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Kirishima fue a recoger a Kei, esta vez fue más temprano de lo normal y así aprovechó para llevarlo al centro comercial.

—¿Se te antoja un helado?—lo tomaba de la mano mientras subían por las escaleras eléctricas.

—Sí, de vainilla—elevó la vista para mirar a su papá y sonreírle.

—De vainilla será.

Siguieron caminando hasta llegar a un local de neveria, había gente en las mesas de adentro por lo cual después de pedir sus respectivas nieves, salieron para sentarse en las mesas que estaban pegadas a las ventanas de vidrio.

—¿Cómo te fue hoy?—estaban sentados frente a frente.

—Bien papá—Kei había pedido una nueve en vaso, así que tomó una cuchara para agarrar un poco—sabes, vi a un chico lindo—debido a que no alcanzaba el suelo, empezó a mover sus pies en el aire.

—¿Chico lindo?—levantó la ceja—entiendo, con que ya estás en esa edad de que te guste alguien. Nunca creí que este día llegaría tan pronto, eso significa que mi pequeño está creciendo—sonrió—pero,  creo que trataste de decir un niño.

—No papá, no es ninguno de mi salón—lo observó atentamente—es un chico, creo que un poco más joven que tú.

—No creí que te gustarían mayores—dijo algo confundido—Bueno, supongo que todos los niños pasan por eso, a mi me gustaba una maestra cuando tenía tu edad.

—Es muy lindo—le dio otro bocado a la nieve—quisiera casarme con alguien como él.

Kirishima rió, le parecía tan inocente que su hijo pensara de esa manera, era su primer amor de la niñez y sabía que en algunos años se olvidaría de esa persona.

—Sí claro—probó la nieve.

Cambiaron el tema y continuaron pasando tiempo de padre e hijo. Después de aquello se regresaron a su casa para seguir su misma rutina, pero esta vez Kirishima terminó durmiendo en la habitación de su hijo debido al cansancio.

Por fin había llegado el día de entregar el cuento, por lo cual Bakugou estaba afuera de la biblioteca con Kirishima quien no quería entrar.

—Vamos, pareces un maldito adolescente enamorado—dijo un poco molesto.

—Es que... No sé, me da vergüenza.

—¿Vergüenza? No jodas, ya tienes un hijo pero, ¿te da vergüenza dejar un maldito libro?

—No es lo mismo Bakubro—apretó el cuento avergonzado, su amigo tenía razón. Se comportaba como un adolescente.

En eso Denki apareció del lado contrario; ya que regresaba de haber entregado algunos pedidos, intento abrir la puerta pero de nuevo no podía.

Kirishima por instinto miró a la puerta de la biblioteca y fue allí donde lo vio, Bakugou se percató de su mirada así que se giró ya que se encontraba de espaldas, entonces notó al chico rubio.

—No me jodas, ¿es él?—dijo con una expresión de disgusto para después mirar a su amigo, pero este no le prestó atención por estar observando al chico.

Kirishima solo soltó un largo suspiro.

—Que gustos más raros y cuestionables tienes—su cara lo decía todo, definitivamente no estaba convencido.

Denki siguió intentando jalar la puerta hasta que Kirishima se acercó y la empujó.

—Solo tenías que empujar—sonrió divertido mientras que Denki se ruborizó por la vergüenza.

—Dios... Que pena... —desvió la mirada—me volvió a suceder—murmuró.

—Oye, ¿no sabes lee...—pero antes de que terminara de hablar, Kirishima alzó el libro pegándole en la cara.

—No sientas vergüenza, a cualquiera le pudo haber pasado—bajo el libro y Bakugou quiso estrangularlo allí mismo por haberlo golpeado, pero se contuvo ya que estaba trabajando en sus ataques de ira.

—Supongo que si... —respondió sin mirarlo y se adentró dejándolos solos.

En cuanto se fue, Kirishima miró a su amigo quien cerraba los ojos mientras contaba hasta 10. —Perdón, no fue mi intención.

—¿No?—abrió los ojos de golpe—A mi me pareció que si—le dio un tic en el ojo.

Mientras que ambos alfas se quedaban en la entrada, Denki llegó a la recepción con la cara completamente roja, Kyoka al verlo se preocupó y dejó de hacer su trabajo.

—¿Estas bien?

—No... ¿Por qué me pasan cosas malas?—tenía su vista hacia otro lado.

—¿Te hicieron algo?—se puso de pie y se colocó a su lado—Dime quien fue y ahorita mismo voy para romperle la cara.

—No, no. Es que, el alfa del otro día me vio jalando la puerta cuando sabes que se tiene que empujar para abrirla. Dios, es tan vergonzoso—se llevó ambas manos a su rostro para cubrirse.

—Idiota—le dio un pequeño golpe en el hombro—pensé que era algo más grave—regresó a su lugar para reanudar su trabajo.

—Claro que es grave, mi dignidad se fue a la mierda—se descubrió la cara y recargo sus brazos en el mueble.

Kyoka elevó la vista; notó que el alfa se acercaba, así que de nuevo se puso de pie—¿Puedes cubrirme? Me dieron ganas de ir al baño—mintió.

—¿Justo ahora?

—Sí, me urge.

—Te odio, ¿sabes?—dijo suspirando.

—Yo también te quiero—sonrió, después de todo era su venganza por haberla dejado sola el día anterior.

Cuando la pelimorada se alejó, Denki tomó su lugar mientras llenaba la hoja. De pronto escuchó una voz por lo cual elevó la vista.

—V-vengo a dejar el cuento...

Por un instante se había olvidado de aquel alfa, de nuevo de ruborizó recordando la escena tan vergonzosa de hace algunos momentos.

Definitivamente ese no era su día.

—C-claro... —respondió nervioso—¿Su nombre?

—Eijiro... K-Kirishima...

Bakugou observaba tranquilamente, sin duda era nuevo y extraño ver a su amigo comportándose de esa manera. Se quedó callado mientras examinaba al omega, tenía que admitir que era atractivo. No se veía de intenciones malas, hasta sospechaba en que tal vez y compartían la misma neurona.

Sin duda parecían adolescentes enamorados.

Bajo la mirada para leer su gafete: "Denki Kaminari", aquel apellido se le hacía conocido, pero en esos instantes no recordaba nada.

Kirishima entregó el libro y justo cuando su amigo se giró para irse, decidió hablar.

—¿No te gustaría ser niñero?—dicho esto, Kirishima se quedó congelado y se giró hacia su dirección.

—¿Eh?—dijeron Kirishima y Kaminari al unísono.

Mi Nueva Mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora