Portada:
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La noche caía sobre Gravity Falls, envolviendo el pequeño pueblo en una tranquila oscuridad. En un lujoso restaurante a las afueras del pueblo, Ford y Bill, en su forma humana, estaban disfrutando de una elegante cena. Bill, con su aspecto impecable, sonreía con esa chispa traviesa que nunca lo abandonaba, aunque ahora estaba más domesticado por su relación con Ford.
—¿No es curioso cómo pasamos de intentar destruir multiversos a disfrutar de una simple cena juntos? —dijo Bill, cortando su filete con elegancia.
Ford sonrió, pero su mirada se suavizó.
—La vida nos lleva por caminos extraños. Pero tengo que admitir que esta es una de las aventuras más sorprendentes —respondió, tomando un sorbo de su vino.
Mientras tanto, en la cabaña del misterio, la escena era completamente diferente. Dorito, Dipper, Mabel y Benja estaban en medio de una emocionante pijamada. Las risas y los gritos de emoción llenaban el aire, mientras Mabel mostraba sus nuevas linternas con luces de colores y Dorito desafiaba a todos a una batalla de almohadas.
—¡Vamos, Benja! ¡No puedes vencerme! —gritó Dorito mientras lanzaba una almohada directa a la cara de Benja.
—¡Eso es lo que crees! —respondió él, esquivando justo a tiempo y contraatacando.
Dipper se reía mientras observaba la batalla, pero un extraño ruido interrumpió el caos. Un rugido profundo y gutural resonó desde el bosque cercano. Todos se quedaron en silencio por un momento, sus corazones acelerados.
—¿Qué fue eso? —preguntó Mabel, con un tono de preocupación en su voz.
Antes de que pudieran procesar lo que estaba ocurriendo, las ventanas temblaron, y de repente, una criatura gigantesca emergió del bosque, acercándose a la cabaña. Su cuerpo era imponente, cubierto de musgo antiguo, y sus ojos brillaban con una furia inhumana.
—¡Es un antiguo monstruo del bosque! —gritó Dipper—. ¡Debe haber estado dormido por siglos y lo despertamos!
Dorito, con una mezcla de miedo y emoción, tomó la delantera.
—¡Tenemos que detenerlo antes de que destruya la cabaña!
El grupo se preparó rápidamente, reuniendo cualquier cosa que pudieran usar como armas improvisadas. Dipper agarró su confiable diario de criaturas, mientras Mabel se preparaba con sus linternas y Benja buscaba algo contundente.
La batalla fue intensa. La criatura golpeaba la cabaña con su enorme brazo, haciendo que las paredes temblaran. Los niños intentaban distraerlo, lanzándole cosas y usando trampas improvisadas. Dorito, mostrando una valentía inesperada, logró trepar por la espalda del monstruo y golpear su punto débil, pero la bestia seguía enfurecida.