La Oscuridad De Anthony [BORRADOR]

Capitulo IX

Capitulo dedicado a NattyOrecam. Lo prometido es deuda, Neni.

Jonathan.

—¿Desde cuándo cuelas Müller en las reuniones? —La pregunta de Anthony truena con una indiferencia tan fría que no le creo ni un apice.

Sharick, nerviosa, mueve las manos en su regazo, y puedo asegurar que está, precisamente, colgando la llamada.

Mi publicista se queda con la palabra en la boca y enarca disimuladamente las cejas hacia mi hermano.

—¿De qué hablas? —le pregunta Plástica Lombardi a Anthony con demasiada inocencia com para creerle.

Yo decido permanecer en silencio, al menos por ésta vez, mientras ellos se miran el uno al otro con temple de acero, aunque una con más nerviosismo que él otro.

—No te hagas la tonta, Sharick —espeta Anthony, fulminandola con sus ojos exóticos que brillan como la escarcha más congelada.

Sharick se endereza ante el insulto y veo, con una admiración disimulada, como en sus ojos verdes empieza a erigirse una pared de hierro puro.

—Cuida tu boca, Meyer —advierte con lentitud—. Y no me exijas cosas que no tienes ningún derecho a exigirme.

Anthony abre la boca y casi puedo ver y sentir las palabras desdeñosas y dolorosas que saldrán por ahí, pero le doy una patada disimulada bajo la mesa para llamar su atención.

«Ella tiene razón». Trato de transmitirle con la mirada. Sharick puede ser molesta con sus insufribles órdenes, pero aquí no hay jefe, no entre nosotros tres... Cuatro, si contamos a Tiana que, aunque no esté presente —físicamente, al menos, según parece—, sigue haciendo parte de la sociedad. Y Sharick tiene tanto derecho como cualquier otro a incluirla si se le da la gana. Por más molesto que Anthony pueda sentirse al respecto.

Anthony, dicho sea, parece entenderme, porque con una respiración honda, se yergue y mira a la rubia, que lo observa con absoluta frialdad, ya sin rastro del nerviosismo anterior. Eso es algo que he notado con estos tres años trabajando juntos: ella es tímida, transparente y ligera, pero sabe que eso, más que una ventaja sobre los demás, es una debilidad para sí misma. Y se ha visto obligada a ocultarlo. Unas veces no hace mejor y con más rapidez y efectividad que otras, pero siempre lo consigue.

—No te estoy exigiendo, Lombardi —le dice Anthony con una tranquilidad aterradora—. Solo te he hecho una pregunta. ¿Desde cuándo cuelas a Müller a nuestras reuniones?

Siento a Annabeth buscar mi mirada y se lo permito. Me enarca una ceja, como si me pidiera que interviniese, pero no es algo que me apetezca ahora, así que le hago un gesto para que se mantenga en silencio y escuche.

No me molesto en intentar fingir que no sucede nada aquí, o le niego su presencia, porque, ya que va a trabajar con nosotros, este tipo de discusiones serán demasiado frecuentes, así que lo mejor es que se acostumbre desde ya. Además, esto le sirve para que decida si quiere trabajar con nosotros o no.

—Hace mucho tiempo. —Es la respuesta indiferente de Sharick. Incluso se encoge de hombros, para más molestia de Anthony, según veo en el tic de su mandíbula—. Ahora continuemos. Estoy segura que Annabeth... —Hace un gesto de la barbilla hacia ella sin echarle siquiera un vistazo, como si cualquier descuido hacia Anthony pudiera costarle todo. Y lo peor es que no puedo estar más de acuerdo—. Tiene mejores cosas que hacer que escuchar y ver tu pataleta.

Anthony se crispa, con la mirada oscurecida y llena de una ira apenas contenida.

—Pataleta —repite con una risa carente de humor— ¿Le llamas pataleta al hecho que me moleste que tú cubras su irresponsabilidad para con el proyecto?