Tiana.
—Voy a tener que vender el apartamento —murmura Breiner, y su voz me alcanza en cuanto salgo del pasillo de las habitaciones hacia el salón. Está sentado en el sofá, de espaldas a mí, con la mirada perdida en el caos de papeles que inunda la mesita de café.
—¿Por qué? —pregunto, segura de que ya notó mi presencia.
—Ni con el trabajo logro cubrir las cuentas —responde sin volverse. Observo las facturas.
—Pero no pagas todo tú —le recuerdo, intentando aliviar un poco el peso de sus palabras.
—Ni siquiera puedo con mi mitad. —Su voz se quiebra apenas un poco, lo justo para que note su frustración—. Además, está ese maldito auto, el impuesto es más caro que él mismo. —Suspira, sacude la cabeza y se frota el rostro, agotado—. Lo venderé también y me compraré algo más sencillo. —Me mira con la nariz arrugada—. Lo siento, Tiana. Sé que tú no tienes estos problemas, pero tendremos que encontrar un lugar más pequeño, en una zona más barata… si no te molesta seguir compartiendo conmigo.
Su mirada se aleja de nuevo, como si las palabras le pesaran más de lo que le gustaría admitir, y en ese instante entiendo que esto va más allá de los números en sus cuentas.
Díselo, me exige una parte intrínseca de mí. Vamos, dile lo que llevas meses planeando, esperando que éste momento llegara. ¡Dilo!
—¿Y si te dijera que puedo conseguirte un... mejor trabajo? —pregunto, eligiendo las palabras con cuidado mientras rodeo el sofá para sentarme frente a él.
—No puedes. —Su mirada chocolatada, profunda y seria, se encuentra con la mía—. Este es lo mejor que pudimos conseguir aquí, ¿recuerdas?
Claro que lo recuerdo. Después de esa «visita» de sus padres, cuando le dejaron claro que lo desheredarían si no rompía con Juliana, todos nosotros —Breiner, Kevin, Juli y yo— nos dedicamos semanas enteras a buscarles trabajo a ambos. Gracias a los contactos que Kevin y yo teníamos y a nuestros contratos estables, logramos abrirles algunas puertas… pero cuando los hoteles se enteraron de las represalias de los Bonilla, todos menos los de menor categoría cerraron de golpe. Breiner no tuvo más opción que aceptar una oferta de las pocas que no temían a su apellido, con un salario apenas mejor que el de los demás.
En los meses que siguieron, recortamos gastos —por él, no por mí—, y aunque me ofrecí a cubrir yo sola los servicios públicos, él se negó rotundamente a aceptar. Juliana también tuvo que reducir la cuota que destinaba a la casa de su madre para costear su tratamiento y sobrevivir. Kevin solo consiguió que la contrataran como cocinera en un restaurante modesto, perdido en el centro de la ciudad, y a sabiendas de que sería un trabajo de largas jornadas y poco descanso.
La situación económica de ambos, su salud física y mental, no han hecho más que deteriorarse. Estos trabajos apenas les permiten dormir; la tensión y el cansancio son visibles en sus rostros. Y aunque suene egoísta, no puedo negar que he estado esperando este momento. Esta chispa de desesperación.
—No estoy hablando de un trabajo aquí —aclaro, centrándome en la conversación con un poco más de confianza y menos culpabilidad.
Eso llama su atención, porque aparta la vista de las facturas desperdigadas en la mesita de café y me mira con el ceño fruncido.
—¿Sino?
—De Atevia. Artentia más específicamente. —Cuadro los hombros, porque voy a entrar en muchos más detalles de los que le he dicho hasta ahora—. Aquí yo no soy ni tengo nada, además de mi trabajo, pero Artentia... En Atevia en general, soy la única persona que puede conseguirte todo lo que desees: un trabajo remunerado, aliados, contactos (muchos), y hasta tu propio hotel. Mi nombre, mi apellido y mi seudónimo resuenan incluso fuera de mi país, por lo...
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La Oscuridad De Anthony [BORRADOR]
Science Fiction(Biología ESTO SOY. Libro 02) ------------------------ Los años se han desvanecido como niebla, y, con ello, todo lo que una vez fue. «Tu y yo no estamos al mismo nivel ahora, y no lo estaremos pronto, Por lo que te deseo suerte intentando subir;...