Capituló 22

119 19 0
                                    

Ferran miró a Pedri con una mezcla de sorpresa y anhelo, mientras el castaño miraba hacia abajo, sintiéndose vulnerable y expuesto.

El silencio llenó la habitación, cargado de incertidumbre y tensión no resuelta. ¿Deberían ignorar lo que acababa de suceder y continuar como si nada hubiera cambiado? ¿O deberían afrontar la verdad de sus sentimientos en ese mismo momento? Pedri se mordió el labio, su buen humor y la seguridad que sentía desaparecieron.

Ferran respiró hondo, luchando consigo mismo mientras contemplaba sus próximos movimientos. Finalmente, con determinación en sus ojos, colocó una mano bajo la barbilla de Pedri y lo obligó a mirarlo.

—Pepi... —sus palabras se desvanecieron cuando observó los ojos cristalinos del omega—. Dios, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras?

—Lo siento, lo siento mucho —el rostro del omega se angustió, pasando el dorso de su mano por sus ojos.

—¿Por qué te disculpas? —frunció el ceño, confundido.

—Se suponía que esto no iba a pasar, mantendría la distancia y no te incomodaría, pero lo primero que hago es besarte y probablemente ya estés pensando en salir corriendo de la casa, lo entiendo perfectamente, y respetaré tu decisión, pero sólo quiero que me disculpes si mi acción te molestó. Cuando estoy feliz no suelo pensar muy bien en mis acciones y sólo actúo por inercia...

—Pedro, detente —él sonrió, tratando de calmar su discurso—. ¿Por qué no tomas un poco de aire? Estás muy rojo.

—Cuando me eches de tu casa tendré mucho aire libre —respondió en tono serio, pero eso hizo reír al alfa.

Ferran quería seguir serio con el asunto, pero las palabras del omega no ayudaron a ocultar su diversión por la situación. Soltando un suspiro, lo guió hasta el taburete de la cocina, instándolo a tomar asiento.

—Hablemos de ello, pero necesito que estés tranquilo y no saques conclusiones apresuradas —tomando asiento frente a él, dejó caer las manos sobre su regazo—. No creo que sea algo fácil de expresar, pero lo vamos a intentar.

El silencio se instaló por un momento entre ellos, haciendo la situación algo incómoda. El alfa se aclaró la garganta, tomando la iniciativa de volver a hablar, hasta que el omega se apresuró y comenzó a expresar todo lo que sentía.

—Desde que nos conocimos, mi lobo comenzó a dar señales de reconocerte como mi destino, pero al principio pensé que era solo algo casual. Cada día y noche que pasamos en el área de recién nacidos, sólo confirmé que en realidad estamos destinados y que estaba cada vez más conmovido contigo, incluso enamorado de ti, pero tenía miedo de que nada de eso pasara por el simple hecho de las condiciones en las que nos conocimos, ¿cómo podría concentrarme en algo así cuando perdiste a tu omega? Además tuviste a tu cachorro en recién nacidos y sólo podías pensar en su recuperación, que estaba fuera de peligro. No hubo un sólo momento para encontrar que se pudiera aclarar esta situación, así que preferí quedarme callado —se llevó las manos al rostro, se tapó los ojos antes de seguir hablando—. Cuando saliste de recién nacidos y les dieron el alta, nunca imaginé que nos volveríamos a encontrar y en esa situación, incluso vivir juntos por mi salud es algo que en mi vida la podría haber imaginado, sin embargo estamos aquí.

Ambos compartieron una risa, si en algo coincidían era en que volverse a ver no sería fácil para convivir, o al menos no cuando recién se estaban reencontrando.

—Estando aquí solo pude confirmar mis sentimientos, y todas mis dudas se disiparon al saber que me enamoré de ti, pero que nada de esto me parece correcto. Eres un buen alfa, probablemente el mejor alfa que he conocido en toda mi vida. Da por el hecho de tener un cachorro a tu lado y hacer todo lo posible para sobrellevar la vida, por la dedicación que ofreces y lo armonioso que haces lucir tu hogar, simplemente estoy asombrado por ti. Cada día solo puedo pensar en eso. Eres un buen alfa y que me gustaría dar el siguiente paso contigo, pero lo último que quisiera es hacerte sentir incómodo y que solo seas amable conmigo por las circunstancias que estamos, pero mi lobo y mi parte irracional parece estar en mi contra para demostrarme que nada de eso importa y que debo intentarlo, solo que no soy capaz de ello por la razón de que no sé cómo te sientes, ni sé cómo te sentiste con el hecho de estar destinado.

Cuando Pedri guardó silencio, fue el turno de Ferran de responder.

—Debo confesar que al principio estaba aterrorizado, pero ese sentimiento era solo de mi parte, mi lobo solo pareció acostumbrarse a esa idea de estar destinado. En ese punto puedo decirte que mis sentimientos hacia ti son sinceros, a tal punto que me siento cómodo a tu lado y que ya no veo este hogar sin tu presencia, solo puedo pensar en llegar y tenerlos a mi lado, sólo me veo haciendo planes para nosotros tres. No puedo asegurar que un sentimiento como el amor sea completamente sólido, todavía tengo cosas que soportar y afrontar por mi cuenta para sentir que estoy viviendo el presente y que realmente estoy teniendo una buena vida, pero tampoco me cierro a la idea de intentarlo porque, la verdad, es algo que me da curiosidad.

—¿Lo intentáremos? —el menor vaciló en la palabra, procesando lo dicho.

Ferran asintió.

—Podemos empezar a conocernos, pero no en el sentido de hacerlo sólo por el compromiso de ser conocidos por la relación en el hospital, sino con la intención de formar verdaderamente un vínculo y estar presentes en la vida del otro, si me explico.

—Me gustaría eso —movió la cabeza en confirmación, sintiendo su propio aroma expandirse por la felicidad.

El mayor soltó una carcajada antes de extender sus brazos, invitándolo a acercarse, invitación que el castaño no rechazó e instintivamente se estrelló contra su pecho, quedando envuelto en un fuerte agarre alrededor de su cuerpo.

—Sabes, en realidad intentarlo no creo que sea muy diferente de cómo somos a diario. Si compartimos un viaje para ir a trabajar, compartimos el cuidado de Hugo, hacemos actividades como preparar la cena o reunirnos para mirar, algo, y para colmo compartimos el mismo espacio para dormir... Creo que no haremos nada extraordinario.

El omega tenía un sonrojo en sus mejillas, gracioso. -

—La intención puede cambiar detrás de todo esto.

Antes de que alguien pudiera decir una palabra más, el llanto del cachorro resonó por la cocina, captando rápidamente su atención y haciéndolos separarse de su abrazo para acercarse al pequeño.

Volviendo a su rutina anterior a lo sucedido, terminaron de servir la cena y le dieron toda su atención al cachorro, conviviendo de manera armoniosa y disfrutando de su propia burbuja de hogar.

For Us | FedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora