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------------------------------------------------------------- Los meses habían pasado rápidamente desde aquella noche caótica, y ahora la vida en Gravity Falls seguía con su propia rutina de tranquilidad y pequeñas aventuras. Dorito había crecido tanto en ese tiempo que parecía que cada día se volvía más independiente y llena de curiosidad. Finalmente, llegó el día en que le dijeron que pasaría de la salita rosa a la sala azul en el jardín.
Para Dorito, esto era todo un acontecimiento. La salita rosa había sido su lugar de aventuras, donde había conocido a sus amigos y compartido risas y aprendizajes. Cambiar a la sala azul se sentía como un gran paso hacia adelante, hacia una nueva etapa de su vida. Se despidió de su antigua sala con una mezcla de nostalgia y emoción.
Los días en la nueva sala azul se volvieron emocionantes. Conoció a nuevos compañeros y se sintió más grande, más capaz. Los maestros la felicitaban por lo bien que se estaba adaptando, y cada día traía nuevas experiencias. Pero lo que Dorito no sabía era que, mientras ella se acostumbraba a su nueva rutina, sus familiares y amigos planeaban algo muy especial.
Los meses siguieron pasando, y en el horizonte se acercaba una fecha importante: el cumpleaños número 6 de Dorito. Todos en la familia Pines sabían lo mucho que significaba ese día para ella. Siempre había sido una niña que adoraba las celebraciones, los colores y la diversión, por lo que Ford, Bill, Stan, los gemelos y el resto de sus amigos decidieron que este año harían algo especial. Querían sorprenderla de una forma que nunca olvidaría.
La preparación para la fiesta sorpresa comenzó semanas antes. Mabel, con su entusiasmo inagotable, se encargó de decorar el lugar con los colores favoritos de Dorito: morado y azul. Dipper ayudó a organizar los juegos y actividades, asegurándose de que todos los amigos de Dorito se lo pasaran de maravilla. Stan, por supuesto, se encargó del catering, asegurándose de que no faltara su famosa tarta de cinco pisos.
Bill, aunque no era muy dado a las sorpresas, usó sus poderes para agregar un toque especial a la fiesta, haciendo que las decoraciones brillaran y cambiaran de color según el estado de ánimo de los invitados. Ford, por su parte, preparó una cápsula del tiempo para Dorito, donde todos pudieran dejar mensajes y recuerdos para que los abriera cuando fuera mayor.
Finalmente, el día del cumpleaños de Dorito llegó. Ella estaba completamente ajena a lo que le esperaba. La habían distraído con un paseo al bosque con Stan, quien se las arregló para mantenerla entretenida con historias de sus viejas aventuras mientras los demás terminaban los últimos preparativos en la cabaña del misterio.
Cuando Stan y Dorito regresaron, todo estaba listo. La cabaña estaba decorada con luces brillantes y guirnaldas que colgaban del techo, creando un ambiente festivo y lleno de alegría. Al abrir la puerta, Dorito se quedó sin palabras. Todos sus amigos y familiares estaban allí, sonriendo y gritando al unísono:
—¡Sorpresa!
Los ojos de Dorito se llenaron de lágrimas de emoción. Nunca se había imaginado que le organizarían una fiesta sorpresa tan espectacular. Abrazó a todos uno por uno, y la celebración comenzó.
