba quién mandaba. Hacía algo bueno en su ausencia.