Capítulo 2

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                       •Bailarina•

Quede perdida en su mirada gris con el toque sutil de maldad, por unos segundos que parecían eternos. Y es que, su rostro se asemeja a la perfección de los dioses eroticos. Nunca había visto tanta sensualidad y oscuridad en un mismo hombre. Sus ojos se clavaron en los míos con tanta intensidad que temblé y mi respiración se sentía demasiado pesada

-Si no quieres tener problemas con el dueño, mejor vete.- inquirí tratando de mantenerla mis pensamientos acordé

El pobre hombre que están en el suelo se levantó marchándose dejándome a solas y en plena oscuridad con aquel Perfecto monstruo. Levantó la comisura de su labio un poco y sentí como si estuviese haciendo un pacto con algún ente maligno. Joder, voy a morir, eso lo sé.

-No me interesas para el sexo. Doncella.- afirma ignorando mi advertencia. ¿No?, bueno, es lo que la mayoría de hombres desean de una simple bailarina atrapada en un infierno. ¿No seré lo suficientemente bonita?. Seguramente él debe tener estándares muy altos siendo tan estúpidamente atractivo y cadente, nadie en este jodido mundo le diría que no.

Su mirada es demasiado retadora, como si quisiera, de alguna forma, encontrar respuestas en mis expresiones o incluso en mis propios pensamientos. Ladee la cabeza y le dedique una mirada superficial mientras puse mis labios en una línea fina. Este mundo te enseña a mentir y yo, soy la reina de las mentiras

-Me alegro, porque tampoco me acostaría con alguien tan...- lo mire de arriba a abajo con desde y una mueca involuntaria se apoderó de mis rostro. No porque fuera horrible, lo contrario, no tiene ni una sola imperfección y eso lo hace demasiado molesto. Opte por quedarme callada y levante mi mirada aun tras aquella máscara de flores doradas, encontrándome con la suya

Sus ojos estaba mucho más negros y una sonrisa perversa dejó sus labios. ¿No estaba molesto?, no. Al parecer no cause tanto efecto como quise hacerlo. Claramente, este tipo debe tener el ego hasta el cielo.

-¡Cora, cariño!- chilla tras de mi tomándome del brazo. Me gira a ella con fuerza rompiendo el contacto visual o mejor dicho, la guerra de control que habíamos desatado.

Intente girarme y volver a él para descubrir que tenía el que todos los hombres que conocía, no tuviesen. Pero en cuanto gire mi rostro, había desaparecido por completo. Entre abrí mis labios con sorpresa y seguí caminando junto a Elena

-¿Que pasa?- susurró quedando frente a mi y sus hermosos ojos cafés se encontraron con los míos. Creo que si no fuera tan hetero, ella y yo seríamos más que amiga, porque es una mujer extrauterina a pesar de la mierda que le ha tocado padecer. Sin embargo, soy demasiado hetero, me encantan los hombres y mucho más cuando se ven como aquel misterioso monstruo con cara de ángel.

-Doncella te esperan en la sala VIP, para un privado.- informa uno de los guardas de Darren y ruedo los ojos al tener que hacerlo.

No me pagan por ellos y mucho menos puedo librarme, es frustrante porque por lo regular, Darren querrá que complazca a alguno. Asco, mil veces asco.

Elena me platica sobre su hija quien vive con su madre en uno de los bajos pueblos de Portugal. Mientras tanto, me cambié rápidamente de atuendo por uno mucho más atrevido. Una linda falda hasta los muslo, un top con tiras en sus bordes y esta vez no llevaba mascara

-Mándale saludes cuando las veas- susurre y ella sonrió. Salimos juntas hasta la parte trasera del VIP, y ella tomó su camino hacia los vestidores de las demás niñas.

La música empezó a sonar por los altavoces indicando mi entrada. Las cortinas se abrieron y tomé asiento en la silla dejando mis piernas abiertas al rededor de ella. Los aplausos retumbaron en mis oídos y las palabras perversas al par.

Todos ellos venían a buscar algo, a buscar lo que tantos deseaban sacar de mi, pero ellos no saben que la que tiene el poder de escoger, soy únicamente yo. Y Por más que ese pedazo de mierda de Darren quiera tomarme a la fuerza, la única y última vez que lo hizo, fue la noche donde todo esto empezó, desde ese instante el infierno se desató, y prefiero estar muerta a tener que volver a soportar sus manos sobre mi piel. Y si, es cierto que he tenido miles de amantes durante estos diez años, pero son hombres atractivos que en cierto punto pueden llegar a gustarme, hombres qué manejo con un dedo y hombres que matarían por mi, si lo pidiera. Porque este mundo es de los que usan a los depredadores a su antojo, este cochino mundo es de valientes, y Cora Queen, no nació con miedo.

Darren sabe lo que es perderme, sabe que significa para este lugar perder a su reina, yo sólo la reina de este antro y sin mi, nadie vendría. Por esa razón no ha intentado nada más, porque sabe que en el instante en que lo haga, perderá su mina de oro.

Cerré mis ojos y salí de este lugar a mi paraíso secreto. Empecé a moverme dejándome llevar por la música como hoja que se lleva el viento. Siento estar en aquel cielo mientras mis cuerpo sube y baja y mis manos pasan por mi piel con delicadeza. Estaba allí, en medio de miles de monstruos que deseaban tenerme, pero era yo la que tenía el control. Me giré y baje mi cuerpo levantado el trasero y escuché sus silbidos, pero para mi eran silbidos de la brisa quien me llevaba a la cima del mundo.

Tome el tubo en mis manos subí y luego descendí dejando el tubo entre mis piernas y soltando mis manos hasta que mis tacones negros hicieron contacto con el suelo. Nuevamente hice lo mismo con diferentes terminaciones. Juegue un par de minutos con el metal y luego pase mis manos por mis pechos con una sonrisa coqueta mientras mi espalda estaba recostada en aquel tubo.

Esto es el baila para mi, esto maravilloso y tan Perfecto, que es un arte, ante mis ojos. Me saca de mi infierno para llevarme al cielo sin importar que solo sea un sueño. Amo bailar.

Abrí mis ojos lentamente mientras terminaba y un par de ojos grises perversos y oscuros, fueron los primeros en tomar mi atención. Entre abrí mis labios y mi corazón latía con tanta fuerza que lo podía escuchar en mis oídos.

Darren estaba a su lado y otro chico igual de atractivo, frente a él. Entonces, como si fuesen rompecabezas, todo esto, tuvo sentido. Eran ellos, aquella familia poderosa e indestructible de la que había hablado Elena, era ellos, era él

Un Massaro.

La salida más rápida de este infierno pasó por mi mente y se detuvo en mi corazón. No estoy segura que las llamas del vivo averno me puedan consumir si lo intento, pero, de lo que tengo certeza, es que esta oportunidad, es una, en mil millones.

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