Capítulo Tres

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Mis párpados pesan al intentar abrirlos. Y cómo destellos, todo lo que sucedió anoche aparece en mi cabeza haciéndome sobresaltar en el colchón.

Con el pecho apretado y la respiración acelerada, lo veo a un lado de cama. Está desnudo completamente. Duerme boca abajo y toda su espalda y brazos lucen llenos de músculos.

Paso saliva y me golpeo mentalmente, sintiendo mis mejillas arder por ello. Y los ojos se me acumulan de lágrimas al ver entre mis piernas los restos de sangre seca y la sábana manchada, aunque no es mucha, mi entrepierna arde y cuando me pongo de pie con sigilo, duele.

Tomo una bata para salir. Este es mi momento, no debo dejar que el miedo me invada ahora. Está dormido y si soy cuidadosa podré huir pues aún está oscuro fuera.

Doy pasos hasta la puerta, con la cabeza atormentada y cuando abro para al fin ser libre, una mujer está parada a un lado de la misma.

Me mira y hace una reverencia. Y las ganas de llorar pican en mis ojos, pero siento que ya de ellos no saldrá más líquido debido a lo mucho que llore hace horas.

—Milady, quiero presentarme. Soy Jazmine, vuestra nueva doncella. ¿Necesita algo? —inquiere con afabilidad.

Y las grietas de decepción se abren paso por mis sentidos. Aprieto mis manos en la tela del camisón y paso saliva, sin saber qué responder. Todos trabajan para él, por tanto ella no me ayudará a escapar. Y si es como Niurka, sería capaz de contárselo, aún si no llego a hacerlo.

No.

No correré ese riesgo.

Lo menos que deseo es que él sepa mi plan. Si ni siquiera me conoce y ya ha vuelto mi vida un infierno.

—¿Desea un baño? —pregunta sacándome de mis pensamientos.

Asiento sin decir nada.

Me siento rota. Me siento sucia. Me siento usada.

—Os mandaré a preparar uno cuanto antes... —comenta y mira a tras mi espalda.

—¿Podría ser en otra habitación? —balbuceo ya que de solo pensar en tomar un baño con ese monstruo en el mismo lugar, me aterroriza.

Y otra vez mis músculos se contraen y mis ojos se empeñan. Es como si cada vez que recuerdo lo que pasó hace horas, mi cuerpo lo reviviese nuevamente.

—Claro venga conmigo —afirma y la sigo cuando comienza a caminar.

Damos unos cuantos pasos por el mismo pasillo y abre una puerta. Nos adentramos a una habitación igual de grande que la que estaba.

—Espere que suban el agua señora.

Asiento y ella sale de mi vista. Mientras tanto yo me quedo anclada en el suelo con la mirada fija en un punto de la pared. Abusaron de mí. Me forzó a hacer tal acto y me infringió dolor.

¿Acaso todos los matrimonios son así? ¿Todas esas mujeres con miradas apagadas viven la misma pesadilla que comencé a vivir yo?

Las criadas comienzan a llenar la tina de agua caliente, hasta que al terminar me dejan a solas con Jazmine. Con las manos temblorosas porque ni siquiera me he mirado bien, zafo el lazo del camisón y el mismo cae al suelo.

Me meto en la tina metálica y cierro los ojos dejando caer mi espalda a ella. Pero cada vez que cierro los ojos se invade mi mente de lo mismo.

Sus gruñidos.

Sus manos apretándome.

Su boca succionando con rudeza mis tetas.

Y aunque algo leve se remueve dentro de mí, se apaga totalmente por el dolor y el sufrimiento que sentí.

Su elegida por sacrificio IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora