Capitulo XI

150 22 25
                                    

Maratón 2/2

Anthony.

—¿Y que planes hay para el futuro? —pregunta Layian Durant, el padre de mi novia, al otro lado de la mesa.

Él, su esposa y mi familia, nos reunimos una vez cada quince días, ya sea para desayunar, almorzar o cenar, en algún restaurante escogido al azar, pero con el detalle común que cobran hasta por respirar. Por supuesto, la mayoría son escogidos por una familia o la otra con el fin de impresionar. Eso, por parte de mi madre y Alina, por supuesto, porque a los demás, nos da un poco igual.

Sin embargo, no importa el día, el restaurante o la hora de la comida, Layian nunca pierde oportunidad de hacerme esa pregunta.

Y el frota cojones de Anthonio lo sigue de cerca.

—¿Al menos tienen alguno? —pregunta este último con una ceja enarcada mientras da vueltas al vino es su copa.

Comparto una mirada con Laura, justo a mi lado, y le sonrío. Ella hace el intento de devolverme la sonrisa, pero el manto de tristeza que carga desde que lo dejó con Sofía no está muy por la labor. De inmediato sé que no es momento hacer la declaración de la que llevamos semanas hablando y discutiendo los pro y contras de esa decisión.

No cuando ella está tan triste y desolada. No cuando sé que es muy probable que nadie nos crea. Así que me giro al frente, hacia mi suegro y tomo un bocado de mi comida para hacerlo esperar. Tomo un sorbo de mi copa mientras el silencio se asienta, pesado, en el apartado privado donde nos encontramos.

Sin nada en la boca, respondo por fin:

—Tengo muchos planes; tendrán que ser más específicos.

Layian y Anthonio enrojecen de rabia. Anthonella se ahoga con una risa y mi madre oculta su sonrisa fingiendo limpiarse con una servilleta; Alina, por otra parte, suspira con pesadez.

—Lo que mi marido quiere saber, Anthony —me dice con engañosa tranquilidad mientras corta su filete con suma precisión. Apuesto que se imagina que es mi garganta la que está rebanando—, es si tú y mi hija tiene algún plan a largo plazo. Todos vemos lo bien que se ven juntos y los felices.

Claaroo. Nada más quiero saber que pensarían si supiera que la —antes— felicidad de su hija se debía a mi empleada y como —ahora— se verá tan... Todo lo contrario.

—Por lo pronto, nos sentimos bien así, ¿No, Ma chérie? —Le doy una patadita disimulada bajo la mesa para que se despierte de una puta vez.

Ella pestañea, como si volviera a la realidad, y asiente.

—Claro —dice, pero es tan obvio que no sabe de qué hablamos, que tengo que reprimir el impulso de blanquear los ojos.

—Pero si ya llevan dos años —protesta su madre, mirándola con cara de pena—. Y yo ya quiero nietos.

Mi madre se ahoga y empieza a toser compulsivamente; mi cuerpo se siente tentado a hacerle eco, pero mi novia solo queda mirando a su madre con reproche. Me es imposible determinar si es por la sugerencia en sí, o porque son, precisamente esas expectativas, la razón por la que terminó con su novia.

—¿Ni-nietos? —pregunta mi madre, apenas recuperándose gracias a las atenciones de mi padre a su lado—. Es demasiado pronto, ¿No creen? —Nos mira, sin molestarse en ocultar su horror—. Ni siquiera se han casado.

«Ni siquiera estamos en la parte divertida de la creación». Me meto otro bocado para evitar verbalizar ese pensamiento.

—Es lo único que les falta —masculla Layian—, porque, prácticamente, ya viven juntos.

La Oscuridad De Anthony [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora