01. Cabezas pelirrojas

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Cabezas pelirrojas

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Cabezas pelirrojas

A Foxy no le encantaba el bosque, mucho menos de madrugada

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A Foxy no le encantaba el bosque, mucho menos de madrugada.

Tenía las manos heladas y los dedos de los pies entumecidos debido al frío tan intenso. Quería saber si alguien más de sus acompañantes estaba igual de afectado por la temperatura además de ella, pero al voltear se dio cuenta de que ninguno de los dos chicos que tenía a los lados estaba temblando en lo más mínimo.

Era muy temprano y llevaban despiertos desde las dos de la mañana para poder estar a tiempo a tomar el traslador. Cedric y Alec estaba muy poco abrigados, pero se miraban en mejores condiciones que ella, sin duda. La pelinegra ya tenía los labios azules y la cara pálida, no podía verse, pero la sensación era más que suficiente.

Para su buena suerte y su mal orgullo, Cedric se dio cuenta de que su amiga estaba a punto de desmayarse. Habría ofrecido darle su chaqueta desde hacía varias horas, pero la conocía perfectamente y sabía que lo rechazaría de inmediato. Sin embargo, verla de esa forma ya era demasiado para él y su instinto protector.

—Toma —le ofreció mientras se quitaba su chaqueta y se la entregaba. La menor levantó la cara con el entrecejo fruncido. Tal y como había pensado, se avecinaba la negación.

—No. —Odiaba que la vieran como si debieran cuidarla más. Especialmente cuando lo hacían Alec y Cedric—, estoy perfecta.

—Lyn, ¡te estás congelando! —reprochó el castaño mientras se la echaba encima, ignorando su rechazo—. Por favor, deja de ser tan necia y póntela.

La pelinegra lo miró con rencor, pero tomó la chaqueta y se la colocó de la manera correcta porque ya la llevaba encima, pensaba que estaba llevando bien la situación.

—Se moriría de frío antes de admitirlo —intervino Alec.

Lanzó un gruñido haciendo notar su molestia con los muchachos, pero antes de que cualquiera pudiera discutir algo más, en la colina comenzó a ver las siluetas de un grupo de personas. Y escuchó al señor Diggory llamar.

—¡Aquí, Arthur! Aquí, lo tenemos —señaló Amos, dirigiéndose al grupo de personas que se aproximaban.

—¡Amos! —exclamó un hombre sonriente de cabello pelirrojo casi extinto en la cabeza y unos gruesos anteojos de armazón azul marino. Estaba seguido por un grupo de jóvenes, algunos también tenían las cabezas pelirrojas.

Strong ; Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora