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Kei se encontraba en su kinder; era su último año. A la salida lo recogía Izuku ya que también iba por su hija, aunque estos se llevaban por 1 año de diferencia.

Pero esa tarde el pecoso no pudo ir por ambos, así que en su lugar fue Katsuki. Lo bueno se de ser el propio líder su empresa es que podía salir sin pedir permiso, bueno, solo avisarle a su secretaria.

—¡Papá!—dijo la pequeña rubia corriendo hacia el alfa. Era la viva imagen de Izuku; mejillas pecosas, el cabello de su misma complexión y los ojos grandes, solo que de color carmesí.

Finalmente llegó a su lado para ser cargada por el mayor mientras le revolvía el cabello—Mi princesa, ¿cómo te fue?

Kei caminó lentamente, le hubiera gustado que fuera su papá por él. Cuando se posicionó enfrente de ambos rubios, el mayor bajo la mirada para acercarlo y pasar su brazo sobre su hombro, mientras apretaba el lado izquierdo.

—¿Cómo te fue campeón?—Katsuki, al igual que Izuku lo hacían sentir amado.

—Bien tío, me gané una esterilla—señaló su frente donde estaba una pegatina dorada. —¿Y tío Izuku?

—Está enfermo, por eso no pudo venir. Pero vamos, te llevaré con tu papá.

El pequeño pelirosa asintió para después caminar hacia el carro del mayor, se sentó cerca de la ventana para ir viendo el paisaje, ya que era su única distracción.

Al llegar a la empresa de su papá, bajaron para subir hasta el piso en donde se encontraba, muchos al verlo lo saludaban muy amablemente.

Katsuki se acercó a la secretaría de su amigo para informarle que llevaba a su hijo. Aquella beta se puso de pie para ir hacia la puerta blanca que estaba a unos metros.

Segundos después regresó para informar que podían pasar.

Kei corrió muy alegre para abrir la puerta y correr hacia los brazos de su papá.

—¡Hey!—lo tomó entre sus brazos—¿Que haces aquí Bakubro?

—Bueno, sabes que hoy es el día en que Izuku pasa tiempo con los niños, pero enfermo. Así que hoy yo estaré a cargo de ambos.

—Hubieras dejado a Kei en la guardería.

—¡No, como se te ocurre pelos de mierda! Se hubiera sentido solo sin mi Tsubomi.

El pequeño pelirosa se mantenía callado y solo escuchaba la conversación, sabía que su padre siempre optaría por dejarlo en la guardería.

—Tienes razón—suspiró pesadamente—bien, prometo terminar temprano para pasar por Kei.

—De acuerdo—reforzó su agarre—vamos Kei, el tarado de tu papá tiene que trabajar.

El pelirosa le dio un beso en la mejilla a su papá y se bajo de sus piernas para acercarse a su tío, se despidió con la mano y salieron de su oficina.

Kirishima al estar solo se desplomó en su silla, miraba hacia el techo; no le gustaba para nada el tener que descuidar de su único hijo, pero tenía que trabajar para darle lo mejor.

Si no tenía a su mamá, al menos le daría todo para que fuera feliz.

Al menos es lo que creía.

Para la tarde, Kirishima se estaba preparando para irse a recoger a su hijo, guardaba los documentos en su portafolio y avanzarle en la noche.

Miró de nuevo para ver si no se le olvidaba nada, ya cuando confirmó, cerró la puerta y pasó a lado de su secretaria despidiéndose. No sin antes decirle que no se quedará tan tarde.

Subió a su auto sacando su celular para revisarlo y notó que tenía un mensaje del rubio.

"Kei pidió que pases por un cuento"

—¿Un cuento?—guardó su celular y se colocó el cinturón de seguridad—¿Donde conseguiré uno a esta hora?—miró el reloj en su muñeca.

Después recordó haber visto alguna no tan lejos de ahí, encendió el auto y empezó a manejar en dirección a la biblioteca.

En cada alto de los semáforos se quedaba meditando sobre su hijo, lo adoraba con toda su alma pero lamentaba dejarlo solo o cargo de personas que no conocía, a veces sentía que dependía mucho de Izuku. Por ser su amigo sabía que lo ayudaba gustoso, pero tampoco debería de exceder, después de todo él también tenía a su propia hija.

Mientras tanto, Denki se encontraba acomodando los libros que habían dejado en las mesas o en otro sitio al cual no pertenecían, ese día se había quedado de tiempo completo.

Estaba aburrido, ya nadie se encontraba allí más que él y su amiga Kyoka. Aquella pelimorada se encontraba llenando los datos del día mientras traía auriculares.

De pronto sonó la campana indicando que alguien había entrado, pero justo en ese momento, Kyoka se fue al baño.

Denki supuso que su amiga atendería a la persona que acababa de entrar por lo cual siguió concentrado guardando los libros. Minutos después escuchó pasos aproximándose hacia él.

—Oye disculpa—aquella voz hizo que su cuerpo se estremeciera y se giró para ver a la persona.

—¿S-sí?—por alguna razón, se sentía tan nervioso. Y eso aumentó cuando vio el físico, era un alfa pelirrojo con el cabello hacia abajo en picos, ojos rojos como el color de la pasión y un traje que lo hacía lucir sexy.

Denki quería derretirse por tener a semejante bombón delante suyo.

—Quisiera de tu ayuda, vengo buscando un cuento. Es que, en la recepción no hay nadie.

—¿Eh?—preguntó confundido—¿No estaba una chica?

—Bueno, no la vi.

—Esa maldita—murmuró.

—¿Disculpa?

—N-no, no. Nada—sonrió ampliamente—¿Busca algún cuento en específico?

—No realmente—se quedó pensativo. ¿Qué tipo de cuento le agradaría a su hijo? ¿Y si le llevaba alguno que no le gustara? Fue entonces que se dio cuenta de lo mal padre que era.

—Bueno, sígame.

Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la sección en la cual estaban ese tipo de libros, se detuvo para girar y observar al pelirrojo.

—Podría hacerle sugerencias—el pelirrojo asintió y guardó las manos en sus bolsillos del pantalón—Bien, "El mago de Oz" es muy bueno, también podría ser "Caperucita roja"...

Mientras hablaba, por algún razón. Kirishima empezó a perderse en su voz, era tan lindo como su rostro, ver su manos moverse mientras recorría el estante hacia que su corazón se acelerara.

Se sentía confundido y su pecho empezaba a dolerle. De pronto escuchaba voces internas, alguien lo estaba llamando hasta que sus ojos se centraron en el rostro del omega.

—¿Se encuentra bien?—preguntó el rubio.

Movió su cabeza ligeramente para salir del trance en el que estaba—Si, lo siento. ¿Qué me decía?

—Le estaba leyendo los títulos para ver si le agradaba alguno—respondió algo dudoso.

—Ah, si. Este—miró rápidamente hacia el estante para elegir alguno—me llevaré este—tomó un libro cuadrado de portada gruesa.

—El gato con botas, buena elección.

Después de eso se fueron a la recepción para quedar de acuerdo la fecha en la que regresaría el cuento. Denki extendió el libro y cuando Eijiro lo tomó, sus manos rozaron provocando una chispa de electricidad.

—Lo siento—dijo el rubio apartando su mano rápidamente.

—Perdón... G-gracias—se sintió avergonzado y no se atrevió a verlo al rostro—Entonces, en 3 días regreso.

—Claro.

Ambos tuvieron contacto visual por unos segundos, después de eso el pelirrojo de nuevo se despidió y salió de allí. El rubio solo lo observó irse y soltó un largo suspiro.

Mi Nueva Mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora