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Después de dejar al pequeño Kei en su kinder se encontraba mirando a la nada, en toda la noche tuvo una idea; conseguir una niñera para su hijo. Tal vez sería un fracaso como las anteriores veces, pero debería de intentarlo de nuevo.

Aunque al final resultaría lo mismo, ya no lo llevaría a la guardería pero en cambio estaría en su casa. Se froto el cabello desesperado y justo en ese instante decidió ponerse de pie para tomar su saco.

Minutos después se encontraba caminando en la oficina de su amigo Bakugou, le indicó a su secretaria que pasaría, al estar enfrente de la puerta tocó, no espero respuesta y la abrió.

Su amigo se encontraba revisando algunos documentos, pero en cuanto escuchó que la puerta se abrió, levantó la vista.

—¿Hah?—levantó una ceja—¿Quién carajos te dio permiso de entrar?

—Bro, hay algo que no me dejó dormir en toda la noche—ignoró la pregunta de su amigo y se sentó en la silla que estaba enfrente.

—¿Qué mierda?—se resignó, sabía que su amigo era así, desde que lo conocía.

—Verás, pensé en contratar una niñera.

—Ya lo has intentando antes y no ha funcionado—dejó los documentos que tenía entre sus manos a un lado de su laptop.

—Pero ya lo pensé, esta vez contrataré a betas. La veces anteriores eran omegas y pues ya sabes cómo resultó eso.

—Lo que deberías de hacer es volver a enamorarte, ¿no crees que Kei necesita el cariño de una madre?

—¿Enamorarme? No, Kei no... N-no necesita a una...—se quedó pensando, tal vez y su amigo tenía razón.

—Claro que la necesita, Izuku muchas veces me lo ha dicho y tiene razón, es un niño que está creciendo sin su mamá.

—Ya sabes el porqué—desvió la mirada, era un tema del cual no quería hablar. No quería recordar a la persona que no le importó su hijo y se marchó con alguien más. De tan solo pensarlo la sangre se le hervía, sentía tantas cosas; impotencia y nostalgia.

Bakugou al ver que se quedó callado y mirando hacia otro lado, ya suponía lo que posiblemente pensaba.

—Además, aún estas joven. Bueno, ya estás por cumplir 30 años.

—No es fácil Bakubro, un alfa que ya tiene un cachorro jamás volverá a tener pareja, las que me llegan al final se van. A lo mejor mi destino es estar solo, con Kei.

Izuku quien justo entraba en ese instante , alcanzó escuchar aquello y caminó hacia su esposo—No digas eso Kiri.

El pelirrojo al escucharlo se sobresaltó, como estaba de espaldas pues no lo vio, solo Katsuki quien le sonrió.

—Yo digo que tu omega destinado ha de andar por ahí, solo que aún no se presenta—se colocó a lado de su esposo y este lo tomó de las caderas para jalarlo hacia él; obligándolo a sentarse en sus piernas.

—No lo creo Midobro—se rascó la parte baja de la nuca.

—Llegará cuando menos te lo esperes—sonrió entrecerrando los ojos y Katsuki lo rodeó en un abrazo para después colocar su mentón sobre el hombro del contrario—O tal vez ya te lo has topado, solo que aún no era el momento.

En ese mismo instante en la misma ciudad, se encontraba Denki tratando de abrir la puerta de la biblioteca, pero por más que jalaba no se abría.

—¿Por qué no se abre?—se dijo a si mismo.

—Tal vez porque dice "empuje" en vez de "jale"—dio un pequeño brinco mientras se giraba para ver a su amiga.

—Oh... Con razón—sonrió nervioso y empujó la puerta.

—Ay Denki, en verdad que siempre es lo mismo contigo—se quitó los audífonos y ambos entraron.

—Lo siento, soy algo distraído—se rascó la mejilla.

—Yo diría que idiota—ambos rieron ante ese comentario.

Entraron y observaron a su nuevo compañero, era un chico pelinegro que suponían que era quien había abierto la biblioteca. Se acercaron hacia él para saludarlo.

—Llegaron—dijo aquel alfa.

—Hola, debes de ser el nuevo, ¿cierto?—pregunto Denki muy animado.

—Bueno, es la primera vez que ustedes me ven, porque yo entre hace como 2 semanas. Mi nombre es Hanta Sero, mucho gusto.

—Un gusto, yo soy Denki Kaminari y ella es Kyoka Jirou—la señaló—es un poco amargada, pero cae bien.

—Te escuché—lo fulminó.

—Puedo verlo—dijo mientras la observaba—pero bueno, espero poder llevarme bien con ustedes.

—Cuenta conmigo—alzó los pulgares mientras guiñaba.

Para la tarde, Denki fue el primero en salir ya que tenía que ir a hacer sus compras, a veces si extrañaba usar su tarjeta de crédito pero eran hábitos de los cuales se había olvidado.

Iba caminando y no se percataba de que lo seguían, eran hombres en traje con gafas negras, Denki era muy distraído y vivía su día a día. Aquellos hombres eran mandados por su padre para vigilarlo cierto tiempo.

Al ver que se encontraba bien le mandaban el informe al señor Kaminari. Este al verlo, suspiró, tal vez mandó a vivir a su hijo por su propia cuenta, pero al final era para su bien.

—Por favor querido, ya déjalo regresar—la rubia suplico, pues era la más afectada por tener lejos a su único hijo.

—Aún no es tiempo.

—¿Qué acaso no te importa?—habló un poco molesta. No lograba entender su tranquilidad.

—Me importa, por eso hago esto—la miró seria—lo consentimos mucho y estuvo mal.

—Sigo diciendo que no era la manera... No entiendo por que fuiste así, ¿no tienes corazón?

—No pienso seguir discutiendo—se levantó de la silla, ya que estaban cenando. Si, ellos cenaban temprano.

—Sí algo le llega a pasar a mi hijo. ¡Juro que jamás te lo perdonaré!

El señor Kaminari salió del comedor, empezaba a sentirse culpable y a veces dudaba de su decisión.

Denki después de comprar lo necesario, decidió ir a un parque para disfrutar del clima, era tan cálido y los colores naranjas del cielo le gustaban. Podía sentir que volvía a su niñez, las veces en que nada le faltaba y tenía el amor de sus padres.

Pero ahora ni siquiera estaba con sus papás, solo tenía la amistad de Kyoka y con eso se sentía a gusto. Fue difícil acostumbrarse a ese vida, pero le empezaba a gustar aunque a veces se frustraba.

Mi Nueva Mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora