La lluvia cesó y con ella tuve miedo de que todo volviese a estar mal entre él y yo. Habían pasado tantas cosas desde que me casé que las horas anteriores habían sido como flotar en las nubes, así que tenía miedo de aterrizar y darme varios bruces contra la realidad.Pero no sucedió. Salimos del faro y me besó tan apasionadamente que no pude más que sentir burbujear todo mi estómago y mi corazón hincharse de tanta felicidad.
Sus confesiones me habían sorprendido drásticamente. Estaba enamorada de él y negarlo era como dar puños al aire. Quería estar con él, quería todo el amor que sólo él podía brindarme. Tener una familia y vivir la vida que siempre quise. Así que ni pude más que rendirme ante sus palabras. Yo lo amo.
Iba a saltar. Aún se me hace un nudo en el estómago de pensar en ello, pero iba a hacerlo. Estaba segura que si él no me hubiese seguido, ahora mismo estuviese sin vida, tanto yo como mi bebé. No iba a minimizar ese acto, estaba mal, muy mal. Pero no razoné en nada más. Había sido demasiado en solo cuatro meses. Me sentía saturada de tanto que vi eso como mi única salida.
Mis ojos se empañan.
No iba a pensar en eso. En qué hubiese sido si hubiese saltado. Mejor trato de pensar en las manos del hombre que gritó que me ama, entrelazadas con las mías. En cómo me observa con tanta adoración cada vez que me mira a la cara. En las tres veces que me hizo el amor a varios metros sobre el suelo pedregoso de los acantilados en Dover, y las caricias suaves que recibí en mí vientre.
Me siento feliz. Por primera vez me siento realmente feliz con él.
—¿Te llevo en mis brazos? —inquiere en tono preocupado al ver la distancia que queda para llegar a la casa de mi familia.
Niego sonriendo.
—Me siento bien.
Es verdad. Aunque mis tobillos duelen un poco, me siento bien.
—Hoy mismo nos volveremos a Londres —añade seco.
Parpadeo.
—Está anocheciendo...
—Tengo la seguridad necesaria. Sólo son unas horas de regreso, no quiero pasar un minuto más con ese degenerado cerca.
No digo nada más. Opto por contarle todo lo que he sentido estos meses atrás con el embarazo, hasta que llegamos. Nos abren la puerta y enseguida mi tío corre a ambos. Pero sin siquiera pestañear, Henry le da un fuerte bofetón en el rostro haciéndolo tambalearse sobre sus pies.
—¿Qué diablos te pasa? ¡Acaso te volviste...
Y otro puñetazo más le hace escupir sangre y a mí encogerme en el lugar. Mi esposo es más grande y más fornido que él, sin hablar de que es mucho más joven.
—Agradece que tu sobrina esté viva, maldita escoria, porque de lo contrario te hubiese despellejado vivo —ladra y paso saliva al escuchar el firme tono de sus palabras.
La cara de espanto que pone mi tío casi me hace reír. Henry logra intimidar solo con su lenguaje corporal.
—Ahora me contarás todo lo que sabes o mi cara será la última vez veas con vida —demanda.
Mi tío se endereza y mueve la mandíbula de un lado a otro con todo el rostro lleno de dolor. Vuelve la vista a Henry, lo mira de forma envenenada.
—Deberías estarme agradecido bárbaro del demonio —gruñe y mi esposo da dos pasos otra vez hacia él haciendo con eso que se abstenga de seguir hablando.
Traga grueso mirándolo horrorizado hasta que murmura rápidamente antes de recibir otro golpe:
—Lo escuché hablar con Luis, su mayordomo antes de morir. Todo fue una falsa para que te casaras con Josefine, para que la sangre Wilkinson permaneciera entre los marqueses de Lodge. Se había enterado de asesinato de tu esposa y se proclamó ante ti culpable de ello...
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Su elegida por sacrificio III
RomanceNatasha Wilkinson veía su futuro más que claro, casarse con alguno de sus atractivos partidos que ansiaban desposarla. Vivir cómodamente y disfrutar de los beneficios de ser la esposa de algún caballero con algún título nobiliario de antaño. Quien...