El pequeño simio se quedó dormido luego de que Adeline le diera las necesarias palmaditas en la espalda para sacarle el aire. La chica sonrió enternecida y todavía pasó la yema de sus dedos por su espalda para brindarle un poco de calor antes de soltarlo y ponerlo de vuelta en la cobija donde estuvo desde que nació. Will la ayudó a ir a las duchas, se vistió rápido y bajo la atenta mirada de su hermano, sabiendo que quería reprenderla por ello. Se anudó la cobija con el bebé dentro y se puso un abrigo; desde que estuvo en los experimentos que le daba más frío de lo normal, así que no habría sospechas.
—Creo que deberíamos pasar al súper.
—Quiero llevar primero al simio.
—El bebé está dormido, no despertará hasta la madrugada.
Llevaba lo usual para ella y para el bebé, según las empleadas: shampoo, jabón, esponja, crema corporal, toallas, brasiere de lactancia, silla para el automóvil, camiseta, calcetas, gorro, guantes, pañales y toallitas, una manta gruesa para el frío; Will no veía apropiado cómo se maravillaba con todo eso, Adeline lo mandó a buscar una carriola, una cuna, él aprovechó para buscar juguetes estimulantes, sólo aquello que podría seguir con la investigación. Antes de que Will pudiera sacar la cartera, ella ya estaba pagando y suscribiéndose a un boletín electrónico para recibir noticias, promociones y ofertas.
—No debiste hacer eso.
—Tu casa no está en condiciones, menos la mía.
—No se va a quedar conmigo.
—Por lo menos en lo que instalo los aros y trepadores.
—Estoy cuidando a papá, tener un bebé es peligroso y no, no te lo vas a quedar.
—Bien, entonces déjame en mi casa, pasas por mí en la mañana.
—Iremos a mi casa— bufó—, seguro a papá le agradará verte.
—Gracias— besó su mejilla. Will estacionó el auto y le ayudó a bajar.
—¿Cómo está?
—Ha tenido días mejores.
—¿Volverás mañana?
—No estoy para esto, es cada día más inestable— intentó aguantar sus quejidos, seguro su padre hizo algo más allá, Adeline la reconfortó.
—He hablado con Will, pero no quiere.
—Tienes que insistir, ustedes se la pasan trabajando...
—Ya no más— se quitó el abrigo.
—Qué bello mono, ¿te lo vas a quedar?
—Él no lo sabe, pero este simio ya no sale de esta casa.
—Te gusta darle dolores de cabeza a tu hermano.
—Tómate el día, piénsalo, mañana y pasado yo estaré aquí; si lo decides, vuelve, de lo contrario, te doy tu finiquito y una carta de recomendación.
—Gracias, niña, descansa, y cuida bien del pequeño— acarició la cabeza del pequeño simio, besó la mejilla de la joven y se fue.
Dejó al pequeño en la barra, en el porta bebé mientras ponía la tetera, Will seguía bajando cosas del auto y ella guardaba la comida de su padre. Buscó un tazón y se sirvió cereal. Se fijó que hubiera lo necesario para unos hot cakes por la mañana. Escuchaba a su padre tocar el piano y, según las notas, no lo llevaba bien. Sirvió un vaso de leche con chocolate y lo puso sobre el piano, su padre no la vio, sino que concentró su atención en el vaso antes de tomarle.
—¿Qué hiciste hoy?
—Rompí una ventana, ¿y tú?
—Adeline.
—¿Qué, papá? Me aburrí.
—No puedes ir por ahí rompiendo cosas.
—¿Por qué no? No me la van a cobrar a mí, sino a Will— rio por lo bajo—. Ven, quiero presentarte a alguien.
—¿A quién? — ella tomó su mano y lo llevó a la cocina, Adeline se sentó a comer su cereal frente al pequeño simio permanecía apacible, a pesar de estar despierto. Charles se sorprendió a un grado que hasta su rostro se iluminó, su hija se rio con una mano en la boca ante la ternura que le causaba su padre con ese pequeño.
—No, no, no, no, no se va a quedar.
—Will, ¿ya lo viste?
—Él me ayudó a traerlo.
—Debes decirle a Brent que tienes una nueva mascota.
—No es una mascota, papá.
—¿Lo adoptaron tú y Brent?
—Sí, ha estado ocupado, por eso no ha venido a verte.
—¿Iremos a la granja de Taylor?
—No, papá, todavía no— sus ojos se cristalizaron.
—¿Y cómo lo vas a llamar?
—No soy tan inteligente como tú, quería que hicieras los honores.
—Oh, hija...
—Tienes la mente muy deteriorada, pero no por eso eres menos inteligente de lo que alguna vez fuiste— juntó su cabeza con la de él, ella derramaba lágrimas silenciosas—. Te amo, papá— besó su frente antes de tomar al pequeño entre sus manos.
—¿Qué le pasó? ¿Está herido?
—Debe ser una marca de nacimiento.
—En cuanto al César— lo volvió a tomar, esta vez alzándolo en alto para que su hija lo viera mejor—, arrodíllense. Arrodíllense y contemplen.
—No se encariñen mucho.
—Está hermoso este pequeño, ¿verdad?
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La madre del mesías
FanfictionAdeline Rodman tiene un esposo con EPOC, decide entrar a los laboratorios GEN-SYS para encontrar la cura. cuando su padre avanza en Alzheimer, el trabajo presenta una falla y la vida de los hermanos cambia radicalmente al convertirse en protectores...