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Denki se encontraba enfrente de una casa blanca, estaba en el portón dudando si tocar el timbre, se sentía tan nervioso que se mordía las uñas y estaba a punto de salir corriendo.

¿Cómo llegó a eso?

Pues, después de que los alfas se fueron no sin antes dejarle la dirección, su amiga escuchó todo y se acercó a él.

—Irás, ¿cierto?—movió su brazo emocionada.

—¿Qué?—se ruborizó—N-no lo sé...

—Por favor, ese alfa te llama la atención y el destino te está dando una oportunidad para conocerlo. Se ve que es de dinero, puede que sea tu sugar si es que tu papá no piensa dejarte nada.

—Kyoka no digas eso.

—Para que te haces el que no quieres, bien sabes que sí.

—E-es que... No lo sé, veré a su pareja y me sentiré incómodo.

—¿No dijiste que serías un gato rompe hogares?—guiñó.

—Eso era de broma—sus mejillas se tornaron más rojas—jamás haría algo como eso.

—Bueno, quiero que vayas y no te dejaré pasar estar oportunidad, ¿de acuerdo?

—Pero...

—Pero nada Denki, irás porque si.

Fue así como su amiga lo convenció, miró la tarjeta que el rubio le dio, hasta que de pronto escuchó como el portón se abría; elevó la vista y se encontró con el pelirrojo quien se aproximaba hacia él.

Las piernas le temblaron y sintió su corazón acelerarse, con la luz del día su rostro se veía más hermoso, pudo sentir que caminaba en cámara lenta y su cabello se movía de un lado a otro.

—H-hola... ¿V-viniste?—dijo un poco nervioso.

—Eh... s-si...

—Bien, pasa. Te presentaré a mi hijo—sonrió nervioso.

Se hizo a un lado para que entrara y después cerró el portón. Empezó a caminar por el patio hasta llegar a la puerta café, la abrió permitiéndole que fuera el primero en entrar.

—Gracias—dijo Denki observando el interior. Estaba todo en orden y relucientemente limpio.

Kei quien se encontraba en la sala viendo televisión se giró hacia su dirección cuando escuchó la puerta abrirse, se asomó y logró ver al chico rubio, así que se puso de pie para acercarse a él.

—¡Papá! ¡Papá! ¡Él es el chico lindo!—dijo dando pequeños saltos de felicidad.

—¿Chico lindo?—Denki se sorprendió al verlo, pero su rostro se le hacía familiar.

—¿Es él?

—¡Si papá!—se acercó a él para esconderse detrás suyo.

Denki se giró hacia la dirección de ellos y se agachó—Oh, ya recordé. Tú eres el niño de la guardería, ¿verdad cariño?—sonrió entrecerrando los ojos.

Kei se asomó un poco ruborizando para asentir, Kirishima esbozó una pequeña sonrisa, nunca había visto a su hijo actuar de esa manera.

Mi Nueva Mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora