La noche que nos conocimos

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La noche que nos conocimos

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La noche que nos conocimos

Las historias acerca de Hogwarts estaban escritas con perfecta letra en las memorias de muchas generaciones de la familia Ross

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Las historias acerca de Hogwarts estaban escritas con perfecta letra en las memorias de muchas generaciones de la familia Ross.

Existían ciertas —muchas— similitudes entre los miembros de la familia Ross: todos los varones habían pertenecido a la misma casa durante siglos, todos se convirtieron en prefectos y trabajaron para empresas importantes dentro del mundo mágico y habían encontrado el amor dentro del colegio, sin excepción alguna.

Parecía que era una regla, o una maldición al parecer.

Para ese momento, los mellizos pelinegros estaban a punto de comenzar a plasmar sus propios recuerdos en un libro con todas las maltratadas hojas en blanco.

Ese septiembre era más frío de lo usual. El viento que había soplado antes de que los estudiantes subieran al expreso de Hogwarts les había irritado los labios y despeinado el cabello. Alec, en especial, se había herido a sí mismo debido a los nervios de su llegada. Había arrancado la piel reseca que recubría sus labios y en aquel momento se encontraban sangrando. El sabor metálico solo conseguía revolverle más el estómago.

Alanys, su hermana, llevaba observándolo bastante rato y para ese punto, verlo así le estaba causando un temblor en el ojo. Generalmente, cuando alguno de los dos se ponía nervioso, el otro estaba más calmado. La pelinegra le decía que era porque si los dos llegaban a estar mal al mismo tiempo el mundo mágico se encontraría en peligro.

—Alec, déjate eso ya —reclamó—. Me estás poniendo nerviosa.

El pelinegro levantó la vista para encontrarse con los ojos bicolores de su hermana, en los que justo en el de color marrón, notaba un leve brinco cada cierto tiempo por culpa suya. Sentía que veía algo diferente en ella, sin embargo, no era capaz de identificarlo. Los nervios lo tenían tan mal que ignoraba muchas cosas, como el dolor de sus labios que continuaban tiñéndose de carmín cada vez que intentaba frenar el sangrado.

—Estoy nervioso —Confesó encogiéndose en el asiento—. Hoy es la ceremonia de selección y no estoy seguro de si quiero ser seleccionado. Creo que solo estoy aquí porque mamá dijo que la comida es muy buena.

Strong ; Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora