Capítulo 10

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                    •El pasado de Cora•

Cora.

Subo las escaleras lo más rápido que puedo y mi corazón late como un demente. ¡Que pendejo de mierda!, ¿me sorprende?, no debería. Es hombre al fin y al cabo, no puede conformarse con una sola, siempre estado metido en cualquier hueco para satisfacer sus necesidades. ¡Aggg!, lo odio tanto.

¿Por que tuve que firmar ese contrato?. ¿Por que siempre me tengo que estar metiéndome en problemas?. Joder, es que no salgo de uno para meterme con otro peor. Eso me pasa por estar pensando con las hormonas.

Me dejó caer en la cama y ahogó un grito en la almohada completamente frustrada. Desde que soy una niña mi vida se a marcado por las desgracias. Mi padre murió antes de que yo naciera, desde entonces, mi tío nos cuidó a mi madre y a mi. Creí que todo estaría bien pues teníamos todo lo que necesitábamos, hasta que una noche, el maldito degenerado, aprovecho la ausencia de mamá para intentar abusar de mi

Claramente se lo confesé a mi madre, ella lo echo de la casa y él termino llevándose todo lo que, según él, había conseguido con su trabajo. No dijimos nada porque no queríamos más problemas, después de un tiempo, todo fue Perfecto, éramos ella y yo contra el mundo, pero, el dinero que mi madre ganaba siendo camarera, no alcanzaba para todo los gastos que teníamos.

Sin decirle nada, empecé a trabajar en las calles, después conocí a mi primer novio, él me ayudó a entrar en su banda, allí aprendí a defenderme y también a bailar. Nadie se atrevía a meterse conmigo y para ser sincera, amaba esa vida, pero ya saben, sólo era una niña de catorce años que no sabía nada de la vida. En una redada de la policía, asesinaron a mi novio y a mi me llevaron a la cárcel por unos meses. Cuando salí, descubrí que mi madre tenía cancer, el gasto se multiplicó al mil

Lágrimas ruedan por mis mejillas de tan solo recuerdan lo horrible que fue enterarme de que la vida se le iba de las manos y yo no podía hace nada para salvarla. Intente conseguir un empleo digno pero, nadie en el maldito estado quería contratar a una ex presidiaria.

Allí conocí a Darren, la deuda fue millonaria pero no me importó. Con aquel dinero ayude a mi madre con sus terapias y medicamentos que cada vez eran más y más costoso.

El infierno siempre a estado conmigo, siempre siendo mi fiel compañero. Mi madre no tardó menos de un año en irse, dolió tanto que aquel mundo infernal no importó, en ese instante la razón para seguir luchando, se esfumó de mi vida, así que, no importó, no importaba todo el tiempo que estaría encerrada en aquel lugar, mi vida, solo se trataba de sobrevivir.

Mi único escape siempre fue el baile, siempre fue aquellos minutos que estaba encima del mundo cuando aquella pesadilla salía de mi mente. Era mi paraíso secreto. Cada que mi cuerpo se suelta y se deja llevar por cualquier ritmo, mi mente olvida.

Ahora, extrañamente, cuando ese monstruo está cerca, cuando me besa, siento ese mismo placer que me provoca bailar. Me gusta como mi cuerpo reacciona ante sus toques, como tiemblo al estar bajos sus manos, donde a pesar de todo, sé que él jamás me haría padecer algo como lo hizo ese maldito de Darren. Sin embargo, también me dan ganas de matarlo y es más que frustrante estar en un limbo, dónde tu corazón dice una cosa y la mente lo contrario.

Me muerdo el labio inferior y limpio aquellas lágrimas que los recuerdos han logrado hacer de las suyas. Saco el arma de entre mis senos la observo por unos instantes y la dejo aún lado de la cama. Me deshago de mi vestido azul quedando en ropa interior dispuesta a irme a dar una ducha

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