Capituló 08

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El omega dejó escapar un suspiro, sosteniendo protectoramente al pequeño cachorro en sus brazos mientras se dirigía por el pasillo, directamente a la habitación del alfa.

Pedri no pudo negar el gran susto que había recibido esa noche, luego de haber hablado con el cachorro y sentir a su lobo demasiado inquieto de repente, se levantó mientras veía como Ferran terminaba en el suelo, cayendo inconsciente y alertándolo sin saber qué hacer.

No era una imagen que esperaba tener del alfa, atacaba demasiado contra su frágil corazón y la necesidad de saber que todo estaba bien, necesitando verlo por sí mismo y calmar la angustia que tanto su lobo, como él mismo, tenían. desde esa noche.

—Estás feliz de ver a papá, ¿no? Ya casi llegamos —susurró contra la cabecita del bebé, depositando un pequeño beso en su sien antes de tocar la puerta.

Escuchó al otro lado como la voz del alfa le permitió pasar, abriendo la puerta mientras Ferran se acomodaba en la cama hasta quedar sentado, mostrando una expresión de sorpresa al ver al omega y su cachorro en su habitación. Como si del lazo se tratara, Hugo se movió lentamente entre los brazos del enfermero, haciéndolo reír y apresurarse antes de su reunión con su padre después de un par de días.

—Ow, mi cachorro —la voz del pelinegro se quebró en la última sílaba, sosteniendo al bebé contra su cuerpo tan pronto como se lo entregó el menor.

—¿Cómo se siente? —preguntó el omega, parándose a su lado.

—Estoy mejorando, gracias —mirándolo, continuó—. ¿Cómo está Huguito?

—Hablé con mi superior ayer, y hemos llegado a la conclusión que "Huguito" —rieron—. Puede salir del área neonatal, de hecho también le aplicaron un par de pruebas para tener una mejor visión de su estado, lo más seguro es que en cuanto a ti le den de alta, ambos pueden irse a casa.

El lobo de Ferran aulló, demasiado feliz con la noticia. No veía la hora de salir del hospital con su cachorro y llevarlo a ver la habitación que con tanto mimo había decorado para él, tenerlo a su lado y saber que está mejor, sin tener que verlo a través de una incubadora y limitar de él mismo con sus interacciones.

Pero, además de su nube de felicidad, había una pequeña inquietud que crecía en su pecho y que su lobo lo llamaba, solo que para él todavía era algo que no entendía a qué se refería.

—Eso me hace muy feliz, debo agradecerles por cuidarlo todo este tiempo, especialmente en estos días que tuve que ausentarme.

—No se preocupe, lo hago con mucho gusto y por eso me gusta mi trabajo. Realmente me hace feliz cuando los cachorros salen del área de cuidados intensivos, me hace sentir que todo vale la pena y que estoy haciendo bien mi trabajo.

—Sí, eres un enfermero maravilloso. No solo eres bueno cuidando cachorros, sino que también tienes la capacidad de acercarte a los padres, eres una persona muy empática y sabes tratar con ellos, lo sé porque me sentí acompañado, realmente me sentí que estuviste ahí, no solo cuidando a mi cachorrito, también tratando de que perdiera el miedo y estuviera a su lado todo el tiempo, fuiste de gran ayuda para los dos.

Pedri sintió que podría llorar en ese momento si no controlaba sus emociones, además de que su cuerpo ya comenzaba a producir feromonas que inundaban la habitación encima del neutralizador, respirando profundamente para tratar de controlarse.

Él sonrió agradecido, colocando una mano a la altura de su pecho, buscando las palabras adecuadas para responder.

—Como dije, es mi trabajo y me siento cómodo haciendo algo que me apasiona, así que no tiene que estar agradecido cuando lo hago con gusto. Me alegra saber que está bien, Hugo. Estaba inquieto estos días, pero es un hombrecito fuerte que sabe esperarte.

—Mi cachorro es el mejor, ¿no? —comentó con una gran sonrisa, mostrando un pequeño hoyuelo—. Extrañé mucho estar con él, estos días han sido muy largos y tediosos estando lejos de Hugo.

—Pero ahora están juntos de nuevo y, si todo va bien, podrán marcharse pronto.

El omega no negaría que le entristecía la noticia de verlos salir del hospital, pero no podía ser egoísta y mantenerlos ahí solos con la esperanza de poder verlos, e incluso cuidar de ellos, eso no le correspondía.

Sabía que Fermín tenía razón, algo debió haber hecho apenas descubrió que el alfa era su destino, porque ahora que la noticia de que su separación estaba a la vuelta de la esquina ya estaba más que presente, su lobo comenzó a resentirse por la distancia que había surgido en aquellos días.

Ahora que Hugo ya no estaría en el área de recién nacidos, y que Ferran pronto sería dado de alta, eso solo significaba tener más distancia entre ellos, y Pedri sería el único que estaría sufriendo todo esto.

—Si necesitas tiempo a solas con tu cachorro, estaré afuera en el pasillo, cualquier cosa puedes llamarme.

Con una última mirada salió de la habitación sin esperar respuesta, sintiéndose asfixiado si permanecía en el lugar un segundo más.

Ferran sintió la extraña necesidad de pedirle que no saliera de allí, su lobo se movía inquieto mientras miraba la puerta por donde previamente había salido el omega, ¿por qué quería seguirlo?
¿Qué era lo que su lobo quería tanto que viera? Siempre habían tenido buena comunicación, pero en el último mes parecía tan complejo con lo que quería expresarle, que pocas veces lograba entenderlo.

El omega se arrastró por la pared hasta el suelo, tomando asiento en el azulejo mientras envolvía sus piernas con sus brazos y las pegaba contra su pecho, necesitando algún tipo de consuelo en ese momento.

No entendía si reaccionaba de esa manera por él mismo, o si era su lobo hablando por sí mismo, pero no le gustaba la tristeza abrumadora que amenazaba con invadirlo mientras la realidad se instalaba en sus pensamientos.

¿Por qué, de todos los escenarios posibles, tuvo que haber encontrado su destinado de esa manera? Estaba seguro que si fuera en otras circunstancias el dolor que estaba a punto de experimentar no estaría pasando, y que lo más probable es que no sólo fuera él quien había sentido esa conexión con su destinado, sino que el alfa también lo sentiría y todo podría ser más simple.

Intentó tomar grandes bocanadas de aire, no se dejaría mortificar por todo esto, había pasado por situaciones críticas y esa no sería la excepción, por primera vez no cedería a lo que dice su lobo. Simplemente continuaría con su día a día hasta que ese sentimiento, que empezaba a estar enterrado en su pecho, pudiera salir por completo.

Sólo era cuestión de tener paciencia y armarse de valor para no ceder a sus impulsos, Pedri confiaba en que podría lograrlo.

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