Doble actualización
1/2El camino a la modista quedó corto, no tuvimos que usar el carruaje. Estaba lleno de féminas, pero mi doncella se adentró y movió tanto las aguas, que hizo que la modista francesa que recién se había vuelto famosa entre los londinenses, despachara a cada una de las damas y me hizo entrar de forma aspavientosa.
Este lugar había sido construido hacia solo unos meses, y con mi armario recién modificado no había tenido necesidad de venir a ver.
—¿Qué desea su excelencia? —pregunta directamente la modista con marcado acento francés.
Mis mejillas ardieron. Había oído hablar de las madres que antes de la boda compraban ajuares a las novias, pero yo no tenía nada de eso. No era adecuado que las jóvenes castas usaran tales prendas. Mis camisones eran de lo más decorosos y cubiertos casi hasta el cuelloP.
Veo cómo los ojos de la francesa me escanea el cuerpo y sonríe.
—¿Podría darse la vuelta milady?
Y lo hago rápido sintiéndome ansiosa. No es la primera vez aquí, pero sí la primera vez que vengo a comprar una pieza de este tipo.
—Su esposo no podrá dormir luego de verla en mis diseños, posee el cuerpo perfecto para ellos...
Y la sonrisa de Jazmine me afirma sus palabras. Luego de horas entre telas, satines, sedas, terciopelos y demás subimos al carruaje de regreso a la mansión.
La modista prometió que haría uno en tiempo récord, y que para antes de la noche lo haría llegar a la mansión Minsteracres, pero que debía pagar por adelantado. Y eso me temía, yo no tenía dinero guardado. Mis artículos los costeaba mi padre todo el tiempo y jamás protestó por ello cada vez que le pedía cantidades exorbitantes.
Pero ahora estaba en una situación diferente. Entramos a la mansión y los nervios los tenía a flor de piel. Sin duda debí haber pensando mejor la parte de mandarme hacer las prendas.
—Él se lo dará milady... —intenta animarme mi doncella y veo las inmensas escaleras de la mansión.
Aún me siento una desconocida a en este lugar.
—¿Dónde está el despacho?
—Llega al tercer piso y es la tercera puerta, no tiene pérdida. Recuerde no decirle para qué es, debemos tratar de que sea una sorpresa —murmura en mi oído y paso saliva.
Hoy.
Hoy será el último día que viva sobre la tierra, de eso estoy segura.
Con paso débil subo los peldaños hasta el tercer piso. Miro por las ventanas y puedo ver la concurrida ciudad aún en apogeo y a penas está comenzado la tarde.
Diviso la puerta indicada y suavemente doy dos toques en la misma. Primero no responde nadie, quizás se ha marchado y el mayordomo me informo mal...
—Pasa —ordena una voz masculina haciéndome pasar saliva.
Tomo el pomo y con el corazón inquieto en mi pecho me adentro a su despacho. El lugar está muy claro, la luz entra en el con facilidad. Reparo los inmensos muebles oscuros, las cortinas y todo a juego que grita masculinidad por doquier. Hasta que le veo sentado tras el escrito lleno de papeles y papeles.
Trago grueso cuando sus ojos me escrutan desde su lugar.
—Cierra la puerta —demanda serio.
Y mi pulso se acelera.
—Yo me iré rápido... muy rápido.
Pero su mandíbula apretada solo me deja paso a acatar su petición, así que me giro y cierro la puerta, quedando solos los dos, en una habitación que se me hace demasiado pequeña para ambos.
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Su elegida por sacrificio III
RomanceNatasha Wilkinson veía su futuro más que claro, casarse con alguno de sus atractivos partidos que ansiaban desposarla. Vivir cómodamente y disfrutar de los beneficios de ser la esposa de algún caballero con algún título nobiliario de antaño. Quien...