Portada:
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Dorito se despertó una mañana con una mezcla de emoción y nerviosismo. Hoy era su primer día en la sala azul, y sabía que las cosas serían diferentes. Al mirarse en el espejo, sonrió. Tenía un nuevo uniforme y una mochila más grande, lista para enfrentar los desafíos que le esperaban.Al llegar al jardín, notó que todo parecía un poco más grande y colorido. Los niños de la sala azul parecían mayores y más seguros de sí mismos. Benja, que estaba a su lado, le dio una palmada en la espalda.
—¡Vamos! ¡Juntos podemos con esto! —dijo, tratando de infundirle confianza.
El primer día estuvo lleno de actividades. La maestra les presentó tareas más complejas, desde resolver acertijos hasta trabajar en proyectos en grupo. Aunque algunas cosas eran difíciles, Dorito se sintió motivada al ver que podía superar cada prueba con la ayuda de Benja y sus nuevos amigos.
Mientras avanzaba la semana, Dorito comenzó a enfrentarse a los desafíos de una manera diferente. Una de las actividades más difíciles fue un proyecto en el que debían construir una pequeña casa utilizando solo materiales reciclados. Al principio, se sintió abrumada. No sabía por dónde empezar.
—No te preocupes, podemos hacerlo juntos —le dijo Benja, quien había estado observando su frustración.
Pasaron horas trabajando codo a codo, riendo y probando diferentes ideas. Al final, construyeron una casa divertida y colorida, con un jardín lleno de flores de papel. Cuando la maestra la presentó a la clase, Dorito sintió un gran orgullo. No solo había aprendido a trabajar en equipo, sino que también había descubierto su creatividad.
Durante las semanas siguientes, la amistad entre Dorito y Benja se fortaleció. Pasaban horas jugando y explorando en el jardín, compartiendo risas y confidencias. Benja le contaba historias de su vida, y a menudo, Dorito le hablaba sobre sus sueños y miedos. Se dieron cuenta de que podían apoyarse mutuamente en los momentos difíciles.
Un día, mientras descansaban bajo un árbol, Benja compartió una preocupación que llevaba tiempo en su mente.
—A veces siento que no soy lo suficientemente bueno en las cosas —admitió—. Como en el fútbol, todos son mejores que yo.
Dorito lo miró, sorprendida.
—Benja, tú eres increíble en tantas cosas. No necesitas ser el mejor en todo. Lo importante es divertirse y seguir intentándolo —le respondió, deseando animarlo.
Benja sonrió, agradecido por su apoyo. A partir de ese momento, ambos hicieron un pacto: se animarían mutuamente a superar sus propios límites, sin importar lo difíciles que parecieran las pruebas.
En su camino hacia el final del año escolar, Dorito se dio cuenta de que no solo estaba creciendo académicamente, sino que también estaba aprendiendo sobre la importancia de la amistad y el apoyo incondicional. Cada nuevo desafío se convirtió en una oportunidad para descubrirse a sí misma y fortalecer su vínculo con Benja.