Capituló 03

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Cuando Ferran creyó haber superado su miedo a tocar a su cachorro, y se atrevió a acariciarlo desde sus manitas, hasta darle ligeras caricias en su cabeza, Pedri llegó un día sugiriéndole algo que le hizo pensar que no era consciente de su naturaleza.

—No puedo —él se negó rotundamente, sin siquiera permitirse pensar en ello.

—Sé que puede parecerle complicado, pero realmente creo que así podrá ayudar a su cachorro.

Intentó razonar con él, dejando escapar un suspiro.

—Si Hugo ha presentado síntomas de una posible recaída, y estuve pidiendo un par de opiniones a médicos expertos en estos casos, por lo que te puedo asegurar que lo que harás garantizará el bienestar de tu bebé y podrás sentirlo cerca.

—Pero... ¿Y si lo lastimo? Ni siquiera puedo imaginarlo.

Los ojos del alfa mostraban la preocupación por la que estaba pasando, claro que quería ayudar a su cachorro, pero no quería arriesgarse a lastimarlo.

—No lo hará, me aseguraré de que todo esté en orden. Yo te ayudaré con los cables que están conectados con el respirador, mientras tú lo sujetarás en tus brazos y tratarás de hacer contacto piel con piel, eso es todo lo que tienes que hacer.

—¿Es seguro de hacer?

El canario asintió.

—Como le dije, a los cachorros les gusta sentir a sus padres cerca, conocerlos a través de la voz y a través de la conexión que forzan a través de sus interacciones. Los bebés pueden tener momentos de estrés, y si hablarles o acariciarlos no funciona, aunque les canten, entonces es mejor procurar que se relajen mediante el contacto piel con piel. Ahora mismo le toca comer, para que lo cargue y me ayude a alimentarlo, es necesario que respete las horas asignadas de comida y no altere su horario.

Ferran dudó demasiado en aceptar, su lobo le recriminó por negar a ayudar a su cachorro para que estuviera bien, ¿qué padre se negaría a hacer algo con tal de asegurarse de que su hijo estuviera bien? Pero su miedo también lo albergaba, sintiendo que el pequeño cuerpo de su cachorro sería demasiado frágil en sus brazos, ¿y si lo sujetaba mal? ¿Y si le causaba alguna otra molestia?

—Sé que le estoy pidiendo mucho, pero confío en que podrá hacerlo bien porque lo he visto interactuar con su cachorro. Una vez que salga de aquí, ¿cómo lo llevarás de un lado a otro contigo? Debes cargarlo en algún momento de tú vida, y es mejor que empiece ahora que puedo ayudarle y no cuando salgan y no sepas que hacer a mitad del camino.

Asintiendo ante sus palabras, decidió relajar su cuerpo mientras repasaba lo que tenía que hacer, tan simple como sostener a su bebé contra su pecho debajo de la camiseta que llevaba consigo.

El alfa había tenido claro que debía mantener a su bebé lo más cerca posible de su piel, adaptándose a la sensación e intentando alejarlo de lo que podrían ser las texturas ásperas de las telas.

Al desabrocharse los botones de la camisa, se sintió algo avergonzado al saber que estaría exponiendo el frente de su cuerpo al omega. Su lobo incluso parecía esconderse en algún rincón, demasiado apenado como si el enfermero no estuviera acostumbrado a ver tantas cosas que los padres harían por sus cachorros y su bienestar.

Pero contrario a lo que podía pensar, Pedri tuvo que aclararse la garganta y respirar por la boca, desviando el sonrojo que amenazaba con subir por sus mejillas al ver cómo el torso desnudo del alfa aparecía en su campo de visión.

Nuevamente agradeció al neutralizador que estaba en la habitación, de lo contrario la situación ya sería demasiado embarazosa.

—Está bien, vamos a sacarte de aquí, cachorrito.

El omega sonrió, asegurándose de mantener los cables en su lugar cuando tomó al pequeño bebé en sus brazos, familiarizado con la sensación.

—¿Está listo, señor Torres?

—Sí, adelante.

Extendió sus brazos, sin saber exactamente en qué posición debía ponerlos, hasta que los brazos del omega estuvieron encima de los suyos.

—Bueno, voy a quitar mis manos poco a poco, hasta asegurarme de que lo sostiene, ¿bien?

Al recibir un asentimiento, dijo con mucho cuidado, colocando los brazos del alfa para fortalecer su agarre y que el cachorro quede a la altura de su pecho.

—Los cables estarán de este lado, puedo acomodar su camiseta para que no sea incómoda y pueda estar más abrigado para el cachorro, ¿vale?

—No hay ningún problema.

Su mirada se centró sólo en su bebé, fascinado por verlo más de cerca en comparación con verlo a través de la incubadora.

Sintió una sensación extraña en su pecho, demasiado asombrado por el primer contacto real que tuvo con su cachorro desde la primera vez que lo vio. Aunque todavía tenía un poco de miedo por lo pequeño que se sentía su bebé en sus brazos, saber que lo estaba consolando de alguna manera casi lo hizo llorar nuevamente en esa habitación, con ganas de salir corriendo de allí y mostrarles a todos lo hermoso que era su perrito. Era su pequeño Hugo.

—Parece que está mejorando, ha dejado de respirar muy rápido —Pedri sonrió, feliz por eso—. Podemos mantenerlo así por un tiempo, hasta que nos aseguremos de que está tranquilo. Si sientes molestias, o incluso si sientes frío, puedo pedirle que cambien la calefacción mientras permaneces con el pequeño Hugo de esta manera.

—No tengo ningún problema, gracias por preocuparte —él le mostró una pequeña sonrisa antes de volver su mirada hacia su bebé.

—Viendo que está bien, necesito salir de la habitación por unos minutos para comprobar algo, pero volveré pronto. Si necesitas algo, puedes tocar el timbre detrás de ti, así recibiré un mensaje. Y vendré tan pronto como pueda, ¿vale?

—Por supuesto, llamaré a cualquier cosa.

Asintiendo, Pedri les dio una última mirada antes de salir de la habitación, corriendo directamente a la siguiente habitación en busca de sus pertenencias.

Definitivamente necesitaba encontrarse con su mejor amigo para contarle toda esa situación, de lo contrario sentía que se estaría volviendo loco al guardarse todo para sí mismo.

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