Capituló 18

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Luego de las últimas semanas de convivencia, Ferran comenzó a notar cambios en su relación con Pedri.

Lo que antes era una mera convivencia por el bienestar de su hijo y del propio omega, ahora se convirtió en algo más profundo. Sus conversaciones se volvieron más íntimas y él disfrutaba cada vez más de la compañía del omega.

Sin embargo, algo dentro de él empezó a preocuparle, un sentimiento que no pudo ignorar durante días. Aunque últimamente no se caracterizaba por tener buena comunicación con su lobo, ahora empezó a entender lo que decía y a seguir sus instintos. Sabía que ese compañerismo que tenía al principio con Pedri había cambiado, transformándose en algo más puro e inusual.

A medida que pasaban los días y la unión que mantenían se intensificaba, Ferran se dio cuenta no sólo del consuelo de estar a su lado, sino de la compatibilidad de sus almas. Cada segundo a su lado parecía borrar un recuerdo amargo, y el alfa no podía negarse a pensar que estando juntos las heridas y cicatrices del pasado eran curadas, además de encontrar nuevamente la felicidad que les habían arrebatado.

La presencia del otro se convirtió en un bálsamo para las cicatrices emocionales que ambos llevaban consigo. Por eso, con la determinación de ese pensamiento, llegó a casa con una sonrisa al poder impregnarse de los aromas del omega y su cachorro.

Dejando sus pertenencias en la entrada, se dirigió a la habitación donde salían ruidos infantiles del televisor, presenciando como el canario seguía los pasos que daban los personajes animados al bailar y cantar, mientras Hugo lo seguía con la mirada atenta.

Recargando su hombro contra el marco de la pared, sonrió cuando el omega saltó y extendió sus brazos, moviéndolos en círculos hasta comenzar a girar como los personajes, soltando un grito cuando lo encontró mirándolo.

—¡Ferran, por Dios! —se sostuvo el pecho, tomando el control del televisor para pausar el video—. ¿Cuándo llegaste? No te escuché.

—No tengo mucho tiempo aquí, y no te culpo por no escucharme, parecías muy concentrado en la coreografía del video.

Él sonrió con gracia y caminó en su dirección. Sonrojado, negó.

—Hugo no durmió mucho, por lo que estuvo un poco inquieto en la última hora, pensé que si lo entretenía lograría que se calmara.

Ferran se agachó hasta el portabebés, sacando a su cachorro para abrazarlo contra su pecho, besando una de sus mejillas mientras lo envolvía con su propio aroma.

—¿Cómo estás hoy?

—Oh, bien. Realmente no hice mucho hoy, dimos un paseo por el patio y eso fue lo más entretenido que hicimos durante el día —confesó entre risas—. ¿Cómo te fue en el trabajo?

—Bueno, no hubo mucha diferencia respecto a otros días, sólo mucho papeleo y un par de reuniones —tomando asiento en el único sillón, comprobó con la mirada cómo su cachorro parecía comenzar a arrullarse contra su brazo—. Estuve pensando todo el día y quería preguntarte algo.

—Por supuesto, ¿qué pasa?

Copiando su acción, Pedri se sentó en el sillón a su lado, prestando atención a lo que diría.

—Sé que estar aquí puede ser aburrido, y que tienes planes de volver a trabajar, pero es diferente salir con el propósito de divertirte que simplemente ir a trabajar. Pensé que sería bueno que rompiéramos la rutina, y en lugar de pasar el fin de semana en casa, ¿por qué no vamos a algún lado? ¿Quieres salir?"

El omega abrió los ojos ligeramente sorprendido, sin esperarlo.

Él asintió.

—Podríamos ir a comer, a unos minutos de aquí hay una pequeña playa que se caracteriza por platos fantásticos. Podemos ir a cualquier parte, sólo pensé que sería buena idea salir para no quedarnos aquí, lo entiendo que se vuelve frustrante e incluso agotador.

—La verdad no soy una persona que antes se la haya pasado saliendo porque mi trabajo no me lo permitía, pero me encantaría salir —comentó dejando caer sus manos sobre su regazo—. De hecho, sería bueno para mí salir.

—Perfecto, ¿tienes alguna petición?

Pensando en su respuesta, terminó negando.

—No tengo ninguna petición, cualquier lugar me parece bien.

—Entonces, yo me encargaré de ello, creo que conozco un lugar que te gustará —levantándose del sillón, señaló con la cabeza hacia el pasillo—. Iré a acostarlo, parece que se quedó dormido. Volveré y cenaremos y veremos lo de la salida, ¿qué te parece?

—Por supuesto, estaré en la cocina por ahora —siguiéndolo hasta el pasillo, lo vio subir antes de correr hacia la cocina, sin poder evitar la sonrisa que adornaba sus labios.

¿Debería pensar que esa salida fue una cita? Su lobo se giró emocionado, dejando escapar un par de feromonas que delataban su felicidad creciendo en su pecho. No podía esperar a que llegara el fin de semana, deseando que el resto de los días pasaran rápido para descubrir ese lugar a donde lo llevaría.

(...)

Pedri cayó vistiendo pantalones cortos de mezclilla, una camiseta blanca de manga larga con rayas azules y una boina del mismo color azul adornando su cabello. Ferran le había dicho que irían vestidos de manera informal, que sus planes eran cerca de una costa y que por lo tanto podía ir con algo relajado y veraniego.

Se había cambiado de ropa un par de veces, pensando si estaba bien vestido o si debía seguir buscando algo más, hasta que el alfa bajó con el cachorro en brazos y sonrió cuando sus miradas se encontraron.

Ferran vestía un atuendo similar al del omega, a diferencia de usar una camisa blanca pero con estampado azul, y el cabello le caía sobre la frente de manera casual y una gran mochila adornaba su espalda. Cuando terminó de bajar las escaleras, le pidió a Pedri que cuidara a Hugo mientras él metía las cosas en el auto, previniéndose con un par de juguetes y otras cosas para su primera salida con su cachorro.

El omega parecía divertido mientras lo veía revisar las cosas una y otra vez, tratando de asegurarse de que no necesitaba nada. Una vez que subieron al auto y el alfa contó las cosas, Pedri no pudo evitar la risa que se había escapado entre sus labios.

—Siento que falta algo... —murmuró, mirando a su alrededor.

—Ferran, ¿traes las llaves del auto? —preguntó el azabache al darse cuenta que no había ninguna llave colgada para arrancar el auto.

—¡Vuelvo enseguida!

Salió del coche y corrió hacia la entrada de la casa para recoger las llaves.

Negando divertido, observó como el cachorro miraba por la ventana hacia la casa.

—Tu padre está un poco nervioso por su primera salida, ¿no?

Como si entendiera sus palabras, Hugo mostró una pequeña sonrisa que derritió el corazón de Pedri. Una vez que observó como el alfa regresaba corriendo al auto y lo encendía, fue su turno de sonreír, encantado con la expectativa de su primera salida.

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