¿Dónde estás, Milk? [GOCHI/DBS]

T R E I N T A Y U N O

Capítulo 31: La persona que solía ser.

Milk fregaba los platos con movimientos mecánicos, como si la tarea fuera lo único que mantenía su mente ocupada. El agua caliente corría sobre sus manos, pero estaba perdida. No sabía exactamente en qué parte del universo se encontraban Goku y Gohan, pero sentía con cada fibra de su ser que estaban envueltos en alguna locura. Y eso era lo que la atormentaba, lo que la hacía sentirse impotente. Suspiraba entre plato y plato, mirando por la ventana como si esperara verlos aparecer en cualquier momento, aunque sabía que eso era imposible.

¿Qué harían en este preciso instante? ¿Estarían peleando de nuevo? Sabía que sí. Con Goku, siempre era eso. Nunca era suficiente. Y Gohan... él un niño aún. ¡Su hijo debería estar en casa estudiando o jugando y no enfrentándose a peligros! Pero ahí estaba, en algún lugar lejano, tan lejos de su protección. Milk sentía una mezcla amarga de frustración y tristeza en el pecho, como si fuera un nudo imposible de deshacer. Quería a Goku, claro que lo quería, pero no entendía por qué siempre tenía que irse. Ni siquiera para pelear por algo que ella pudiera entender. ¿Acaso era una batalla realmente necesaria? ¿O solo otra excusa más para dejarla sola?

Mientras frotaba el último plato, Milk pensaba en cómo la ausencia, la iba desgastando poco a poco. No era solo el hecho de que Goku estuviera en peligro, era el hecho de que ella no podía hacer nada más que esperar. Su vida parecía reducida a eso: esperar. Esperar a que Gohan volviera a casa. Esperar a que Goku regresara de algo que ella nunca terminaba de entender. Esperar a que las cosas volvieran a ser normales, aunque ni siquiera sabía si había algo "normal" en su vida. Y ese pensamiento la llenaba de una profunda soledad.

La soledad era lo que más la consumía. Podía escuchar el eco de su propia respiración en la casa vacía, un espacio que antes estaba lleno de risas y ruido, pero ahora solo había silencio. Y ese silencio la hacía sentir cada vez más pequeña, más insignificante. ¿Era esto lo que había elegido al casarse con Goku? ¿Una vida de esperas interminables? ¿Una vida donde todo parecía girar en torno a él y sus batallas, mientras ella se quedaba atrás, invisible, siendo solo la esposa, solo la madre?

Milk dejó caer el plato en el fregadero, y se quedó mirando el agua salpicada de jabón. La frustración subía dentro de ella como una ola que no podía detener. La rabia la hacía sentir culpable. Goku era un buen hombre, y Gohan era su hijo, pero... ¿por qué siempre tenía que quedarse sola? Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, pero las contuvo. No podía llorar. No podía darse el lujo de ser débil. No ahora. No mientras había tanto que hacer. Tenía que mantenerse cuerda, mantenerse fuerte. Por eso, agradecía cada visita a la Corporación Cápsula. Ahí, al menos, encontraba algo de consuelo con la calidez y las charlas intrascendentes de los padres de Bulma si no era por las novedades de su esposo e hijo, y siempre también tendría a su padre Ox Satán que la visitaba a su casa. Podía olvidarse, aunque fuera por un momento, de la angustia que le comía el alma.