Capituló 19

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Pedri no había dejado de sonreír en todo el camino, encantado con todo lo que veía mientras el auto seguía alejándose por la ciudad. El entorno parecía más bonito ante sus ojos, y su lobo no dejaba de girar mientras avanzaban, hipnotizado en cuanto observó una parte del mar al otro lado del camino.

—Dios, ¿vamos a la playa? —preguntó, observando atentamente cómo se movía la marea, provocando una sensación abrumadora en su estómago.

—Si no hace demasiado frío para cuando terminemos, pensé que podríamos dar un paseo —comentó con la vista fija en el camino.

El omega asintió, volviendo su mirada hacia el exterior. Ferran tampoco dejó de sonreír, viendo a su lado cómo Pedri parecía atento a cada detalle del camino por el que pasaban, incluso pudo compararlo por un segundo con un niño fascinado por el mundo.

Hugo se había arrullado en el camino, colocándolo bien en el portabebés en la parte trasera del auto, haciendo que el alfa revisara el espejo retrovisor de vez en cuando para comprobar que todo estaba en orden. Su primer destino fue uno de los principales restaurantes de la costa, reconocido por sus buenos platos y la vista al mar que ofrecía mientras degustaban la comida.

Tan pronto como llegaron, Pedri consideró si su ropa era apropiada, observando como varias personas vestidas de manera sofisticada bajaban de sus autos y entraban al restaurante, echando un vistazo a su propia ropa antes de ser interrumpidos por el alfa.

—Vamos, a este lugar vienen muchos ejecutivos para sus reuniones y cerrar negocios, pero también pueden entrar turistas y personas que transitan por la carretera, no es exclusividad ni etiqueta —sonrió, presenciando cómo el gesto del omega había pasado de uno sonriente a uno de preocupación tan pronto como estacionó.

Asintiendo a sus palabras, salió del auto tratando de arreglar su ropa lo mejor posible, mientras Ferran se encargaba de anotar lo esencial para no tener ningún contratiempo con su cachorro.

Una vez que todo estuvo listo, se dirigieron a la entrada donde un beta mayor les sonrió y los guió hasta una de las mesas antes de retirarse y darles su propio espacio.

La primera parte fue tranquila, pidiendo un par de platos de su interés y sumergiéndose en una tranquila charla de momentos triviales de sus vidas, compartiendo risas y más anécdotas hasta que la mesa estuvo servida y comenzaron con los primeros bocados.

El omega se sintió realizado apenas ingirió el primer trozo, encantado con su paladar y sin poder evitar concentrarse en lo mucho que disfrutaba la comida mientras el alfa hablaba.

—¿Sigues viendo lo de tu trabajo? —cuestionó en un momento de la conversación, mirándolo con atención.

Asintiendo, dejó el tenedor sobre la mesa.

—De hecho, le dije a mi superior y me confirmó que mi primer día empezaba el próximo martes, tengo estos días para arreglarme antes de retomar mi rutina.

—¿Estás bien con eso? Con empezar de nuevo.

—Creo que sí, no quisiera seguir siendo una carga para ti, y me gustaría distraerme y ayudarte aunque sea un poco.

El lobo del alfa se movió, disgustado con sus palabras. Si tenía que admitir algo, es que Ferran nunca vio a Pedri como una carga mientras estaba bajo su cuidado, en cambio, le gustaba saber que él podía proveerlo de alguna manera, sin importar cuán primitivo sonara y pudiera parecer.

Todavía no expresaba ese tipo de pensamientos con su terapeuta, pero se aferraba cada vez más a ellos, ni siquiera creía que debía decirlo en voz alta para comprender la fuerza de aquel suceso.

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