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El señor Kaminari estaba sentado en la oficina de su casa, tenía entre sus manos las fotografías que últimamente su guardaespaldas le estaba mandando, en cada una de ellas parecía que su hijo iba teniendo más acercamiento con aquel alfa.

Le molestaba un poco, pensaba que era porque quería librarse y conseguir dinero tan fácil, en eso escuchó como la puerta se abría, dirigió la mirada y vio a su esposa en el marco de la puerta.

—Te traje té—se acercó a él con la taza entre sus manos y la colocó en su escritorio.

—Gracias querida—dejó las fotografías pero las colocó boca abajo para que su esposa no lograra verlas.

—¿Tienes mucho trabajo?—se sentó en la silla de enfrente.

—Estaba revisando unos papeles, nada importante—tomó la taza y la llevó a su boca para darle un sorbo—Por cierto, ¿invitaras a Denki para navidad?—colocó la taza a un lado.

—¿Puedo?

—Claro, es más. Yo lo invito.

—Me parece bien—sonrió—la verdad, hace mucho que no lo veo y lo extraño. Es difícil para una madre estar lejos de su hijo, yo no entiendo como puedes vivir sin saber nada de él.

—Solo quiero que sea alguien digno para heredar mi empresa, lo estabas mimando mucho.

—Es mi único hijo, ¿cómo querías que no lo hiciera?

—Bueno, yo le hablo y te informo su respuesta.

—Me parece bien.

Mientras tanto, como era de tarde; Kirishima y Denki se encontraban en el parque mientras Kei jugaba en los columpios, lo observaban desde lejos ya que una niña llegó a jugar con él.

De repente Denki se estremeció debido a la brisa fría, Kirishima lo notó y se quitó su abrigo para extendérselo.

—Toma.

—¿Qué?—se sorprendió un poco—no, no puedo. Es tuyo y te dará frío—escondió sus manos en las bolsas de su suéter.

—Descuida—insistió en darle su abrigo—este clima me agrada, así que el frío es lo de menos.

—¿Seguro que no te dará frío?

—Tú lo necesitas más que yo. Tú nariz está roja—elevó su mano para tocarle la punta de la nariz.

Denki se sobresaltó al sentir el dedo frío y soltó una pequeña risa—tus manos están congeladas, creo que lo necesitas tú.

—Pero yo no tengo frío, anda tómalo. Además, el cuello de tortuga está caliente.

—Pero...

—Pero nada—se acercó para encimarle su abrigo.

Denki se ruborizó un poco y asintió, tenía la mirada desviada por el nerviosismo que sentía, aquel alfa lo hacía sentir cosas en su interior. Inconscientemente tomó su mano y la guardó con la de él en la bolsa de su suéter.

Kirishima abrió los ojos más grandes ante su acción, no esperaba aquello y provocó un rubor en sus mejillas, si sentía frío, ahora sentía calor; sus orejas podía sentirlas arder.

—Así estarán calientes.

—Ah... S-sí... —no supo que decir, tal vez solo una, ya que la otra mano la uso para rascarse su mejilla.

De pronto Denki reaccionó y bajo la mirada a la bolsa de su suéter, podía sentir sus manos entrelazadas y su rubor aumentó más. Ninguno era capaz de mirarse, mantenían la mirada desviada.

Mi Nueva Mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora