For Us | Fedri

Capituló 11

Pedri consideró si realmente necesitaba ir al supermercado, pero tan pronto como miró el refrigerador, se dio cuenta de que tenía que ir o de lo contrario no tendría más comida para el resto de la semana.

Agarrando su abrigo más grueso y sus pertenencias, salió de su apartamento dispuesto a ir al supermercado a comprar lo imprescindible y regresaría para seguir aislándose de todos.

Su lobo no le estaba dando la simple tarea de continuar con su día a día, manteniéndolo cautivo la mayor parte del tiempo y pidiéndole permiso para faltar a su trabajo, asfixiándolo mientras intentaba no arrastrarse por el rechazo que sentía dentro de él.

En toda su vida, nunca se imaginó pasar por una situación similar, incluso cuando escuchó todas esas historias sobre destinados con finales felices, él mismo quería que eso sucediera, pero no se imaginó encontrarse con él en esas condiciones y hasta sentirse tan herido por algo que ni siquiera el alfa sabía que estaba sucediendo.

Intentó en varias ocasiones razonar con su lobo, pero era tan testarudo que se aferraba a la idea de haber sido rechazado por mucho que quisiera convencerlo.

Pedri ya no podía con su propio lobo, dejándolo en paz mientras quería seguir con su vida como si nada hubiera pasado, incluso cuando eso significaba el enfado mismo del valiente animal que llevaba dentro.

—Vamos y venimos rápidamente, eso es todo —murmuró para sí mismo, cerrando la puerta con seguro antes de dirigirse por el pasillo para salir del edificio.

Por suerte para él, el supermercado no quedaba retirado de donde vive, caminando solo dos cuadras para llegar allí, agradecía tenerlo cerca.

Agarró un carrito del mercado para hacer el recado, entró a la tienda y saludó con una sonrisa al guardia que estaba en la puerta, siguiendo su camino.

En ese momento ni siquiera recordaba haberse preocupado por su apariencia, demasiado distraído para darse cuenta de los grandes círculos oscuros que adornaban bajo sus ojos, el cabello desordenado y despeinado durante días, la ropa holgada que lo hacía parecer pequeño y para colmo, el aroma amargo que soltó debido a las emociones negativas que experimentó su lobo.

Los supresores no habían sido de mucha ayuda para disminuir su aroma, por lo que también llevaba encima casi medio frasco de perfume con la intención de camuflar el olor. Joder, se sentía un tanto ridículo por tener que hacer todo esto al salir, se sintió molesto por todo esto mientras se adentraba más en la tienda y comenzaba a tirar cosas que consideraba necesarias al carrito, empujando hacia adelante por los pasillos.

Estaba tan concentrado en hacer memoria para saber qué podía necesitar, que no notó cómo su lobo se movía inquieto cuando sintió un aroma a almizcle picar en su nariz, algo familiar para él.

Mientras se acercaba al final del pasillo, estaba tan distraído que notó el carrito de la persona contraria que giraría en su dirección, chocando de frente con el contrario y asustándolo.

—¡Disculpe! —gritó totalmente angustiado, levantando la vista para encontrar unos ojos que reconoció al instante.

—¿Pedri? —la voz del alfa provocó un escalofrío que le erizó la piel.

—Ferran, hola —saludó sin saber qué más decir.

¿Qué hacía el alfa allí? Bueno, era un lugar público donde cualquiera podía ir a hacer sus mandados allí, pero justo hoy tenía que encontrar al alfa que tanto mal trae a su lobo y a su persona.

Casi se rió en ese momento, si no fuera por el contrario porque le mostró una sonrisa que lo hizo vacilar en su comportamiento por un momento.

—No esperaba verte por aquí —acomodando el carrito frente al suyo, se acercó—. ¿Cómo estás? Fui al hospital el otro día, quería ir a saludar, pero me dijeron que estabas sin trabajar unos días. No sabía cómo contactar contigo, aunque me alegro de verte ahora.